jueves, 29 de julio de 2010

La bicicleta pública explota... y distorsiona el horizonte ciclista

¿Hasta dónde puede llegar la inercia en nuestro tiempo? La bola de nieve que era la bicicleta pública en sus inicios modernos ha pasado a convertirse en un alud cuya avalancha todavía hoy sigue sin acabar de dar visos de perder fuerza.

Desde el principio, las bicicletas públicas se presentaron como una herramienta realmente devastadora para escenificar la movilidad sostenible en bicicleta. Perfectas, iguales, repetidas, vistosas, modernas, interactivas... las bicis públicas llamaron la atención de todos. Ofrecidas además como grandes operaciones de marketing por empresas transnacionales especializadas en la comunicación, se convirtieron en objeto de deseo de todos los ayuntamientos que "vendían" movilidad sostenible.

El primer gran boom fue en Lyon, después la gran operación de JC Decaux puso su mira en Paris con el magnífico Vélib'. Todo un éxito. La réplica no se hizo esperar y Clear Channel que ya había hecho sus progresos en el norte de Europa y en Asia no dejó pasar la oportunidad y se hizo con el servicio de Barcelona sentando un precedente en todo España y ofreciendo un escaparate para todo el mundo. El Bicing. La chispa la había saltado, la pólvora aquí la puso el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE) dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, que a la vista de esta panacea se lanzó a subvencionar la implantación de este tipo de servicios dentro de su política de fomento de la movilidad sostenible. Y ahí explotó la bomba.


Hace ya cuatro años y hoy todavía no se acaba de ver hasta dónde puede llegar la onda expansiva. Sin pensarlo dos veces, los ayuntamientos se lanzaron y se siguen lanzando a implantar fabulosas flotas de bicicletas en la calle, accionadas por sistemas inteligentes, ocupando magníficos espacios públicos, distribuídas y redistribuídas por furgonetas con remolques que invaden dichos espacios muchas veces de circulación restringida. Pero el gran argumento justifica los medios: se trata de un servicio público de transporte en bicicleta. Lo reúne todo. Y además tiene un foto estupenda.

Nadie audita las cuentas, los resultados se presentan de manera agregada (miles de usuarios, millones de usos) y sobre todo no se sabe nada de los costes reales, ni económicos ni ambientales. Tampoco se valora la procedencia de los usuarios (la mayoría "ciclistas privados", peatones o usuarios del transporte público). No interesa.

Muchas asociaciones de ciclistas urbanos pierden la perspectiva y se empecinan en defenderlas a cualquier precio. Los consultores tampoco mantienen el equilibrio viendo la potencia que va tomando la iniciativa y acaban cayendo en la justificación fácil del supuesto efecto llamada que provoca. Si es "bicicleta" es bueno. Y si es "transporte público" entonces es mejor todavía. Se organizan congresos especializados en el tema. La felicidad es colectiva.

La vorágine continúa hoy en día, a pesar de que los datos de los sistemas "experimentados" empiezan a no ser tan buenos y empiezan a arrojar cifras sospechosas. Pero ya es un fenómeno de carácter mundial. Todas las ciudades que se precien de ser modernas y sostenibles tienen que contar con un sistema de éstos. Hoy en día presenciamos la inauguración de muchos sistemas en las principales capitales europeas y americanas, con las mismas promesas con las que se inició el Bicing.

¿Hasta dónde llegará todo esto? El mapa resulta estremecedor... pero "la locura, si es colectiva, deja de serlo".

4 comentarios:

  1. A mi desde el primer momento este modelo de alquiler no me a gustado, y mas con las cosas que me contaba un colega que es mecánico en uno de esos servicios en una ciudad europea. En la realidad es un modelo contrario a todo lo que predica.

    Hay formas mejores de invertir ese dinero y promocionar el uso de la bicicleta como por ejemplo escuelas de conducción y salidas guiadas en los barrios.

    A mi me gusta mas un sistema de alquiler que publicaste en una ocasión, se alquila la bici por x tiempo, días o semanas y te la puedes llevar a casa si lo deseas. De este modo no eres anónimo y eres responsable de la bici así como de su traslado a golpe de pedal a los puntos de alquiler y custodia.

    ResponderEliminar
  2. Hay que tener en cuenta que la vorágine se debe a la presión que pueden hacer las empresas que se llevan el gato al agua. La cantidad de recursos públicos que obtienen.

    Además, para introducir estos sistemas las administraciones se han dedicado a hacer vías ciclistas urbanas segregadas, para asegurar el uso de la bici por cualquier persona, independientemente de si tiene capacidad o conocimiento para manejar un vehículo, de forma que las aceras han sido invadidas por las bicicletas de forma indiscriminada.

    Y, por descontado, los usuarios son peatones o usuarios de bus. Quien creyera que de esta manera se iban a eliminar coches... lástima de ilusión.

    Prefiero también invertir ese dinero en escuelas de conducción y salidas guiadas en los barrios, para asociaciones y empresas locales. Pero sin la ilusión de reducir el uso del coche, que para ello es preciso otro tipo de lucha que no tiene porque ir aparejada con el fomento de la bici.

    ResponderEliminar
  3. Me considero una persona enterada, que no experta, en ciertos conocimientos referentes a programas con bicicletas y bicicletas eléctricas.
    Subvencionar está bien. Ponerse la banderita está mal.
    Se de muchos ayuntamientos que tienen las bicicletas dejadas de la mano de Dios. Están en sus aparcamientos rotas, en mal estado, y, aunque pudieran alquilarse, rápidamente se da uno cuenta de que son hasta peligrosas de llevar porque el freno o frenos no funcionan.
    Sin un programa de mantenimiento, todos esos miles de euros son perdidos para nada.
    Igualmente, los ayuntamientos son bastante cómodos y en vez de aprender, se copian unos a otros y a salir en la foto.
    ?Carriles bici? Donde se necesiten, que las bicicletas siempre han ido por la calzada y, claro que había accidentes, pero los sigue habiendo.
    Por cierto, tengo fotos y videos para respaldar mi escrito.
    Viva la bicicleta, pero con respeto, cabeza, planteamiento y corazón.

    ResponderEliminar
  4. ¿Pero, a ti quién te ha dicho que tienes la razón? ¿Es que en Holanda y Dinamarca están equivocados y los ciclistas van en bici a pesar de las malas políticas de sus ayuntamientos? Ya lo dice Amy Whinehouse: "No, no, noooo...."

    ResponderEliminar