miércoles, 10 de agosto de 2011

¿Deben los ciclistas cumplir las normas?

Leía el otro día un artículo de una señora que se cuestionaba el estatus legal de aquellas personas que utilizaban la bicicleta para desplazarse, ante las distintas circunstancias en las que se encontraba habitualmente donde los ciclistas actuaban con una cierta impunidad.

Por supuesto que los ciclistas, como cualquier ciudadano, deben cumplir las normas establecidas. Ahora bien, hay que hacer un análisis más profundo para intentar comprender las circunstancias que hacen que muchas personas que utilizan la bicicleta se vean en situaciones que les invitan a incumplir dichas normas.

La "autonomasia"

Para empezar, el Código de Circulación y la mayoría de las Ordenanzas de Tráfico han sido concebidos desde una lógica automovilística, que procura seguridad y facilidad de movimientos a los vehículos a motor, especialmente a los coches, y deja en un segundo lugar a peatones, motos, transporte público y ciclistas. Estas normas, junto con todo el ordenamiento urbanístico de las últimas décadas, han generado una red viaria que ha ido ganando terreno y prioridad para los desplazamientos masivos de coches, en detrimento del resto de usuarios de la vía pública.

Así se han ido habilitando avenidas, rondas, rotondas, pasos inferiores y superiores, auténticas autopistas urbanas, siempre atendiendo a las necesidades de los coches que, acompañadas de un desarrollo urbanístico horizontal, han ido potenciando la dispersión de los ciudadanos y de las actividades, lo que ha ido incrementando la necesidad de moverse en coche para todo, haciendo casi imposible el acceso a muchos lugares de otro modo.

En este mundo concebido para los coches, todo aquel que no utilice dicho medio de transporte se ha visto progresivamente discriminado y ha tenido que buscar sus escapatorias, maniobras y habilidades para poder seguir desplazándose con un mínimo de seguridad y acceder a sus destinos habituales.

Dentro de esa lógica de no condicionar el tránsito motorizado a costa de condicionar a todos los demás, en los últimos años se han ido construyendo algunas infraestructuras exclusivas para circular en bici. Los "carriles bici". De diseños imposibles, en itinerarios discutibles, con secciones insuficientes e intersecciones inseguras, discontínuos, inconexos. Estos "carriles bici", la mayoría implementados en aceras, y las "aceras señalizadas" (esa fórmula magistral de pintar lineas discontinuas y luego poner señales azules circulares para indicarlas) han impulsado de manera definitiva la circulación de las bicis por plataformas peatonales y las han expulsado de manera tácita de la calzada, su lugar natural.

Ciclistas en la jungla automovilística


Así los ciclistas, ese colectivo tan heterogéneo pero que ha ido ganando practicantes de manera tan significativa en los últimos años, han tenido que ingeniárselas para circular. Y lo han hecho y lo hacen como pueden y por donde pueden. Buscando rutas seguras, invadiendo zonas peatonales, transgrediendo algunas normas y poniendo en cuestión, con su presencia, el ordenamiento circulatorio actual.

Está claro que andar en bicicleta aporta beneficios tanto a las personas que lo practican como al resto de la sociedad: mejora la salud, aligera y calma el tráfico, no contamina, aporta seguridad vial, ocupa muy poco espacio tanto de circulación como de aparcamiento y participa, en definitiva, en hacer ciudades más amables, más sociales y más orientadas a las personas.

Ahora bien, todo esto no exime a aquellos que eligen la bicicleta de ser respetuosos, cívicos y observantes de las normas establecidas. Es por ello que hay que empezar a cuestionar seriamente la actitud de muchos ciclistas cuando circulan impunemente por las aceras y acceden a los pasos de peatones pretendiendo tener derechos, poniéndose en peligro a ellos mismos y también a los peatones.

Pero también hay que exigir responsabilidades a los encargados de ordenar la circulación y de habilitar espacios seguros, accesibles, continuos y conectivos para que todas las personas concurran en igualdad de oportunidades al espacio público, independientemente del modo de desplazamiento que elijan. Así deberían ser denunciables muchas vías habilitadas para ciclistas, muchos pasos peatonales, muchas aceras e itinerarios que no cumplen las normas mínimas de seguridad. Igualmente habría que empezar a replantear algunas de esas normas para mejorar las condiciones de accesibilidad y tránsito de peatones, ciclistas y transporte público, como medio de promocionar estos modos por ser los más deseables en la configuración de una ciudad sostenible y agradable.

Con-vivencia contra la con-nivencia

Mientras esto no ocurra, habrá que hacer entre todos un ejercicio de comprensión de los más indefensos que, además, son los que más aportan a la construcción de esa ciudad más habitable. Y habrá que entender que muchos peatones no quieran hacer esos recorridos increíbles para cruzar al portal de enfrente, que los ciclistas se salten algunos semáforos y que invadan algunas zonas peatonales, siempre con respeto y reconocimiento de los derechos prioritarios de los espacios utilizados, y que los conductores de autobuses impongan su volumen en ciertas maniobras para no acabar atrapados en atascos y retenciones.

Pero todo eso no deberá desenfocar el objetivo de ir ganando espacios a la circulación motorizada e ir restando prebendas al coche en la ciudad, para hacer que las calles y plazas vuelvan a ser lugares de encuentro en vez de ser lugares para la circulación.

5 comentarios:

  1. Ja, ja... esta entrada no te la crees ni tú. Curiosa y no por ello menos esperado tu doble vara de medir. Inflexible para aquello que tenga motor, pero cuando se trata de la bicicleta se perdona todo. Esta entrada la escribes para londinenses y directamente se ríen de ti, pero como la escribes para pamploneses y de lo que se trata es de ganar adeptos como sea para la causa ciclista, vale todo. Con tus ideas tan caducas, así nos luce el pelo por estos lares....

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  2. Respecto al comentario que ha hecho otro lector anterior, creo que no es inflexible con respecto al los vehículos de motor. Precisamente el autor comenta "que los conductores de autobuses impongan su volumen en ciertas maniobras para no acabar atrapados en atascos y retenciones".

    Yo soy un férreo defensor de que se debe respetar la normativa de circulación cuando se va en bicicleta y procuro aplicarlo, pero también he de reconocer es que esta normativa está pensada para vehículos de motor y no es fácil cumplirla al 100% para alguien que vaya en bici: No tenemos ni la potencia, ni la velocidad, ni los sistemas de frenado, ni la protección ante accidentes, ni los sistemas de luces e intermitentes, ni la estabilidad de los vehículos a motor que circulan por la ciudad.

    Hay muchos tramos en las ciudades donde a quien va en bici se le hace imposible poder circular con un mínimo de seguridad debido a la velocidad a la que van el resto de vehículos: tramos de vías con varios carriles y semáforos distanciados, cuestas arribas, glorietas con múltiples carriles. Por eso, a veces, tenemos que incumplir la normativa, por nuestra propia seguridad y por no provocar perjuicios a los demás.

    Otra cosa es saltarse la normativa porque no querer esperar o porque es más cómodo. Esto yo no lo defiendo

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  3. Yo también leí esa nota en su día y estuve tentado de responder, porque en parte no le falta razón. Soy de los que usa la bici como medio de transporte en la ciudad e intento respetar la normativa municipal al respecto, pero... siempre hay un pero, porque jugársela con la bici en una rotonda es mucho jugarse el tipo, me resulta más seguro ir por la acera aunque sé que no es mi sitio. Probablemente la mayoría de la población adulta de Pamplona ni se la ha leído ni sabe que existe, sólo se rigen por el Código de Circulación, y punto; y encima éste se lo saltan a la torera a la menor ocasión: peatones que cruzan por donde quieren, ciclilstas que no respetan los semáforos, conductores que no respetan el límite de circulación en las ciudades (¿cuántos van a 30 km/h en la calle Amaya, por ejemplo?). Realmente, lo que falta es el respeto mutuo, entre todos, y no mirar siempre la paja en el ojo ajeno.
    Pensamientos caducos hay muchos en esta sociedad, demasiados. Pero también hay quien intenta dar su opinión sobre cómo solucionarlos, o tener una mentaildad más progresista. Y nos puede gustar o no nos puede gustar, anónimamente hablando.

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  4. Si no hubiera coches no habría semaforos. El semáforo existe porque desde el coche es imposible ver u oir lo que viene. Desde la bici, bajando la velocidad lo suficiente, se podría pasar cualquier cruce sin problemas (si no hubiera coches).

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  5. Creo que el artículo de Eneko aporta un aire de sentido común necesario. Yo soy de los que respetan todas las normas de tráfico tanto si voy en coche como si voy en bici (mi medio de transporte en ciudad), pero este texto viene a decir algo importante y que no es otra cosa que el hecho de que las infraestructuras han avanzado para ser aptas al coche, no a la bici y es por eso que quizá, algunas conductas por parte de la bici son pasadas por alto, y todos lo sabemos. La Ley es la que es, pero no por ello quiere decir que sea buena ni perfecta. Hay que respetarla, pero también la circunstancia de que una bici vea complicado seguir al pie la normativa debería ser motivo de un debate que hiciera replantearnos las cosas.

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