domingo, 30 de octubre de 2011

¿La crisis nos devolverá el sentido común?

Hemos vivido tiempos tan locos, tan alucinantes, tan desaforados que muchos se han dejado llevar por la vorágine y han llegado a pensar que cualquier cosa era posible. El dinero corría a espuertas, sin control, las obras públicas generaban auténticas monstruosidades que sumaban cientos, miles de kilómetros de segregación ciclista y discriminación peatonal, amén de otros desmanes fruto de la incontinencia, la incompetencia y los intereses creados. Para coronar la cosa llegó el Plan E y aquello fue el festival de la improvisación y el despropósito financiado.

Gracias a los mismos que nos llevaron a ese desquiciamiento colectivo, la cosa explotó y hoy, los que no nos lamentamos de ello, empezamos a ver visos de recuperación. Más vale tarde que nunca y, en este país de pandereta, debemos estar contentos de que haya habido que necesitar toda una colección de hechos consumados en forma de respuesta peatonal, accidentes evitables e inviolabilidad flagrante del sector motorizado, ahora parece que las aguas empiezan a volver a su cauce.

Hoy hemos conocido que la gran conclusión de la Asamblea de ConBici, como máxima expresión del asociacionismo ciclista agrupado, es que la coordinadora apuesta por el calmado del tráfico y por las ciudades 30. Enhorabuena y bienvenidos. Se ha hecho mucho daño durante demasiado tiempo ninguneando a los peatones y a sus asociaciones representantes, como aquel desafortunado desencuentro que tuvo lugar en el marco del Velocity de Sevilla, pero nada es irreparable (salvo las vidas que se han perdido "gracias" a tanta acera bici implementada en nuestro país) o al menos nada es irreversible.

Imagen cortesía de Münchenierung
Espero que esto no responda a un lavado de cara de una asociación de asociaciones que ha perdido el crédito en sus últimas actuaciones públicas por su miopía, su seguidismo y su capacidad de mirar a otra parte cuando se estaban produciendo situaciones realmente graves en las ciudades en las que operaban muchos de sus líderes y, en general, en toda nuestra geografía.

Ahora que no se puede seguir despilfarrando más dinero haciendo chapuzas a diestro y siniestro, ahora que hasta los provocadores de la hipermovilidad también se atreven a proponer la ciudad compacta como solución a los propios males generados por ellos mismos, ahora que no se puede seguir aplaudiéndolas en un ejercicio de irresponsabilidad histórica, ahora que la arrogancia se nos ha curado a todos de repente, ahora nos damos cuenta de los desmanes que han provocado estos años de vacas gordas... y locas.

En fin, nunca es tarde si la dicha es buena y además para los que siguen mirando al Norte esperando que ellos sigan iluminando su camino como lo hacía la Estrella Polar en otros tiempos, les tenemos que decir que por allá tambien soplan vientos de renovación, como nos cuenta ilusionado Münchenierung en este post, del que he tomado la imagen.

Sembrando alternativas a la movilidad

El otro día en el marco de un taller sobre movilidad y bicicletas con un grupo de jóvenes en un centro educativo del centro de mi ciudad y después de haber charlado durante casi una hora de las cuestiones concernientes a esto de andar en bicicleta por ciudades pensadas para los coches, lancé a mis atentos interlocutores la pregunta del millón:

- ¿Qué dirían vuestros padres si les propusierais venir al colegio en bicicleta?

La respuesta fue casi unánime:

- Nos dirían a ver si nos hemos vuelto locos. 

Rotundo. Demoledor. Aunque en absoluto sorprendente. Si no ¿qué sentido tendría hacer este tipo de talleres para tratar de explicar que esto de la bici, además de fácil y efectivo, es conveniente y puede ayudar a cambiar algunas cosas a nuestro alrededor de una manera realmente divertida?


Parece descabellado tratar de contradecir a la mayoría aplastante de automovilistas, a toda una cultura creada alrededor del coche, a toda una serie de intereses que la alimentan y la agrandan, a toda una serie de vicios adquiridos y muy difíciles de contrarrestar que todos asumimos como algo incuestionable o, en el mejor de los casos, como un mal necesario, inevitable.

Parece ilógico contradecir a la mayoría y, sin embargo, cada vez que nos toca charlar con las generaciones venideras de los problemas que genera el estilo de vida dependiente del coche, de las posibilidades de la bicicleta en la ciudad, de la oportunidad que tienen ellos mismos de utilizarla de una manera lógica, razonable, respetuosa y digna, de su necesario protagonismo para cambiar las cosas, un brillo emocionado asoma en sus ojos. Y cada vez que les enseñamos en tan solo una hora los fundamentos del mantenimiento y ajuste básico de la bicicleta, no pueden reprimir sus comentarios ilusionados, sus risas nerviosas ante el descubrimiento de tanta simplicidad a su alcance.

Esa ilusión, esa intensidad es la que nos anima a creer que nuestra locura, porque está claro que contradecir a la mayoría y tratar de defender con entusiasmo otra lógica es sin lugar a dudas una especie de locura, es útil porque cala, porque aporta, porque propone retos, porque despierta interés, porque levanta incertidumbres y plantea cuestiones y porque pone en canción a los que, en menos de lo que pensamos, tendrán necesariamente la batuta y marcarán el ritmo de todo esto.. Seguiremos en ello hasta que haga falta y ojalá que no sean muchos años. Llamarme iluso, pero creo que va a hacer falta menos de lo que muchos presuponen.

viernes, 28 de octubre de 2011

Meterle mano al coche

Mucho se habla en estos últimos años de recuperar las ciudades para las personas, gestionar mejor el espacio público y devolverle al ciudadano el placer de disfrutar de un hábitat urbano más limpio, más respetuoso, más relacional y más atractivo. Muchas actuaciones responden a esta estrategia y, de entre ellas, una clave pasa por condicionar, cuando no penalizar, el uso indiscriminado y abusivo del coche en la ciudad, mediante la famosa fórmulación de la gestión de la demanda y la promoción de una oferta más competitiva y más atractiva de modos de transporte más limpios, más eficientes y que demanden menos ocupación de espacio público. Hasta aquí, todo es lógico. ¿Pero es razonable?

Es fácil promulgar un nuevo orden, proponer toda una serie de medidas en positivo que alienten la elección de los modos de transporte personal deseables pero ¿se puede hacer esto sin restar oportunidades al coche? Difícilmente.

Entonces, ¿qué resultados podemos esperar de las políticas de movilidad que se limitan a incrementar la oferta de modos de transporte sin restar opciones al coche? ¿O es que basta con peatonalizar los cascos históricos, habilitar unos cuantos caminos para bicicletas absolutamente deficientes, reducir las velocidades de circulación, establecer áreas de aparcamiento de pago e incrementar la oferta de transporte público, y a la vez proponer más aparcamientos de rotación en el mismo centro urbano y seguir promocionando la dispersión de la población y la deslocalización de las actividades?

Parece descabellado proponer a la misma generación a la que hemos convencido durante décadas de que vivir en el extrarradio, moverse en un coche, trabajar en un polígono, comprar en un centro comercial y divertirse en un centro de ocio era lo mejor a lo que se podía aspirar, que ahora abandonen ese modelo sólo porque alguien ha llegado a la conclusión de que no nos lo podemos permitir, que es insostenible. ¿La misma generación que aprendió a meter mano en el coche ahora pretendemos que renuncien a él? No sé, creo que es de locos tan sólo intentarlo.



¿Cómo hacerlo?

Sin embargo, resulta imprescindible proponer actuaciones que vayan encaminadas a sustituir viajes de coche y a recuperar el espacio cedido para el uso del tránsito motorizado, para disponer de él para su aprovechamiento colectivo. Y eso pasa por:
  1. Incrementar la presión fiscal sobre la compra, tenencia y uso del coche.
  2. Reducir el número de carriles dedicados a los vehículos a motor privados así como la sección de los mismos. 
  3. Ralentizar su circulación priorizando las de otros modos.
  4. Suprimir plazas de aparcamiento, especialmente de rotación. 
  5. Habilitar soluciones de transporte de mercancías alternativas para reducir la concurrencia y la ocupación de las calles para las operaciones de carga y descarga. 
En definitiva, se trata de reducir la presencia de vehículos a motor en la ciudad mediante medidas desincentivadoras de su uso y mediante la disminución de oportunidades de circulación y aparcamiento, que hagan que el automóvil sea menos práctico y más caro que otros modos en la ciudad y por lo tanto menos conveniente.

Ahora bien, eso sólo debe ser el principio de un cambio más profundo y a más largo plazo. Un cambio que persiga:
  1. Frenar la dispersión del urbanismo.
  2. Repoblar los centros urbanos.
  3. Proteger el comercio de proximidad. 
  4. Fomentar la relocalización de las actividades, haciendo especial hincapié en devolver los servicios, el comercio y las actividades culturales y de ocio a los centros urbanos. 
  5. Promover los centros educativos de barrio.
  6. Y facilitar la vida en la calle.
Sólo así podremos conseguir que nuestras ciudades sean más habitables, más vivas, más tranquilas, más seguras y más limpias. Ahora bien ¿quién está realmente trabajando en este sentido?

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jueves, 27 de octubre de 2011

Dímelo bonito

Hoy me ha llegado este video. No descubre nada, simplemente formula el mensaje, el mismo mensaje de siempre, de una manera atractiva.



El otro día destacaba este otro, por la visión lateral que ofrecía, también con una puesta en escena impecable.



Creo que, cuando los argumentos están tan manidos, tan sabidos, tan repetidos, tan "eufemizados" acaban no siendo interesantes y no pasan de ser la misma cantinela de siempre, con lo cual pierden el efecto y no comunican nada. En esto de argumentar las virtudes y las ventajas de la bicicleta como medio de locomoción pasa un poco esto, a menos que se sea un poco original a la hora de presentarlo.



Por eso creo que es interesante destacar aquellas campañas, spots o videos promocionales que resultan atractivos por su realización o por su singularidad. No olvidemos que de lo que se trata es de animar a la gente a hacer algo que no hace habitualmente, por lo que la propuesta debe ser ilusionante, apetecible, tentadora... seductora.



Aquí he tratado de recoger tan sólo algunos ejemplos.



Así pues, si estás dispuesto a comunicar los beneficios de utilizar la bicicleta en tu entorno piensa que la forma es tan importante como el fondo porque, por suerte o por desgracia, esta sociedad audiovisual y multimedia descarta automáticamente los formatos obsoletos, aburridos, largos o con sin criterio estético. Suerte.

Y recuerda que muchas veces se dice más sugiriendo o insinuando que recitando toda la retahila de razones como si fuera el catecismo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Tenemos un tesoro

Y estamos dispuestos a desbaratarlo. EPOMM, la plataforma europea para la gestión de la movilidad lo muestra claramente en su mapa de ciudades asociadas. Vitoria-Gasteiz, la única representante de este sur tan castizo y tan nuestro, tiene el mejor reparto modal de no motorizados de toda esa representación, entre la que se encuentra lo más granado de la vieja Europa. Amsterdam, Rotterdam, Utrech, Bruselas, Groningen, Malmö o Münster no le llegan a la suela del zapato y no es precisamente por los que pedalean, sino por los que gastan suela.


Son los peatones, nuestros queridos y nunca suficientemente valorados peatones los que marcan la diferencia. Lo recordaba hace algunos meses cuando afirmaba que ellos, los tan deseados centroeuropeos, no tienen peatones en sus ciudades inmaculadas, anodinas y con extrarradios interminables. Hoy las cifras y los repartos modales nos dan una imagen gráfica de esta realidad.


Una realidad que debe alertarnos sobre dos asuntos:
  • Uno, que somos unos privilegiados. Que si fuera al contrario tendríamos que estar soportando su suficiencia y nos veríamos abocados a aprender su maestría a la hora de hacer facilidades peatonales
  • Dos, que somos tan ignorantes, tan atrevidos y tan miserables que somos capaces de estar presenciando impávidos el vilipendio y la humillación de la masa crítica peatonal a base de intentar dar oportunidades a los ciclistas en el lugar equivocado, rivalizando con esa mayoría pedestre sólo porque nadie es capaz de cuestionar y limitar en serio el uso del coche en la ciudad.
Y lo peor del asunto es que somos tan estúpidos que, de la misma manera que nos lamentamos, envidiosos, de no haber tenido la valentía y  la visión estratégica de haber dado más oportunidades a la bicicleta en la configuración de nuestras ciudades, un día seremos capaces de criticar la desidia y la estulticia con la que se está arriconando a los caminantes a fuerza de privarlos de espacio, de libertad y de tranquilidad, con la inclusión de bicis, tranvías o cualquier otra modernidad en sus plataformas.

Lo más grave de todo este drama es que no despierta demasiada inquietud entre la ciudadanía y  no alarma en absoluto a los responsables de la cosa, obstinados en hacer toda suerte de inventos y ocurrencias por mejorar la cuota ciclista, que es lo que está de moda, por supuesto sin detrimento de la práctica motorizada. Y hay que contar entre dichos responsables tanto a los políticos, como a gran parte de la sociedad civil del ramo, felices con sus incrementos marginales y con estas vacas gordas después de tantos años de predicar en el desierto.


Mientras no seamos capaces de darnos cuenta de que en todo este turbio asunto de la movilidad sostenible, nuestro tesoro son los peatones, y no aprendamos a valorarlos suficientemente declarándolos especie protegida (igual que a los habitantes y a los comerciantes de la ciudad compacta), todo este juego de bicis, coches y transporte público puede ser mucho más obsceno, pernicioso e irreversible de lo que somos capaces de imaginar, que ya hemos dejado claro que es poco.

Dejarme que desconfíe de esta legión de incautos, miopes, agoreros y envidiosos que se han apropiado de la voluntad popular y han definido el bien común de acuerdo con sus vaguedades maximalistas y maniqueas, y que están sólo dispuestos a oir el eco de sus aplausos después de repetirse que esto va bien sin saber realmente cuál es el rumbo que siguen, mientras dilapidan fortunas, desperdician oportunidades y desprecian la riqueza que tienen.

lunes, 24 de octubre de 2011

Hoy me ha vuelto a pasar

Lo de siempre. En nuestro camino mañanero, hemos ido a coincidir con uno de esos kamikafres que tanto abundan para desgracia de los demás en nuestras calles. Y hemos ido a dar con él en el peor momento: hora punta, acceso congestionado y entrada a rotonda difícil de gestionar. No se puede elegir peor. Este energúmeno ha decidido represaliar con su propio coche a golpe de acelerador y carrocería nuestro atrevimiento de "colarnos" en el tráfico para ganar las posiciones delanteras en la incorporación y, después, con toda nuestra desfachatez, ocupar un carril en la rotonda hasta la salida correspondiente.

No lo ha podido soportar y, como la justicia en esto del tráfico motorizado este tipo de animales la resuelve in situ a fuerza de intimidación, pues ha ocurrido lo esperado: nos ha rebasado por aceleración y nos ha pasado a menos de un metro para, con una demostración de poderío, hacerse con nuestra posición para después seguir su trayectoria. Como no hemos entendido su maniobra, hemos esperado tan sólo 20 metros y en la salida de la misma rotonda, que también estaba colapsada por unos cuantos estúpidos peatones que se interponían en el camino cruzando impasibles por un paso de peatones, nos hemos acercado a la ventanilla y le hemos preguntado qué pretendía hacer con semejante idiotez. La contestación ha sido tajante: "Si tú no me hubieras adelantado donde no podías... ".

Foto tomada de aquí

Por suerte, la cosa no ha pasado de un susto y de un cruce de impresiones desafortunado. Sin embargo, al rato hemos recapacitado en voz alta y no podíamos salir de nuestro asombro. Aquél insensato nos ha amenazado con su coche a dos personas que íbamos en una bici indefensos: una persona mayor (que entra dentro de toda lógica, al menos de la suya) y a un niño que pedaleaba atónito a la altura de su parachoques. Después de intentar explicárselo a mi copiloto, me he dado cuenta de que muchas veces es difícil no perder los papeles con este tipo de anormales al volante.

Pese a eso, seguimos creyendo que en la calzada la mayoría de los conductores son cada vez más respetuosos y cada vez hay más oportunidades para comprobarlo, porque el tráfico cada vez es más calmado. Ahora bien, esto no es óbice para que se trabaje en resolver los puntos negros en las ciudades para mejorar la seguridad de ciclistas y peatones. Esto es: avenidas, cuestas, rondas y rotondas, además de algunos cruces. Además de trabajar, desde la más tierna infancia (con el coche así se hace) en inculcar buenos hábitos y el conocimiento de derechos, precauciones y habilidades en el uso de la bici con mayor atención que la que se dedica al coche, ya que no hay que olvidar nunca que la mayoría de los menores pueden desplazarse en bicicleta y es el primer vehículo que van a poseer.

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domingo, 23 de octubre de 2011

Bici en familia con compañeros de trabajo

Ayer tuvimos la oportunidad de participar en la organización de un paseo familiar en bicicleta para los empleados de una gran empresa local. La idea, bien sencilla, consistía en convocar a las personas que trabajan en dicha empresa acompañadas de sus familiares, para hacer un recorrido lúdico en grupo con la sana intención de tener un espacio de encuentro diferente a la pura relación laboral, visitar una zona tranquilamente y tomar un tentempié de manera distendida. La experiencia ha sido un éxito.

La reflexión es que, más allá de la pura convivencia de trabajo, hay empresas que empiezan a pensar que merece la pena dar oportunidades y crear espacios para hacer encuentros informales donde los escalafones se relativizan, donde lo que valen son las personas y en los que la ocasión de conocerse y departir distendidamente de otros asuntos o simplemente tener una experiencia compartida justifica la iniciativa.


La bicicleta, para eso, se descubre como una herramienta inmejorable. Su universalidad hace que todos puedan participar, desde los más pequeños que pueden ir incluso en una silleta o en un remolque, pasando por los niños para los que este tipo de actividades son realmente motivadoras, hasta los mayores que, a bordo de una bicicleta, pierden rango y ganan accesibilidad y vulnerabilidad. Además el hecho de llevar menores obliga a que el paseo sea realmente tranquilo, lo cual ofrece una oportunidad para la conversación.

Creo que este tipo de experiencias deberían hacerse más a menudo en el entorno laboral, como fomento de esos espacios de comunicación informal y de convivencia puramente antropofílica que hoy en día, y mucho más en tiempos de crisis, resultan esenciales para fortalecer las ilusiones, revitalizar las relaciones personales y demostrar que lo importante son las personas. Por eso, y porque estaremos dando ejemplo a nuestros menores.

Voy a proponer un paseo en mi empresa, aunque, igual, más que en bici, lo hacemos en patinete o algo así porque si no igual resulta demasiado redundante.

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sábado, 22 de octubre de 2011

Las bicicletas me cargan

Me cargan mucho. Para empezar me cargan a mi, que no es poco. Y me transportan, aligerando mis tránsitos, ayudándome a acarrear los pesos del día a día, a soportar las cargas, a hacerlas más livianas. Y cargan a los míos, en viajes divertidos, vivencias compartidas.

Bajando a lo más a lo prosaico, la bicicleta es un vehículo que permite transportar cargas de manera cómoda, segura y eficiente, algo que parece que la mayoría por estas latitudes se empeña en ignorar. Y no sólo las bicicletas de carga, esos inventos fabulosos que han vuelto con fuerza después de haber desaparecido en muchos lugares, las bicicletas ordinarias son capaces de llevar nuestras cargas cotidianas mucho mejor que nuestros hombros y nuestras espaldas.



Una simple parrilla, o mejor una no tan simple para que no se desarme cuando queramos cargarla un poco más, permite llevar hasta 30 kilos sin demasiados problemas. En alforjas, en cestas, en cajas... dependiendo de nuestras preferencias y de la mercancía que queramos llevar. Papeles, objetos personales, la compra, un paquete ocasionalmente, la compra, los productos de la huerta, el equipaje cuando viajamos. Si las bolsas son impermeables además conservarán la mercancía a salvo de las inclemencias, que muchas veces no es lo de menos.

Con una pata de cabra la cosa mejora sensiblemente y el ejercicio de cargar se simplifica, gracias a la estabilidad que aporta

Después puedes añadirle una parrilla delantera para mejorar tu capacidad de carga sin jugarte la integridad de la rueda de atrás, que bastante tiene con soportar tu peso. Aquí se ha perdido mucho la cultura de cargar delante. La sensación resulta realmente gratificante. La bicicleta gana estabilidad, se equilibra, tracciona mucho mejor, se hace más direccional, menos loca. Es algo sorprendente. Personas o cosas, viajan perfectamente delante y además nos permiten vigilarlas durante la marcha.

Los remolques ofrecen otra buena solución para transportar peso y volumen. Ahora bien, no se pueden sobrecargar porque el efecto arrastre puede hacerse desagradable y reducir nuestra eficiencia en arrancadas y el subidas.

Hay lugares en el mundo donde la gente ha mantenido la costumbre de usar la bicicleta como vehículo de carga hasta límites insospechados. Copenhagenize en su post de hoy nos acerca al caso de Rio de Janeiro, aportando unos datos sorprendentes.

Nosotros en Pamplona llevamos más de 17 años haciendo nuestros pinitos, y hace unos meses que empezado una nueva etapa que hemos decidido denominar, la "estrategia del caracol", despacio, con concha, llevamos a casa a cuestas.


Pero hay otros que nos superan. Como muestra, el fotógrafo Alain Delorme dedica una exposición en la que fija su admiración hacia estos colosos con verdadero acierto, haciendo un homenaje a esos héroes anónimos y sus magistrales malabarismos. La ha llamado "Totems" y acaba de estar expuesta en el Molino de San Andrés durante mes y medio.


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miércoles, 19 de octubre de 2011

¿Los semáforos salvan vidas?

Es de sobra conocida la obsesión que tienen los responsables de organizar este tráfico nuestro de cada día con “tecnologizar” todo por obra y gracia de ingenieros virtuosos y de programas e instrumentos maravillosos como única vía para optimizar esto del circular con seguridad.

Uno de los inventos más siniestros y más tiránicos de los que se han servido desde que el coche es el rey del asunto es el semáforo. Gracias al semáforo y a sus colores de juego infantil nos han vendido que todo funciona mejor, que la justicia la impone el rojo y ya no se la toma cada uno por su mano y que así se dan oportunidades a todos. Basta con tener un ingeniero a bordo para conseguir las secuencias oportunas y chás, por arte de magia, todo será un fluir ligero y agradable.

Tras unos años de éxitos encadenados, la teoría de la semaforización se fue imponiendo en las ciudades como vía de regulación del tráfico y, además, como salvaguarda de peatones. Todo funcionaba perfectamente, menos el ámbar. El ámbar, que abría la posibilidad de circular con precaución, aquí se interpretó como un “acelera que aún llegas” y ahí se produjo la debacle. Choques, atropellos, sustos y muertes. El ámbar o el rojo reciente, que por estas latitudes viene a ser lo mismo, multiplicó los accidentes y les agregó un elemento letal: la velocidad.

Hasta aquí todo correcto, porque sólo había que organizar a dos categorías, vehículos y peatones, y estaba claro quiénes eran prioritarios, así que los daños colaterales estaban asumidos.

El problema se agravó en el momento en que alguien dijo que había que tratar con igualdad a los automóviles y al resto de usuarios de la vía pública, y se multiplicó cuando esa vía se subdividió en vías paralelas dedicadas a diferentes tipologías de vehículos (carriles bus, carriles bici y carriles peatón, sobre todo). Si discriminar a los peatones había sido una tarea fácil y rehabilitarles ya podía representar un reto, con esta suerte de complejidades el asunto se convertía en algo infernal.

La ocurrencia: temporizar a los débiles

No confundir con contemporizar, ya que más que tranquilizarlos, los segunderos que se han agregado a muchos semáforos les han hecho ver claro a todos esos infelices que andan sin motor quién manda en la vía pública y en qué proporción. Pero además les han estresado porque, aparte de garantizar la velocidad crucero de 50 kms/hora que a ver quién es el valiente que es capaz de hacerlo a pulmón, ver pasar 60 ó 90 segundos, uno a uno en una pantalla luminosa situada en la otra acera, para después cruzar una calle en una carrera cronometrada de escasos 20 segundos, como ocurre en las calles principales, no es un ejercicio que apacigüe a nadie sino que más bien agita y solivianta a los andantes.

Claro que es cierto que, en algunos casos, es la única manera de cruzar una calle con un mínimo de garantías (el ámbar siempre puede provocarnos algunos sobresaltos fenomenales), pero vender semáforos como la solución para mejorar la seguridad de los peatones y de los ciclistas es casi obsceno. O sin casi. Más si se ofrecen con el botón "pulse para cruzar", que genera una falsa sensación de poder entre los ilusos que no se dan cuenta, salvo gloriosas excepciones, que su acción no modifica las secuencias y prioriza sus opciones.

Los semáforos son los grandes legitimadores del automóvil, de los acelerones, de la velocidad punta, de las maniobras para ganar la “pole position”, de las salidas de gran premio y de la ceguera colectiva porque un “estaba verde” es la excusa perfecta para descargar responsabilidades en la tecnología y la mejor manera para justificar el “no te había visto” en los pasos no regulados por luz tricolor y otras actitudes que favorecen el dominio y la intimidación del coche sobre el resto de usuarios de nuestras calles

Pero, ¿qué pasaría si se eliminaran los semáforos? 

Alguien ha realizado la prueba y los resultados son sorprendentes. Para empezar se reduce notablemente la velocidad de paso en los cruces, además se mejora la atención de los conductores, que extreman las precauciones y conducen de una manera mucho más cauta, prevenida... y fluida, los peatones y los ciclistas, en estas condiciones, mejoran sus oportunidades.


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martes, 18 de octubre de 2011

Relacionándose con automovilistas

Cuando muchas personas consideran a priori que la relación entre ciclistas y automovilistas en la calzada es imposible ¿qué es lo que realmente están significando? ¿Que los automovilistas son seres despiadados dispuestos a acabar con la integridad de los ciclistas como si fueran conejos? ¿Que los ciclistas son una pandilla de inútiles incapaces de hacerse respetar en el tráfico? ¿Que hablan lenguajes distintos sólo porque unos van protegidos por carrocerías y son capaces de desarrollar velocidades muy superiores?

Por favor señor conductor tenga cuidado de mi de Carlton Reid
Hay otras muchas personas que se desplazan con naturalidad por la carretera en bicicleta entre coches y no son precisamente superdotadas, temerarias o aventuradas, como mucha gente se empeña en hacer ver de una manera vaga e interesada. Son simplemente conductores de sus vehículos, de acuerdo con sus condiciones, haciendo valer sus derechos, exigiendo el mismo respeto que son capaces de reconocer a los demás, como personas, como ciudadanos.

Después de unos años de fomento insistente de la separación de las circulaciones motorizada y ciclista como única vía para promocionar el uso de la bicicleta, hoy hemos llegado a un punto en que parece mucho más natural que los ciclistas circulen por las aceras que que lo hagan por las carreteras. Simplemente porque unos cuantos interesados se han dedicado a repetir hasta la saciedad que esto es peligrosísimo y aquello es un mal menor que los peatones ya sabrán entender, o con el más demagógico de "¿no serás capaz de mandar a niños y personas mayores entre camiones y autobuses a jugarse la vida?".

No merece la pena volver a insistir en rebatir la lógica que lo alimenta. Hay que trabajar en positivo. Para ello quiero hacerme eco de un fabuloso artículo que he leído en el no menos fabuloso blog Ciclismo Urbano, que habla de una persona que monta en bicicleta y que ha empezado a entablar relaciones con automovilistas a base de señalizar sus maniobras, de interactuar con ellos, de buscar sus miradas y de responder con decisión, con seguridad y con respeto, y ha descubierto que detrás de esas temibles carrocerías hay personas como él, como cualquiera. Ni más ni menos. Todo un descubrimiento para muchos.

Los coches van conducidos y ocupados por gente

Esta obviedad parece que se les escapa a muchos. Gente que tiene sus vidas, gente que tiene sus ocupaciones, gente que también camina y anda en bici, gente que tiene prisa y problemas y descuidos y preocupaciones, pero que también tiene ilusiones y objetivos y proyectos y consciencia y valoran a los demás. Por supuesto que conducir un automóvil transforma a muchas personas y las envilece un poco, o mucho, y las hace más agresivas, más violentas, más engreídas y más arrogantes, pero esos sólo son una minoría que hay que detectar para evitarlos. Y eso, por suerte, es muy fácil. Pero luego están todos los demás, que no merecen esa fama porque están dispuestos a cumplir las normas, a respetar a los demás, a ser prudentes, a ser amables y a llevarse bien.

Resulta imprescindible recuperar el espacio y el tiempo perdidos en esta esquizofrenia colectiva que nos ha querido hacer ver que las bicicletas lejos del tráfico eran convenientes y recuperar la cordura que las devuelva a su lugar, la calzada, el carril. No sólo es posible, sino que es necesario y además fácil.

Así pues hay que desterrar las malas maneras, al menos desde los ciclistas. Aunque muchas veces nos veamos tentados de responder con la misma violencia con la que se dirigen a nosotros, es imprescindible demostrar que en bici se vive mejor, más tranquilos, más serenos, más conscientes, más amables, más felices. Eso es mucho más definitivo que el estúpido ojo por ojo de la réplica.

Un saludo al que nos pita, que igual nos conoce y, para el que nos grita, ahí van algunas opciones (tomado de aquí):


Que traducido viene a ser algo así (en Bicilibre):

lunes, 17 de octubre de 2011

Apuntándose tantos y repartiéndose la gloria

La Fundación ECA Bureau Veritas en su afán de capitalizar todo el movimiento relacionado con la bicicleta en la ciudad ha vuelto a dar una campanada, ahora con el eco de su Red de Ciudades por la Bicicleta y la inestimable colaboración de la DGT. Vimos hace unos días que presentaban conjuntamente los fabulosos resultados del Barómetro de la Bicicleta con su ya famoso incremento de un millón de ciclistas estimados en los últimos cuatro años, que parece que es más mérito del que lo dice casi que de los que lo hacen. Claro que cuando hablamos de estimaciones no hay más que presuntos ciclistas y esos no pueden hacer declaraciones. Por suerte.

Ahora se les ha ocurrido lo del Registro Nacional de Bicicletas. Otra interesante milonga que, además de pisotear la iniciativa que ha venido defendiendo contra viento y marea la empresa barcelonesa Bicitronic, no es más que otro canto de sirena mientras se siguen aplazando los temas centrales para que la bici tenga oportunidades reales en las ciudades.

El Registro vende la seguridad y la disuasión del robo que no se implementa a través de aparcamientos cerrados, cubiertos y vigilados tanto en domicilios como en centros de actividad y a través de consejos prácticos sobre la utilización de sistemas de candado.

¿Por qué los ayuntamientos que forman esa fabulosa Red de Ciudades por la Bicicleta no plantean una Estrategia Nacional de Educación para la Movilidad Sostenible o un Plan Nacional de Aparcamientos de Bicicletas Seguros en Centros Püblicos? ¿Será que ya no hay Escuelas Municipales o Centros Municipales? ¿Y por qué no un Plan Director de Cómo Meterle Mano al Coche de una vez por todas?

¿O será que ya se han acabado las vacas gordas y hay que inventarse cosas que no cuesten dinero y sigan dando la misma publicidad sin que resulten demasiado comprometidas ahora que hay que renunciar a lo de la bici pública y el carril bici porque ya no hay esa alegría subvencionadora de estos últimos años?

Para calmar las conciencias encausadas y no romper la magia del momento la Red de Ciudades por la Bicicleta además ha decidido repartirse la gloria entre los miembros del grupo y así han elegido a Zaragoza como sede del Registro.

Y, por si esto fuera poco, han inventado una figura novedosa: la Capital Española de la Bicicleta, que, para evitar suspicacias, se la han concedido a Murcia para cuatro años. Por sus méritos declarados, a saber: ciento y pico kilómetros de vias ciclables, sistema de préstamo de bicis y oferta de aparcamiento seguro de bicicletas, además de otras cosas menores.


Espero con interés las conclusiones de las Jornadas de la Bicicleta Pública que acabaron ayer en Santander, que seguro que nos arrojan resultados fabulosos y toda una colección de buenos propósitos y fórmulas mágicas.

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domingo, 16 de octubre de 2011

Espacios libres de bicis

Hace muchos, muchos años cualquiera andaba por donde le parecía, la movilidad no era un problema, la cantidad de vehículos tampoco, el espacio disponible era amplio y no estaba regulado. No se podía dejar el vehículo en la calle "abandonado". Eran años donde la prisa no presidía cada uno de los movimientos de las personas y donde el estrés estaba reservado a una minoría insignificante.

Luego vinieron los años gloriosos del coche, el permiso para ocupar la vía pública para dejar tu vehículo por espacio ilimitado a lo que se llamó "aparcar", la ordenación de la circulación, los semáforos, el secuestro de la calle para el tránsito motorizado, la "proletarialización" del coche, la necesidad de moverse para todo, la deslocalización del trabajo, la dispersión de la vivienda, en definitiva, la movilidad con sus elementos inseparables la congestión, la contaminación y el estrés.


Hoy es el día en que nos hemos dado cuenta, o al menos así lo proclamamos, que esta situación se ha convertido en insostenible y andamos queriendo darle la vuelta a algo que ha generado unos intereses realmente despropocionados y con ellos unas inercias muy difíciles de reorientar. Coche, casa, trabajo y ocio son todo uno, indivisible e irrenunciable.

En el intento de racionalizar el uso del coche, más testimonial y simbólico que otra cosa, se ha presentado la fórmula de:

+ peatón + bicis + transporte público + coche compartido + moto = - coche

Aunque en realidad la obsesión es vigilar los mases (+) que el menos (-), ya que, cada uno en su parcela, sólo cuenta de los suyos, pero nadie contabiliza bajas en viajes de coche o, lo que es mejor, viajes de coche sustituidos.

Bueno, el asunto es que, en esta vorágine y en medio de un proceso de peatonalización de lugares clave en las ciudades, el número de ciclistas ha crecido espectacularmente, pero han crecido en un espacio que no les corresponde, fuera de tiesto. Es lo que tiene hacer las cosas tarde, mal y nunca, que acabas echando la simiente fuera del sitio y luego va, toma y echa raices.

Es el caso de los ciclistas con los espacios peatonales. Han renacido ahí y ya empiezan a representar una plaga que está poniendo en juego la libertad de movimientos de los viandantes. Tanto es así, que la reacción en muchos lugares empieza a ser la prohibición expresa de las bicicletas, como elemento indeseable en espacios que se quieren mantener libres de circulación.

¿Excesivo? En absoluto. Las bicicletas han invadido tantos espacios de una manera tan insolente y con tanta permisividad que, tristemente, este tipo de islotes peatonales cada vez son más frecuentes. Y no sólo aquí, también en el mundo civilizado (o bicivilizado). Igual que en los inicios de la ciclabilidad nos llamaban la atención los permisos de circulación que tenían las bicicletas donde a los coches no se les dejaba acceder, hoy tendremos que acostumbrarnos a ver, cada vez con más frecuencia este tipo de señales, que limitan el uso de la bicicleta para preservar la calidad del desplazamiento peatonal.

Ayer probé uno de estos espacios (otra vez) y os aseguro que fue un placer desmontar de la bicicleta y entrar en un area donde la gente estaba distendida, donde los caminantes no miraban para atrás atemorizados, donde los menores y los mayores se movían a sus anchas, sin miedo.  Al salir del mismo me entró una sensación extraña mientras volvía por uno de esos espacios que decimos que comparten peatones y ciclistas

¿Estamos confinando a los que no usan ningún tipo de vehículos en ghettos vallados y señalizados? ¿Es una especie protegida o una especie en vías de extinción? ¿Y quién es su amenaza?


Artículos relacionados:

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- Soy peatón ¿tengo derecho?

jueves, 13 de octubre de 2011

El "ring ring" ¿a quién avisa?

Hoy he participado en un programa de radio en el que se trataba, cómo no, el tan traído y llevado tema de las bicicletas en la ciudad y, en el transcurso del mismo, me he dado cuenta de que el asunto de la peatonalización de las bicicletas es mucho más grave de lo que a simple vista puede parecer y entraña toda una serie de consecuencias que van más allá del simple cambio de plataforma de la calzada a la acera.

Para empezar, si analizamos la normativa, las bicicletas están obligadas a ir equipadas con frenos, luz delantera, reflectante trasero y timbre. Nada nuevo. Sin embargo ¿por qué exigen este equipamiento y no por ejemplo luz de freno, faros delanteros con un mínimo de potencia, luces traseras y una bocina que puedan oirla los conductores que van encerrados en sus carrocerías? Pues es simplemente por lo mismo por lo que se está debatiendo enconadamente cómo debe cruzar una bicicleta un paso de peatones.


Este tipo de normas, como que los carriles bici sean obligatorios y por ellos no se pueda circular a más de 20 kms/hora son las cosas que están sacando de quicio el asunto de la ciclabilidad. Se están dando pasos decididos hacia un modelo de circulación ciclista que no moleste más que a los ciclistas y, por supuesto, a los peatones.

Con luz delantera y timbre una bicicleta anuncia su paso en una zona peatonal, pero no evita el golpe por alcance cuando un automovilista no le ve de noche. Con la polémica sobre los pasos peatonales estamos olvidando que las bicicletas cuando acceden a un paso de peatones lo hacen desde una plataforma peatonal lo cual es irregular por definición. Pero a la vez hemos dado por sentado que para jóvenes y mayores el lugar más seguro a falta de carriles bici de diseños reprobables son las aceras.

Y ahí estamos, tratando de ganarnos la simpatía de los peatones con nuestro timbre insolente porque estamos empezando a constatar que lo de quitarle algo al coche va a ser imposible, sobre todo porque los que están al mando del asunto no quieren hacerlo.

Esto es lo más grave, esta renuncia tiene unas consecuencias históricas importantes. Importantísimas. Renunciar a la calzada en vez de exigir la seguridad en la misma conlleva la automática discriminación de las bicicletas y por ende la consecuente segregación peatonal. Y renunciar a la convivencia en la carretera y demandarla en las aceras es poco menos que inhabilitar al peatón en su libre discurrir por su espacio natural gracias a una desnaturalización forzada e interesada de la bicicleta.


El argumento del miedo y de la consecuente seguridad exigible, que es lo que justifica este orden de cosas, está alimentado por los intereses estabilistas del automóvil y tratar de obviarlo es tan grave como reconocerlo y no hacer nada.

Así pues, a todos esos del "ring ring" yo les diría que la revolución ciclista no va a ocurrir transitando musicalmente por una acera y que empiecen a pensar que pueden ser los grandes impulsores de la despeatonalización de las ciudades.

miércoles, 12 de octubre de 2011

La gran inocentada

Ultimamente se han dado a conocer las estrategias y los resultados de algunas iniciativas relacionadas con lo que en los últimos años se ha dado por llamar movilidad sostenible y que no es otra cosa que el intento más o menos decidido de tratar de reducir el uso del coche en el medio urbano, dando mejores oportunidades a modos de transporte más limpios y eficientes.

Eso dicho así suena a buen propósito, pero, ¿realmente se está consiguiendo que la gente se cuestione el uso del coche o es más bien una operación de maquillaje político ahora que lo ambiental parece que tiene tanto tirón?

No es momento de ponerse pesado analizando estadísticas derivadas de encuestas de movilidad que suelen ser más fruto de declaraciones de buenas intenciones que de conteos rigurosos y repetidos en puntos concretos de la ciudad sin tendenciosidades (una muy frecuente: contar ciclistas en una calle antes de hacer un carril bici y después, sin ponderar el efecto succión del tráfico ciclista de las calles adyacentes, y con eso estimar el crecimiento de la masa crítica ciclista en una ciudad). Lo que sorprende es que nadie esté consiguiendo resultados significativos en la reducción real del uso del coche en la ciudad. Ni Londres con su tasa de congestión, ni Barcelona con su batería de medidas espectaculares, ni Sevilla, ni Vitoria con sus revoluciones ciclistas y sus tranvías. Todos se vanaglorian de la originalidad de sus propuestas, del impacto mediático de las mismas, de las grandes expectativas que albergan, pero la verdad es que una inmensa mayoría sigue yendo en coche.

Más allá de creer que esto es algo así como un cuento chino en el que valen más, otra vez, las grandes palabras, los perogrullos más facilones o las apariciones estelares en los medios de comunicación, que lo es, algunos empezamos a creer que este juego de la movilidad sostenible se trata, en la inmensa mayoría de los casos, de una broma pesada del estilo "dame pan y llámame tonto", gracias a la cual a base de soltar unas migajas para tener a algunos sectores de la población contentos (los "bicicleteros" son grandes comedores de migajas) siguen haciendo las mismas chapuzas que nos han traído hasta aquí prometiéndonos que nos están llevando a otro sitio.

Y mientras tanto, la congestión vehicular sigue protagonizando las horas punta, las ciudades siguen adoleciendo los males de la cesión histórica del espacio y los derechos a la circulación motorizada masiva y todos en nuestras casas seguimos mirando con auténtica adoración a ese tanque que nos permite alcanzar el milagro de la ubicuidad, porque no nos acabamos de creer el apocalipsis energético, medioambiental, planetario del que muchos visionarios insisten en alertarnos.

Pero también en medio de toda esa farsa colectiva, ha habido personas que se han creído la historia y se han aplicado el cuento y han reducido drásticamente el uso de sus carros blindados en la ciudad. ¿Inocentes, crédulos? ¡Qué más da! Esos han visto la diferencia, esos han podido comprobar que otra manera de desplazarse es posible, esos han vuelto a sentir la ciudad. A esos y esas les da igual que todo esto no sea más que una broma pesada, porque a ellas y a ellos les ha servido para cambiar sus vidas y ahora no van a dar marcha atrás.

 ¿Y si es un gran engaño y estamos creando un mundo mejor para nada?

lunes, 10 de octubre de 2011

Esta ciclabilidad es surrealista

Intentaba explicarlo en los últimos artículos. Nos han vuelto locos, definitivamente. Nos faltaba muy poco, pero ya está. Ya han conseguido que su sistema se haga incomprensible de puro retorcido, y ya ha llegado el día en que nadie es capaz de interpretarlo y cada uno se las apaña como puede, como se lo imagina o, en el mejor de los casos, como le viene en gana.


Era una crónica anunciada. Semejante desnaturalización y reinterpretación de todo no podía dar otro resultado. Y parece que todos han coincidido en la fecha para denunciarlo. Ayer, sin ir más lejos, veíamos las noticias de Pamplona, Vitoria-Gasteiz y Sevilla en las que se dejaba patente este estado de desorientación y de descontento. Hoy le toca el turno a Valencia.



Esta ciclabilidad que se traduce en la mayoría de los casos en hacer andar a las bicicletas por las aceras (con o sin carril bici), cuando no por intransitables circuitos discontínuos y sin criterio, es lo que tiene: que luego nadie se aclara. Y esto, además de provocar inseguridad colectiva, crea peligro y crispación entre los peatones. No tiene vuelta de hoja.

El problema es que somos tan tozudos que, después de hacer caso omiso a los avisos insistentes que se han ido dando desde el principio de todo este proceso y después de haber consumado todo este desastre, ahora a ver quién es el valiente que se quiere dar cuenta del fracaso y que pone en tela de juicio todo este desmán y propone la deconstrucción del carril bici, la derogación de estas normativas imposibles y la reinclusión de la circulación ciclista en el tráfico en la mayoría de las calles a través de la pacificación del tráfico y la reducción de las velocidades. Desde luego si hay alguien, más que un valiente se tratará de un suicida.

Seguiremos atentos a nuestras pantallas y seguiremos presenciando el devenir de este despropósito  desde nuestros manillares. Algo que se augura emocionante. Suerte para todas y todos.

Todo el día mensajeando

Hoy publica Copenhagenize esta película al estilo cine mudo que recoge una historia de las "bicisitudes" de un histriónico mensajero en bici de NYC, desmitificando la imagen de los aguerridos ciclorrepartidores neoyorquinos. Como diría JR de Goteo, "un tipo que se pega todo el día mensajeando por la citi" o algo así.


A Day's Messing from Jeff Seal on Vimeo.

Una pequeña obra de arte.

domingo, 9 de octubre de 2011

¿Debe un ciclista ceder a otro en un paso de cebra?

No es broma. Es un caso real. Demasiado real y cada vez más frecuente, desgraciadamente, en un mundo que cada vez es más surrealista y cobra tintes más grotescos y penosos. Es, además, uno de los debates más enconados entre esos que insisten en circular por aceras, cuenten con "facilidad ciclista" o no. Frenazos, bocinazos, aspavientos, palabras gruesas y la consabida llamada al Derecho, así, con mayúsculas, están a la orden del día en los pasos de cebra de las ciudades en las que, como la mía, cada vez más ciclistas han invadido las aceras o circulan por unos caminos imposibles a los que llaman "carril bici" con la Ordenanza de Tráfico en la mano.


Ya he insistido más de una vez en la singularidad de Pamplona y Comarca, que va mucho más allá de los Sanfermines y que alcanza cotas internacionales también en su originalidad a la hora de hacer la "cosa ciclista" que aquí llaman ciclabilidad. Además de haber conseguido el inestimable logro de apartar a las bicis de la calzada en calles donde no hacía falta y dejarlas desvalidas en otras donde merecería la pena darle un trato diferenciado, el Ayuntamiento de la capital navarra, vitoreado por algunos inconscientes que dicen defender intereses ciclistas, ha ingeniado toda una serie de recursos para dar carta de naturaleza a este despropósito y justificar lo injustificable.

Así ha aprobado, sin demasiada oposición también hay que decirlo, una Ordenanza de Tráfico que da rienda suelta a la improvisación y acaba regulando aquello tan simpático de que "los ciclistas pueden cruzar el paso de cebra montados en la bici tras pararse" (que hoy recoge el diario de más tirada aquí) entre otras muchas joyas de tintes surrealistas. Todo un dechado de creatividad, en la ciudad en la que a los ciclistas se les ha permitido circular por las aceras que el consistorio ha pergeñado para tal fin con el simple gesto de pintar una raya discontínua y en la que la prioridad es peatonal y la velocidad máxima de circulación ciclista no puede sobrepasar los 10 kilómetros por hora, que nadie está seguro cómo se miden, ni si se miden, ni si se pueden medir. Y eso es sólo una pieza de todo un muestrario. Y no sólo en Pamplona, que en otras partes cuecen habas con mucho más caldo. Por ejemplo, Sevilla o Vitoria-Gasteiz.


Lo que pasa es que, de puro descabellado ya que es todo, nos estamos acostumbrando a discutir sobre cosas laterales como ésta con tal vehemencia y acaloramiento, como es propio de estas latitudes, que acabamos olvidando que con un poco de comprensión, de empatía, de querer compartir, de querer convivir no harían falta tantas normas, tantas argucias, artilugios y artificios para circular, para discurrir, con respeto y con agilidad.

Pero nos gusta lo complicado, y acorazarnos de derechos para rivalizar en situaciones auténticamente ridículas en vez de simplificar, utilizar el sentido común y ceder cada uno un poco para ganar todos mucho. No sé si es una cuestión genética, cultural, social, política o una ensalada de todo ello pero aquí el que es cívico es todavía un pardillo al que toda una cohorte de espabilados le toman ventaja. Y así se nos va la vida, discutiendo por chorradas y olvidándonos de lo esencial que es vivir mejor.

Lo peor de todo es que, con el mero hecho de que sea discutible estamos dando carta de naturaleza a un disparate tal como que cualquier persona acuda a un paso de peatones (desde una acera obviamente) montada ya en su bicicleta y esto, que para nada es natural, al único que otra vez beneficia es al estatus del coche que se queda por pura asimilación con la hegemonía de la calzada.


Yo seguiré circulando por la calzada y  yo no os voy a ceder el paso cuando usurpéis un paso de peatones, aunque vengáis de un carril bici, porque sigo creyendo que circular por la acera puede tener una lógica, pero querer hacerlo con derechos es injustificable y además agravia de una manera determinante a los peatones. Espero que entendáis que lo hago por defender vuestros derechos irrenunciables en la calle, más que por intimidaros como hacéis vosotros con los peatones.

Artículos relacionados:

- ¿Cómo debe cruzar una bicicleta un paso de peatones?
- Pierde cuidado, no van a cederte el paso
- ¿Qué pasa cuando las cosas se desenfocan?

Artículo no relacionado:

- Aprender a andar con la bicicleta en la mano

¿No sería más fácil hacer simplemente esto? 
¿O representaría una humillación para muchos ciclistas?


Mirando desde los ojos de los demás

Una de las máximas de la seguridad vial para ciclistas es que no se obsesionen mirando coches, parachoques y carrocerías y que busquen los ojos de las personas que los conducen para asegurarse que les han visto y para interpretar sus intenciones respecto a si van a ceder el paso o no. Este consejo que repetimos hasta la saciedad muchas de las personas que dedicamos parte de nuestro tiempo a educar o al menos a comunicar nuestra experiencia es una de las claves para entender que esto no es, ni ha sido, ni nunca será una guerra entre vehículos sino más bien un encuentro o desencuentro entre personas. Saber detectar al energúmeno es la clave al conducir una bicicleta y, en general, al relacionarse en la vida.

En esto del ciclismo relacional hace una buena temporada que venimos comprobando, los que utilizamos la bicicleta todos los días y más los que lo hacemos con dignidad, decencia y educación (con bicivilidad), que la imagen de la bicicleta ha cambiado de una manera radical en nuestra sociedad. El ciclista no es un paria, como tratan de defender algunos para luego cargar contra justos y pecadores en su cruzada pro-bici, ni mucho menos. Las personas que andamos en bici con naturalidad, sin agredir, sin intimidar no solo nos hacemos acreedores del respeto de los demás, sino que nos vamos ganando su simpatía.


Yo vengo circulando todos estos días con un fabuloso tándem Hase Pino en el que vamos 3 personas a nuestras rutinas diarias: cole, curro, actividades, compras... No es una bici normal, pero es una bici en definitiva. Años atrás, y os lo digo por experiencia, esto hubiera suscitado comentarios grotescos, risas despectivas y miradas ridiculizantes. Una persona que iba en una bici, y más si la bici era rara, era el objetivo fácil de la gracia tonta y del comentario cuadrillero, cuando no del chiste simplón.

Hoy no. Y no sólo eso. Lo más interesante de este cambio es que aquel desprecio que se ha convertido en esta admiración se provoca en todo tipo de gente, pero de una forma más abierta entre los adolescentes. Esta es una buena señal. La bicicleta representa algo deseable para ellos y para una proporción cada vez mayor de la población. Esta empatía incipiente es un tesoro que debemos consevar, cuidar, mimar. En cada viaje, en cada viraje, en cada maniobra, en cada cruce, en cada ir y venir. Tenemos que entendernos, tenemos que hacernos entender, tenemos que mirar desde los ojos de los demás.

viernes, 7 de octubre de 2011

Sólo algunas razones para andar en bici



RAZÓN # 8 -   Andar en bici libera endorfinas agradables
RAZÓN # 29 - Cero contaminación acústica
RAZÓN # 5 -   Ves tu ciudad de una manera que los conductores no pueden
RAZÓN # 9 -   Te permite hacer viajes puerta a puerta
RAZÓN # 10 - Cuanto más éxito tienes más probablemente andarás en bici
RAZÓN # 27 - Hace que una gran ciudad parezca más pequeña
RAZÓN # 13 - Andando en bici quemas unas 300 calorías a la hora

... y te hace más amable y más puntual en tus citas.

Dime si no son bastantes... y eso que son tan sólo algunas.

Gracias a Lisbon Cycle Chic.

jueves, 6 de octubre de 2011

Ciclistas y bicicleteros, tenemos un problema

Así es. Y no pasa un día, una hora, quince minutos en la calle sin volver a comprobar que es así. Esto se nos ha ido de las manos o, mejor dicho, han hecho que se nos vaya de las manos. Llevamos años, décadas reclamando el reconocimiento de las personas que andan en bici como ciudadanos de pleno derecho y, más aún, como ciudadanos que ayudan a recuperar la ciudad para vivirla, para hacerla más humana, llevamos años, décadas reclamando el reconocimiento de las bicicletas como vehículos de pleno derecho y, más aún, como vehículos deseables en las calles porque ayudan a calmar el tráfico, obligan a convivir, a entenderse y ¿qué hemos conseguido? Poco, muy poco.

Porque han llegado una pandilla de insensatos, muchos de ellos procedentes de nuestras propias filas (más vale un enemigo declarado que un presunto amigo ladino), y han cocinado toda una serie de despropósitos con la dudosa intención de multiplicar las bicicletas en la calle como si fuera el milagro de los panes y los peces, y nos han dejado fuera de juego. En vez de echar un cable, nos han colgado una soga de la que cuelga un cartelito que dice "Carril bici ya" aunque se lee, "Caiga quien caiga", que traducido quiere decir, "Me importa un carajo todo si veo más bicicletas en la calle".


No sé qué se puede hacer cuando este contubernio cuenta con la bendición de asociaciones que son capaces de firmar cualquier cosa con tal de figurar en la foto, no sé qué se puede hacer con tanta autocomplacencia de gente que cree que el camino de la bicicleta pasa invariablemente por damnificar a los peatones, no sé qué se puede hacer ante tantos y tantos bicicleteros y bicicleteras que acosan a los viandantes con actitud chulesca y con absoluta impunidad.

Pero el caso es que tenemos un problema que está creciendo día a día, cada vez que un peatón se ve intimidado, cada vez que un coche pega un bocinazo sólo porque estás allí, en su camino, cada vez que un personaje se toma una licencia a bordo de una bicicleta creyéndose el dueño de la calle, sólo porque nadie es capaz de pararle. Tenemos un problema que está tomando tintes dramáticos, porque, si siendo una minoría no sabemos estar a la altura de los acontecimientos ¿qué vamos a hacer cuando todo esto crezca más como lo está haciendo?

Así pues, antes de montar la siguiente Bicicrítica, Bicifestación, Bicifiesta, Biciforo o Bicicongreso pensad que hay que empezar a mirarse al espejo de esta realidad y preguntarse ¿es esto lo que estábamos persiguiendo o la bola nos ha pasado por encima y ahora va a por los peatones dejando a los automovilistas indemnes?

Hace falta una revolución en el seno de esta eclosión biciclista que devuelva un poco de cordura a un mundo que, sin darnos cuenta, se está volviendo contra nosotros y está hipotecando nuestro futuro y aletargando el fin último que perseguíamos: tener unas ciudades más humanas, más divertidas, más tranquilas, más seguras, más agradables, más vivibles, más interesantes, más entrañables, más cercanas, más ilusionantes, más vivas.

Igual me equivoco, pero yo al menos creía que perseguíamos eso.

martes, 4 de octubre de 2011

Bicicletas registradas, ciclistas controlados

Hoy se ha dado a conocer en rueda de prensa la inminente implantación de un sistema de marcaje y registro de bicicletas en la ciudad de Pamplona. No es nada nuevo. Este sistema, el Bicitronic, es el mismo que funciona hace años en Barcelona y al que se han ido incorporando ciudades emblemáticas en esto del desarrollismo ciclista como han sido Sevilla, Donostia, Murcia o Vitoria-Gasteiz, y otras como Zarautz o Vilanova i La Geltru. Nada nuevo insisto.


En su día ya intenté dejar claras las dudas que me despertaban los registros para atajar el mal endémico del robo de bicicletas, así que no insistiré en ello. Simplemente creo que es un elemento más de disuasión y, en la medida en que es discrecional, cada uno es libre de proteger su bicicleta por el medio que considere más efectivo o por la suma de varios de ellos, así que, que un ayuntamiento más ponga a disposición de sus ciudadanos un sistema de estos y se comprometa a alimentarlo y a vigilarlo, de entrada no está mal.

Pamplona innova

La diferencia es que en Pamplona, ciudad conocida por tener el mayor número de kilómetros de acera bici por habitante de toda España y me temo que de todo el mundo, el registro de bicicletas se propone con un leve matiz que no debe quedar soslayado. A la vez de presentarse como un elemento disuasorio del robo y un método de seguimiento de bicicletas sustraídas, los responsables del Area de Seguridad Ciudadana, encabezados por el concejal D.Ignacio Polo, han dejado bien claro que este registro va a servir también para tener controlados de alguna manera a los ciclistas que circulan por el viario de esta ciudad para la prevención de posibles incidentes. Para eso, además, van a "innovar" añadiendo una placa a modo de matrícula que facilitará la identificación de las bicicletas infractoras.

Aquí es donde el arma presenta su doble filo. Dicho en plano viene a ser algo así como "si quieres que nos preocupemos por la seguridad de tu bicicleta tú preocúpate por no darnos problemas con los peatones por toda esa colección de aceras por las que te hemos hecho andar porque si no... ".

Ya lo decía hace unos días, y hoy me lo ha confirmado el máximo responsable en la ordenación de la circulación en esta ciudad, esto de la movilidad sostenible en bicicleta que había empezado como un juego inocente en los años alegres del Pacto de Movilidad, se ha convertido en un problema que empieza a ser molesto para este tipo de corporaciones orientadas a no restar al coche ninguna de las ventajas y concesiones que ha ido conquistando en los últimos lustros. Y los que utilizan las bicicletas son una especie de individuos e individuas que andan incordiando allá donde circulan, en la carretera a los coches, en las aceras a los peatones y siempre a la Policía Municipal que es al final a la que le llegan todas las quejas, por vía directa o por los artículos diarios en la prensa local.

De aquí a la licencia ya sólo queda un paso

Tiempo al tiempo, y no es por ser agorero, pero la Ordenanza de Circulación de esta ciudad, que también es puntera en algunos de sus artículos se reserva el derecho a que este registro, que hoy se presenta como voluntario, sea un día de carácter obligatorio y funcione como una licencia sin la cual ningún ciclista podrá circular tranquilo, ni siquiera por las aceras robadas a los peatones para no dañar los intereses de los coches. Literal:
Artículo 29.- Registro de bicicletas.
El Área que ostente la competencia en Movilidad podrá crear un registro de bicicletas, exigiendo la inscripción en el mismo a todas las bicicletas que pretendan circular por aceras señalizadas, parques, paseos y áreas peatonales.
La inscripción en el registro supondrá la obtención de una matrícula que facultará para circular por las zonas señaladas.
Para la inscripción en el registro será necesario estar en posesión de un seguro de responsabilidad civil con las condiciones que se recojan en la resolución de la creación del registro.
Otro día hablamos de los seguros para ciclistas y para bicicletas, que también tienen su enjundia.