sábado, 31 de diciembre de 2011

¿Quién da la última campanada en esto de la bici?

Ya parecía que íbamos a dar el año por concluído sin más sobresaltos ni noticias rocambolescas, cuando ha venido Valladolid y ha protagonizado la campanada que pone la guinda a este disparatado 2011. Los del Pisuerga, su Ayuntamiento, ha decidido echarle imaginación a esto de ordenar el asunto de las bicis es esa ciudad y le ha dado la vuelta de tuerca que todos los simpatizantes de sacar las cosas de quicio estábamos esperando y ha tenido la desfachatez de presentarlo en forma de proyecto de Ordenanza Municipal de Circulación.

Por si el asunto este de la discrecionalidad y la inventiva no estaba suficientemente desmadejado en este país de zambomba y tamboril, el ayuntamiento pucelano se las ha compuesto con medidas descabelladas, inoportunas e insólitas. Y lo han hecho sin ruborizarse. Más es, pretenden con ellas conciliar el tráfico ciclista y conseguir unos resultados que contenten a todosy sirvan para impulsar de una manera definitiva el uso de la bicicleta como medio de transporte urbano.

¿Sus ocurrencias?

Permitir que los ciclistas circulen por las aceras de noche. Eso sí, ¡de 22:30 a 10:00 horas! Por aceras de más de 3 metros. Circulando a velocidades no superiores a 10 kilómetros por hora. Con timbre. Sinceramente aterrador.

"Acera bici" en el Paseo Zorrilla
Luego se adornan con otras propuestas como la de permitir que los ciclistas ocupen un carril... aunque lo limitan sólo al carril derecho y no al que el de la bici elija según su trayectoria. También hablan de remolques y silletas para transporte de niños, animales y carga homologados... aunque no mencionan dónde se pueden homologar remolques para transportar niños, que a día de hoy son ilegales según el Código de Circulación. Aluden también a cómo debe conducirse una bicicleta y tratan de ordenar el aparcamiento, entre otras muchas cosas.

Como instrumento de máxima utilidad se define expresamente la acera bici como herramienta para poder conectar carriles bici.

Se menciona en la noticia la influencia decisiva que ha tenido la Dirección General de Tráfico con sus orientaciones hacia lo que en el futuro debería ser una norma universal, pero ellos, valientes, anuncian que no van a esperar a eso y que van a acelerar el proceso para poner en vigor esta colección de barbaridades.

La aportación de la asociación ciclista local

Hasta aquí todo normal. Lo peor viene cuando la Asamblea Ciclista de Valladolid, entidad que pertenece a ConBici, entra en escena y, en vez de poner un poco de sentido común en el asunto y devolver las aguas al cauce de la sensatez, demandan mayor disposición de los espacios peatonales y permiso para circular en bicicleta por aceras y zonas peatonales todo el día.

¿Dónde está la ciudad 30? ¿Dónde el desagravio hacia los peatones y el respeto de las aceras como espacio exclusivo para estos?

Absolutamente demecial.

El carrillón

Ahora bien, para los que esto no os parezca suficientemente desafortunado, nos acaba de llegar.


Esta empresa alavesa de visionarios han pensado en defender nuestras bicicletas de los cacos con elefantes, a razón de un elefante por bicicleta, eso sí con la posibilidad de hacerlos inteligentes. Dos metros cúbicos, 2, para cada bicicleta a modo de barrera arquitectónica colosal.

Para visualizarlo han montado una simulación junto a una acera bici bidireccional, donde sus elefantes pastan ocupando la poca acera que queda hasta el edificio contiguo. Sen-sa-cio-nal.

Está claro que esto no se va a acabar hasta que no se termine y tendremos que estar atentos hasta el último minuto, no vaya a ser que alguien nos sorprenda con algo más audaz y más desorbitado todavía, en este año loco.


¿Alguien da más?

jueves, 29 de diciembre de 2011

Las consecuencias indeseables de andar en bicicleta

Si estás pensando en reemplazar tu auto, la micro o el metro por una bicicleta, entonces es importante que conozcas las repercusiones de esa decisión. 

Lee a continuación 8 efectos secundarios de los que el vendedor de bicicletas no te habló:

1. Pérdida de peso. Si estás tratando de ser gordo, el ciclismo no es lo adecuado para ti. Andar en bicicleta es conocido por eliminar calorías de las reservas de grasa del cuerpo.

2. Respiración más lenta. Las personas que andan en bicicleta regularmente, necesitan más tiempo entre cada respiración, ya sea cuando se ejercitan o en tiempo de reposo.

3. Peligrosa disminución de stress. Aquellos que se transportan al trabajo en bicicleta son menos propensos a ser hostiles, lo cual es una herramienta importante para sobrevivir en el mundo de hoy.

4. Puntualidad. Ser capaz de navegar en el tráfico de la ciudad, tomar atajos en lugares donde no caben los coches, y elegir entre las vialidades de autos y bicicletas, frecuentemente deja a los ciclistas aburridos esperando a que lleguen el resto de sus colegas.

5. Estimulación mental sin cafeína. Aquellos que usan la bicicleta seguido obtienen un sentido de alerta natural, y por lo tanto no pueden justificar la taza de café mañanera.

6. Sentimiento de invencibilidad. Las personas que son su propio medio de transporte, muchas veces sienten que pueden lograr cualquier cosa.

7. Puede llevar a otras actividades. Andar en bici propicia la curiosidad, exploración, e incluso la dependencia de otros vehículos no motorizados.

8. Extrema alegría. Los ciclistas regulares tiene problemas para entender la ira de los conductores de coche, y por lo tanto se quedan afuera del popular pasatiempo de hablar sobre el tráfico. Demasiadas sonrisas pueden causar líneas de expresión en la cara.

de Petit Daniela, el miércoles, 28 de diciembre de 2011 a la(s) 20:32 en Facebook

P.D.: No me he podido resistir y lo he transcrito integramente. Sólo añadiría otra consecuencia: genera dependencia.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

El coste de oportunidad

¿Cuánto hemos dejado de ganar por haber elegido una determinada inversión en vez de otras? Un concepto básico en economía es el llamado coste de oportunidad. Sirve fundamentalmente para valorar las inversiones de forma relativa, respecto a las distintas opciones elegibles y, sobre todo, respecto a las que se dejan de elegir, a la mejor entre ellas. Por desgracia, una herramienta muy poco utilizada en tiempos de bonanza. Se puede aplicar a cualquier sector o actividad económica, pero, en lo que nos atañe que son las bicis, debería ser el instrumento central, mucho más en tiempos de crisis y de recesión.

Pero ¿por qué hemos de ser los más pobres los más mirados a la hora de gastar cuando todo el mundo ha despilfarrado y aun despilfarra a manos llenas sin ningún tipo de control ni miramiento cuando nuestras inversiones son las migajas de los grandes pasteles? Pues precisamente por eso. Uno de los argumentos de la bicicleta es su economía y hay que ser especialmente celosos, cautos y ejemplares cuando hablemos de presupuestos para la bicicleta, sobre todo cuando hablemos de magnitudes decentes y hagamos comparaciones.

Que la cultura del dispendio y del pelotazo hubiera echado raices a nuestro alrededor tampoco nos daba crédito en los años de las vacas gordas. Porque con lo que jugábamos y con lo que jugamos es con la desvirtuación de la bici y eso es muy grave.


Hace unos días corrió por la web un artículo sobre el fracaso de algunos sistemas de bicicletas públicas en Cataluña. Lejos de analizar el tema en profundidad, la noticia venía a justificar la eficiencia o ineficiencia de los sistemas, de acuerdo con un modelo pretendidamente exitoso como es el de Barcelona, sólo por número de usuarios e intensidad de usos, nunca por viajes evitados en coche, nunca por las oportunidades perdidas por haberse metido en esta batalla.

En la sociedad de los hechos consumados sólo somos capaces de visualizar y tratar de justificar la idoneidad de las inversiones realizadas contabilizando su rentabilidad en valores absolutos. Esto levanta toda sospecha porque no son comparables más que con sí mismos y además, apoyados en estadísticas sesgadas y debidamente interpretadas, es fácil demostrar lo adecuado de las operaciones.

¿Y si... ?

Pero ¿qué pasaría si pudieramos comparar resultados con inversiones alternativas?

Volviendo al tema de las bicis públicas ¿qué habría pasado si todos los millones que se han invertido en los sistemas de bicicletas públicas se hubieran destinado a otro tipo de proyectos? Por ejemplo ¿qué habría pasado si se hubieran regalado bicicletas por el mismo valor? ¿Y si se hubieran cedido en préstamos de larga duración? ¿Y si se hubieran destinado a formar personas para que estuvieran mejor preparadas para el ejercicio de la bicicleta? ¿Y si se hubieran dedicado a habilitar aparcamientos seguros para bicicletas? ¿Y si se hubieran construido casas de la bicicleta? ¿Qué habría pasado?

Pues sólo en Barcelona se hubieran podido regalar del orden de 40.000 bicicletas al año, que si se hubieran prestado ya conformarían una flota de apenas 200.000 bicicletas y habrían alimentado a los talleres de bicis locales con sus chequeos y mantenimientos. Sin los problemas que presentan estos servicios en la redistribución, caídas del sistema, ocupación del espacio o falta de disponibilidad. ¿Cómo lo hubiéramos llamado? Despropósito. ¿Cómo lo llamamos? Servicio público.

En vez de eso seguimos ocupados intentando optimizar lo ejecutado como si fuera irreversible, en vez de tratar de valorar inversiones alternativas, nuevas vías. Y trabajamos sólo en los supuestos en los que dichos sistemas se mantienen y se busca elementos complementarios. La guía que editó IDAE para la implantación de las bicis públicas de forma masiva así lo explicaba. Y a lo que había sido esencial hasta la llegada de estas invenciones le llamaba medidas complementarias. Y lo que no había existido hasta entonces era lo principal. Y tragamos.

Algo similar pasa con las aceras bici bidireccionales y con la inmensa mayoría de los carriles bici que se han implementado en nuestras ciudades. No se ha valorado nunca el coste de oportunidad o, por decirlo de otra manera, la idoneidad de la inversión. Simplemente se ha hecho, más mal que bien, y ahora toca justificarlo. Nunca desmantelar. Nunca. Nunca explorar otras vías de manera alternativa. Nunca. Si está hecho, esta hecho, y eso vale mucho más que cualquier otra cosa. Es incuestionable.

De hecho, a veces basta con hacerse con los servicios de algún mago de los números para que haga alguna estimación espectacular y así todo queda respaldado con el incomparable valor de los números. Y mejor si son redondos y cuanto más grandes mejor.

O, si no, podemos comparar los costes de la bicicleta con los costes del transporte público y quedarnos tan anchos. Como si los viajes en sistemas de bicicletas públicas por los absurdos carriles bici y aceras hechas en nuestras ciudades fueran comparables con los de buses, metros o trenes, cuando tan sólo han suplantado a las bicicletas con el argumento de la seguridad y la ubicuidad, pero para viajes de última milla, que no sustituyen la mayoría de las veces sino viajes peatonales atentando además con éstos.

Y mientras tanto seguimos desvirtuando la bicicleta. Algo que era por esencia sencillo, barato, asequible, que prácticamente se autofinanciaba, ha pasado a ser algo complicado, costoso, pesado, aparatoso y diferido, porque para practicarla hacen falta toda una serie de carísimas y complejísimas infraestructuras. Demecial. Real.

martes, 27 de diciembre de 2011

Acepta el reto de la bicicleta como transporte

Uno de los distribuidores más conscientes en el tema del ciclismo urbano en España, Bike Tech, ha lanzado un gran reto planetario en la plataforma Endomondo: el Bicycle Commuter Challenge 2012. El asunto es ver quién es el que hace más kilómetros en bicicleta como medio de transporte y puede acreditarlo navegando con su smartphone. La fórmula es sencilla, sólo tienes que tener un teléfono con internet y querer jugar, para ello tienes que darte de alta en Endomondo y basta. Los premios los pone Bike Tech en material para el ciclista urbano de primera calidad: Ortlieb, Brooks, Axa o Brompton.

Ahora bien, lo más interesante de esta propuesta no es el concurso en sí sino más bien la voluntad de un mero comerciante de material para el ciclista urbano de enredar a la gente con algo que sea actual, moderno e implicador y que incorpore la bicicleta a las últimas tecnologías virtuales y a las redes sociales.

Eso y la posibilidad de competir contra uno mismo, viendo tus evoluciones, tus estadísticas, tus "aportaciones" a tu bienestar.

Es quizá más esto lo que motiva este artículo, no querer tener más rivales con viajes seguramente más "competitivos" que los míos. Espero que haya categorías que incluyan inclemencias, constancia, transporte de niños o transporte de mercancías para tener alguna chance en esto...

Quedan pocos días para que comience. Aún estás a tiempo de ganarme. Ja, ja, ja...


domingo, 25 de diciembre de 2011

Smart Ride

Hoy tengo el placer de regalaros una auténtica sorpresa agradable que ha nacido en este entorno cibernético hace apenas unas semanas. Se llama Smart Ride y es un blog que se dedica a retratar gente guapa en bicicleta en una ciudad tan complicada para hacerlo como es Madrid. Algo que se podría englobar en el movimiento Cycle Chic, pero que ha decidido no incluir su etiqueta. Es algo esencial en la eclosión y la inclusión de la bicicleta como medio de locomoción normalizado. Mostrar imágenes de gente normal con sus bicicletas normales, bien vestidas, con una actitud, con un estilo, con atractivo. Enhorabuena.


Smart = Clever + Elegant

sábado, 24 de diciembre de 2011

Un deseo para vivir mejor

Hoy he tenido una visión navideña. Con la mirada absorta en un aguinaldo me he quedado pensando en las contradicciones y en las disputas miserables en las que nos metemos durante todo el año y en este extraño asunto del hermanamiento navideño y de la buena voluntad que tan grato se nos hace y que, por más que sea una convención, nos hace más amables, más comprensivos, más empáticos, que no está nada mal.

Pues estaba yo en esas cuando se me ha quedado grabada esta imagen:


Y me he dicho ¡fíjate tú! todo el año batallando para reducir la presencia del coche en tu entorno y luego, entre la parafernalia que decora tu propia casa, te vuelves a encontrar la simbología del automóvil en una postal navideña. En fin, hay que resignarse. Estamos en Navidad y no es cuestión de andar armándola por este tipo de memeces. Total la Navidad no deja de ser sinónimo de hipermovilidad y es donde el coche particular cobra un sentido en el "vuelve a casa vuelve..." Así pues, hagamos una excepción y mantengamos la concordia para conservar la paz y el entendimiento.

Pero,

¿Qué pasaría si le diéramos la vuelta?

El resultado ha sido realmente increíble:


Me he quedado impresionado. Este es mi deseo: ¿Seremos capaces de darle la vuelta al coche para poder vivir mejor? Yo ya he empezado a hacerlo y os puedo asegurar que las cosas me han cambiado mucho. A mejor.

Pasar una buena noche.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Balance de un año crítico

Repasar lo que se ha hecho durante un año es un ejercicio que parece obligado cuando se acercan estas fechas. Desde luego, no es el momento más propicio porque estamos cansados, agobiados por la ansiedad que genera este temporal de prisas, consumismo y festividades, pero ahí va.

2011 ha sido un año crítico. En él se ha desvelado, por un lado, que esta crisis no es un bache sino más bien un escalón que nos ha colocado un peldaño más abajo, sin duda más cerca del suelo, aunque todavía a una cierta altura desde la que podemos otear un futuro incierto.

Pero ha sido crítico también porque ha dejado patente el descontento ciudadano, que ha salido sucesivas veces a manifestarse y que, si bien está todavía en estado embrionario, apunta, una vez más, que la sociedad civil está un paso por delante del poder y que alimenta una cultura que nada tiene que ver con el aparato que tienen montado los que mandan.


Ha resultado decisivo porque se ha acabado de consumar el fracaso político a la hora de intentar gestionar la intervención financiera, que, no contenta con haber provocado una burbuja suficientemente importante para hacer temblar los cimientos del sistema bancario y del juego inmobiliario, ahora intenta especular con la financiación de los estados y está poniendo en solfa todo el sistema de bienestar social a base de inyectar miedo en una sociedad paralizada para traficar con la deuda pública de los paises. En este aspecto aún nos queda por ver lo peor, que ya viene apuntando la tecnocracia: recortes sociales para seguir jugando a la usura.

Ha sido un año de elecciones, por duplicado en algunas plazas, que nos ha dejado un mapa teñido de azul y ha consumado un giro a la derecha de dimensiones casi planetarias, después de la debacle socialista que ha decidido asumir la culpabilidad y pagar el pato de esta crisis sistémica, como si eso fuera así de sencillo.

¿Y en lo que a la bici respecta?

En el asunto de la bicicleta, que es lo que nos ocupa, la cosa no pinta tan negra. Nunca pinta tan negra cuando hablamos de bicis. La crisis ha acabado con la vorágine de la implementación de absurdos y nefastos carriles bici porque sí y parece que va a dar paso a una época donde va a haber que retomar la cosa de manera más juiciosa, luego estamos de enhorabuena.

También ha sido el año del anuncio permanente del cambio de reglamentación de la circulación de la DGT, que al final no ha podido consumarse, según las fuentes, por el adelanto de las elecciones generales. Ahora veremos en qué queda todo esto con el nuevo gobierno.

2011 ha sido el año del Velocity en Sevilla y del cambio de orientación del discurso de ConBici, que han pasado de postulados monolíticos respecto a la imperiosidad del carril bici, a posiciones más sensatas que buscan una ciudad calmada en la que es posible compartir la calzada, donde se hace innecesario habilitar vías ciclistas exclusivas, donde el peatón vuelve a recuperar su espacio y su libre albedrío en las aceras. Aunque suena un poco oportunista y aún no hayamos visto una disculpa formal hacia los peatones después de la afrenta que supuso la celebración la permisividad propuesta por la DGT en su proyecto de nuevo Reglamento General de Circulación y del ninguneo posterior en la reunión que se mantuvo con los responsables de A Pie en el Velocity, no deja de ser una buena noticia.

Un año en el que a golpe de encuesta y calculadora se han sacado de la chistera 1 millón de ciclistas más desde hace 4 años, que serán 1 millón más dentro de otros 4. Da igual qué, cómo y para qué, el caso es que haya muchos y luego ya veremos. ¿Quién se atribuye el éxito? El que los cuenta, por descontado.

En definitiva, este 2011 ha sido un año intenso, convulso y crispado que ha dejado al descubierto el problema de la invasión de las aceras por los ciclistas, ante la patente intencionalidad de los encargados de gestionar la movilidad en nuestras ciudades de no intervenir en la calzada para no restar oportunidades al coche. Algo que ha explotado mediáticamente con la desafortunada campaña chulesca del Ayuntamiento de Valencia, con esa demostración de fuerza desproporcionada hacia los mismos ciclistas a los que han invitado a abandonar la calzada.

Aún queda una semana para acabar, que visto como pintan las últimas noticias igual todavía da de sí, pero, si nada nuevo ocurre, podemos concluir con que este año 2011 nos ha hecho sentar un poco la cabeza, mirar las cosas con menos aires, bajar a la tierra y reemprender la marcha de una manera más pausada, más segura, más sensata y por qué no también más decidida.

Imagen de Copenhagenize

jueves, 22 de diciembre de 2011

A vueltas con el aparcamiento

Hablábamos ayer de algunas medidas para reducir la peligrosidad en nuestras calles provocada por la conjunción de la preeminencia de la circulación motorizada y la percepción de seguridad que confieren algunas facilidades que se habilitan para los "no motorizados", que acaban convirtiéndose en trampas mortales cuando son interceptados in fraganti con consecuencias por desgracia muchas veces fatales.

Hoy el tema no es tanto profundizar sobre la mejora de la seguridad vial como tratar de entender por qué se utiliza el coche de manera compulsiva en nuestras ciudades y cómo ha afectado esto a la disponibilidad de espacio público en nuestras ciudades.

Hace muchos, muchos años... o quizá no tantos, la calle era de dominio público, no se podía disponer de ella para nada que no fuera transitar o para estar. No se podía abandonar ninguna propiedad en la calle. Pasó después que nos dejamos abducir por el automovilismo y hubo que cambiar la ley para permitir al todopoderoso coche llegar y estacionar donde quisiera. A eso lo llamamos aparcar. Y ahí empezó nuestra condena.


Cuando el automovilismo se masificó nos obligó a ceder el espacio público para sus necesidades y demandas: carriles exclusivos de circulación rápida y plazas de aparcamiento por todas partes. Y lo que hasta entonces era algo excepcional, se normalizó y lo raro, aunque difícil, se hizo posible. Y desplazarse en pesadas cajas metálicas blindadas con ruedas de puerta a puerta, algo absolutamene descabellado, se facilitó y se promovió de tal manera, que hoy en día nos parece natural.

Tanto es así que, cuando se nos acabó la superficie disponible, después de haber arrinconado a otras formas de desplazamiento urbano, empezamos a excavar las ciudades en busca de más sitios donde dejar nuestros coches. ¿Una locura? Sin duda. Pero cuando los locos son mayoría, los cuerdos no cuentan y, de hecho, no son bienvenidos. Y así fuimos horadando toda la ciudad y llenando de coches el subsuelo urbano. Casi nada.

Foto de aquí
Pero el problema persistió y aún se nos ocurrió dar otra vuelta de tuerca, y lejos de desincentivar a la gente a que siguieran utilizando el coche, que era lo que nos daba tantos problemas, nos armamos con sistemas inteligentes de información en tiempo real de la disponibilidad de plazas de aparcamiento y señalizamos las calles con paneles luminosos que así lo anunciaban. El efecto llamada.

Eso y una fórmula magistral que, además de prometer disponibilidad de espacios en superficie, se convierte en fuente de ingresos además de crear puestos de trabajo: la zona de estacionamiento restringido (ZER). Magistral.

Y sin embargo, sigue sin funcionar. Los parkings no se completan, las ZER se llenan de vecinos y no ofrecen aparcamiento de rotación, además de generar tráfico inducido. Y donde debería de haberse conseguido descongestionar la circulación, se colapsa más. Y los viajes que se tenían que haber acortado, se eternizan. Y la contaminación aumenta, y la disposición de espacio público para los coches se incrementa, y el ruido y las incomodidades para peatones, ciclistas, vecinos, comerciantes y visitantes se hacen insoportables.

Aún así, y viendo cómo la cosa se empezaba a torcer, pusimos a devanarse los sesos a nuestros mejores lumbreras, que acabaron dando a luz una invención que de alguna manera suponía una renuncia, aunque realmente era sólo una formulación: el aparcamiento disuasorio. La cosa consitía en habilitar bolsas de aparcamiento alejadas de las zonas congestionadas y proporcionarles conexión vía transporte público. Nada, la gente siguió intentando el puerta a puerta en coche y sufriendo en silencio haciendo ruido, contaminando y ocupando el valioso espacio.


Y es que somos tan, tan obstinados y tan, tan contradictorios, que cuando se plantea la posibilidad de tratar de mejorar la situación para recuperar la ciudad para que sea más habitable, resulta que volvemos a contar con la oposición de los mismos que están sufriendo las penurias. Y así vecinos, comerciantes y, por supuesto, visitantes automovilistas se niegan rotundamente a cualquier proceso que trate de reducir el espacio coche para hacerlo espacio vivo.

Esta renuncia a la calle para ponerla al servicio del todopoderoso coche es lo que genera los mayores problemas, los mayores conflictos y los mayores peligros en la configuración de las calles. Hoy he tenido noticia del Informe del estado de la movilidad de la ciudad de Madrid, de 2010, que arroja datos en este sentido y una tendencia preocupante provocada por la crisis: cada vez hay más coches en la calle y menos en garajes. Igualmente preocupante es la noticia que llega desde Barcelona, según la cual la nueva política de movilidad para esta legislatura rebaja la presión sobre el coche y encarece el transporte público. Somos realmente geniales.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La trampa mortal de la seguridad percibida

Hoy he tenido la fatal noticia del atropello de dos ciclistas y un peatón en sendos pasos de cebra en apenas unas horas en Alicante. Una desgracia, que, más allá del infortunio, revela un hecho preocupante que no nos cansaremos de repetir hasta la saciedad: la gran mayoría de los atropellos en las ciudades se producen en pasos peatonales. Los de los ciclistas, paradójicamente (o no tanto), también.

Uno de los ciclistas accidentados en Alicante (La Información)

Así dicho parece un poco determinista, pero es tan real como triste. Desgraciadamente, los intentos de proteger a los débiles a base de proveerles de corredores exclusivos y pasos segregados generan, entre otras cosas, una percepción de seguridad que relaja a muchos y provoca este tipo de situaciones. Lejos de tratar de culpabilizar a las víctimas, como hacen algunos en estos casos tratando de aleccionarles, creo que lo importante es tratar de reflexionar a la vista de esta realidad y evitar argumentaciones más triviales.

De esta manera, cuando tratemos de abordar el tema de la seguridad vial, habremos de tener en cuenta que, pese a que la segregación y la habilitación de pasillos pretendidamente seguros transmite una sensación de protección y comodidad, lo que en realidad provoca es muchas situaciones de grave peligro al disminuir el nivel de atención de los usuarios de las mismas, que acaban siendo las víctimas en los accidentes que se producen.


No hay que soslayar que el verdadero problema sigue residiendo en la preeminencia y el uso abusivo del coche y de los modos de transporte motorizados para desplazarse en las ciudades de manera masiva y, muchas veces, injustificada. Eso, y el exceso de velocidad, muchas veces permitida y otras simplemente consentida, que hace que la gravedad de los accidentes sea preocupante. Con reducir la velocidad de 50 kms/hora a 30 kms/hora en las ciudades los accidentes mortales se reducirían un 85 %. Claro que para eso debería vigilarse su cumplimiento y sabemos que eso, además de muy difícil, es terriblemente caro.

Sin embargo, no basta con reducir la velocidad de circulación si los automovilistas siguen contando con esa permisividad y esa connivencia a la hora de hacerles cumplir la ley a rajatabla, como debería hacerse teniendo en cuenta que estamos hablando de consecuencias mortales, hay que ir más allá. Hay que recortar espacios de circulación motorizada y, sobre todo, hay que reducir la percepción de continuidad y la visión de la carretera como algo necesariamente expedito, diáfano, sin obstáculos. Y hay que empezar a poner dificultades a la circulación motorizada, hacer recorridos sinuosos, sin grandes perspectivas que inviten al acelerón fatal. Así de fácil.



Hasta que no empecemos a jugar en serio al juego de la vida, de la convivencia, de la tranquilidad y de la empatía, seguiremos lamentándonos, conformistas, ante noticias como esta prácticamente todos los días. Y que conste que esto no lo soluciona la esperada reforma del Reglamento General de Circulación prometida por la Dirección General de Tráfico.

¿Más ciclistas sin más carril bici?

Hay un lugar en el mundo en el que cada vez hay más gente andando en bicicleta y que curiosamente no ha sido a fuerza de implementar carriles bici, tal como los entendemos en esta parte del planeta: Dublin.

Dublin lleva unos años demostrando que esto de incorporar más la bicicleta no se hace sólo a base de infraestructuras y de confinar a los ciclistas por itinerarios complicados y peligrosos, apartándolos del tráfico. Los irlandeses han optado por una mezcla entre arcenes ciclables (angostos pero visibles), mucho espacio compartido, una inteligente campaña mediática y toda una serie de pequeños esfuerzos bien coordinados que han ido sumando hasta conseguir incrementar el porcentaje de ciclistas en la calle, dentro de una estrategia dirigida a hacer esa ciudad más habitable.



Queda por ver de dónde han salido esos nuevos ciclistas o, dicho de otro modo, cómo se desplazaban antes, pero sin duda es noticiable que, por una vez, nos encontremos ante un incremento en el uso de la bici con una estrategia que no sólo se fundamenta en la implementación del binomio carriles bici-bicis públicas.

El año pasado tuve la oportunidad de visitar esa tierra verde y lluviosa, llena de gente amable y divertida, y pude comprobar cómo, efectivamente, los dublineses y las dublinesas habían apostado decididamente por la bicicleta y cómo un porcentaje tan insignificante como un 4% da visibilidad, espacio y presencia a la bici en la calle y es más que suficiente para ofrecer oportunidades para su práctica. Eso y una política decidida de calmado de tráfico, con peatonalizaciones eficaces y de calidad y muy intensiva en transporte público urbano, fundamentalmente autobuses.

Allí pude comprobar que, además de algún carril pintado, había aparcamientos, espacios compartidos, se limitaba el acceso a las bicicletas en los espacios peatonales y se prohibía su circulación por las aceras... y sobre todo había dignidad en la conducción, mucha dignidad en medio de un tráfico que era bastante agresivo y poco contemplativo. ¿Qué ocurre entonces? ¿Que los irlandeses son bastante más aguerridos que los demás o que simplemente se han vuelto locos?



Puede resultar arcaico mirar allá en vez de dejarse epatar por la "revolución de la bicicleta de aquí" o la de los centroeuropeos, pero resulta ilusionante, más en estos tiempos de crisis financiera y de recortes presupuestarios, que se puedan conseguir buenos resultados sin presupuestos desorbitados y sin obras megalomaníacas. Bien es cierto que aquí todo el mundo ha atribuído el incremento de ciclistas a la implementación de carriles bici (por llamarlos de alguna manera) y nadie ha considerado ni remotamente la contribución de la tendencia, la moda o la inteligencia práctica de la ciudadanía. No nos lo vamos a reprochar, nos han educado a ello.

Miembro de Dublin Cycling Campaign trabajando "on line" durante el pasado Velocity de Sevilla

Queda por ver si en alguna ciudad de esta parte del planeta la sociedad civil es capaz de dar unos resultados tan brillantes, tan potentes y tan dignos como lo han hecho los de la Dublin Cycling Campaign o los de Galway Cycling Campaign, por ejemplo.



Su última propuesta, de esta misma semana, tratar de mantener a la persona encargada de coordinar los esfuerzos en la ciudad de Dublin, el Cycling Officer, que, con los recortes históricos que está soportando aquel país, parece que está en juego.

sábado, 17 de diciembre de 2011

¿Madrid se re-cicla?

Ya sólo nos quedaba Madrid como bastión inexpugnable en esta bicicletería nacional, hasta que hoy nos hemos desayunado con esto gracias otra vez a en bici por madrid:



Madrid prepara su ofensiva para hacer su almendra central más limpia y más sostenible en téminos de movilidad. Con toda una batería de medidas más o menos conocidas, más o menos repetidas, más o menos valientes. Reducción del espacio de circulación, ampliación de las zonas peatonales, presión sobre el aparcamiento, financiación cruzada, corredores para el bus... y carriles bici en circunvalación, un eje central, ciclocalles y bicis públicas para acallar a los bicicleteros.

La noticia se ha recibido con distintos niveles de entusiasmo entre los círculos de interés cercanos al asunto. Sin duda siempre son bien recibidas las noticias que tratan de replantear la calidad de vida, la accesibilidad y la seguridad en la movilidad en cualquier ciudad. Que sea Madrid multiplica la expectación por el efecto llamada que genera cualquier movimiento en las grandes ciudades. Lo hemos visto con los procesos en Barcelona y los sucesivos en Sevilla, Valencia o Zaragoza.

¿Hace falta tanto?

Es la pregunta prohibida cuando hay tanto por hacer, pero, vista la facilidad que tienen nuestros técnicos y políticos de despilfarrar y de hacer cosas caras y deficientes, resulta imprescindible cuestionar cualquier plan de actuación de esta envergadura en el que se habla de cientos de kilómetros y millares de bicis públicas, en una ciudad que ya nos habían enseñado que se podía circular en bici.


Hay cosas interesantes como la segregación unidireccional en subida o en contradirección y, en la misma calle, la integración con limitación de la velocidad a 30 en bajada o en la dirección de circulación del tráfico motorizado.

Lo que no parece que sea tan afortunado, visto tan sólo lo que apunta el video, son los modelos de segregación con los que tratan de conseguir mejorar la seguridad de los ciclistas en ese cinturón exterior y en el eje central. Otra vez se repiten las dos fórmulas más controvertidas del libro de estilo de este país: el carril bici bidireccional y el carril bici a la derecha del carril bus. Dos de las peores trampas para ciclistas que ha inventado la ingeniería moderna y que se han dedicado a bendecir muchos incautos con fatales consecuencias.

Ahora bien, lo verdaderamente preocupante es la multiplicidad de soluciones que van a complicar extraordinariamente la circulación de los ciclistas en distintos tipos de vía, con distintas categorías y distintos niveles de prioridad,  lo que va a provocar una dificultad importante en la interpretación de las normas básicas de tráfico y de prevención en apenas unos cientos de metros, con las situaciones que esto producirá a buen seguro en los cambios de plataforma. Es decir, que para defender a los ciclistas en una recta donde está demostrado que es casi imposible que les atropellen, volvemos a multiplicar los riesgos en las intersecciones e incorporaciones.

Eso y que no se habla por ningún lado del aparcamiento (ojo aparcamiento que no aparcabicis) cuestión que cada vez somos más los que estamos aburridos de repetir que es central en el desarrollo de la bicicleta en la ciudad, ya que el robo se ha erigido como el principal elemento disuasor del uso de la bici.

Vamos que, o mucho cambia la cosa, o vamos a tener la oportunidad de presenciar otro proceso más en el que políticos, técnicos y expertos se van a juntar a jugar a las construcciones y a las maquinitas en nombre de la bici, pero no desde la bici.

¿Un "villanciclo"?

jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Cómo devolvemos los ciclistas a la calzada?

Aún me acuerdo en una visita a Donostia-San Sebastián, hace ya unos cuantos años, tuve la oportunidad de coincidir con Alfonso Sanz, uno de los grandes precursores de la movilidad ciclista en este país ingrato, y, a la vista de los múltiples despropósitos que se habían fraguado en aquella ciudad bajo la única denominación de "bidegorris" (carriles bici), le expresaba mi más sincera preocupación respecto a la eficacia de los mismos y, más que eso, al problema entonces aún incipiente de implementar este tipo de infraestructuras complicadas y metidas con calzador en espacios la mayoría de las veces de carácter peatonal con las consiguientes molestias y conflictos que generaban y la inevitable desnaturalización de la circulación ciclista.

Su contestación no fue otra que:

- Ahora sí que tenemos un problema: ¿cómo devolvemos los ciclistas a la calzada?

Han pasado años, unos cuantos ya, demasiados, y el problema no ha hecho más que generalizarse y acentuarse. Y hoy es el día en que, con una mínima incorporación de personas al uso de la bici de acuerdo con esas pautas y este modelo, la cosa se ha hecho ingobernable.

Hemos presenciado en estas últimas semanas algunas tentativas de atajar el asunto "cicleatonal" por la pura fuerza, a golpe de multa, para regocijo de medios de comunicación, y también hemos visto tímidos intentos de plantear alternativas más razonables fundamentadas en la educación y el fomento de la convivencia, pero el tema tiene ya unas proporciones que resultan difíciles de manejar a golpe de fusta o de catecismo.

¿Qué se puede hacer cuando las cosas se han distorsionado tanto?

Lo primero y más importante es tratar de recordar lo que hemos hecho un esfuerzo increíble por olvidar en nuestra euforia pro-bicista, que no es otra cosa que que queremos ciudades más tranquilas, más limpias, más seguras y más habitables. Ese era uno de los grandes argumentos que aportaba la bicicleta antes del "boom" de los bicicarriles y de las bicis públicas. Lo que pasa es que habían sido tantos años de misionerismo baldíos, tantos años de predicar en el desierto que cuando hemos visto la santa bici reproducida tantas veces y en tantos sitios que no hemos podido contener nuestro entusiasmo y la cosa se ha desmandado.

Lo segundo y no menos grave es reconocer la prioridad del respeto hacia el peatón como protagonista intocable en este proceso, más en estas latitudes donde el estilo de vida y la configuración de las ciudades han posibilitado que siga siendo, incluso en medio de la irrefrenable motorización, líder en el reparto modal de nuestras ciudades. El peatón, los espacios peatonales, son el gran tesoro que hay que cuidar y agrandar en nuestras ciudades, muy por delante de la bicicleta y los ciclistas.

Una vez asumidas estas premisas y, reconociendo la universalidad y la imperiosidad del transporte público, es fácil deducir que nuestras miradas tienen que volverse hacia los vehículos privados motorizados y, dado que el espacio es afortunadamente finito y escaso, tratar de recomponer la situación para mejorar la calidad del mismo, estableciendo criterios claros de priorización de sus usos y actuando a continuación sobre los mismos para conseguirlo.

No es nada más sencillo que recuperar el espíritu de los Pactos Locales de Movilidad y Accesibilidad Sostenibles y Seguras (lo pongo con mayúsculas porque representaban unas auténticas cartas magnas que, además, contaban con la participación de la mayoría de agentes sociales de las poblaciones donde se consolidaron). Aquello que, hoy más que nunca, es papel mojado en la mayoría de las ciudades, era el verdadero fundamento de las nuevas ciudades, consensuado por muchos y elevado a escritura pública. Sin embargo, nadie, absolutamente nadie ha tenido el más mínimo empacho en ignorarlos cuando se les ha pintado la cosa favorable. Y las asociaciones de promoción de la bicicleta han cometido muchos atropellos flagrantes en este sentido.


Así pues, y para acabar, el mensaje no puede ser otro, nunca debió de ser otro, que desincentivar el uso del coche, que recortar espacios de circulación y aparcamiento, que ralentizar la circulación, que condicionar extremadamente el uso compulsivo del coche para viajes ridículos, que penalizar los usos no justificados. Todo esto había que haberlo echo hace ya unos años y como requisito previo a empezar a plantear etapas sucesivas. Porque sólo cumpliéndolo podestaremos en condiciones de dar oportunidades reales a los demás modos de transporte.

Pero esto no se ha querido hacer y así de mal ha funcionado el invento. Y ahora queremos redimir a los peatones culpabilizando a los ciclistas que andan por las aceras. Y ahora queremos educar a los ciclistas en el civismo y en la convivencia. Y ahora queremos atemorizarlos y ponerlos entre la espada y la pared. Ahora no, señoras y señores, ahora no.

No, porque esto hay que empezarlo por donde hay que empezarlo y es por los automovilistas. Es con ellos con los que hay que batallar. Es hacia ellos hacia los que hay que apuntar y hacia los que hay que dirigir toda nuestra determinación y todas nuestras medidas. Y hay que explicarlo claramente. No sois bienvenidos en la ciudad señoras y señores automovilistas y, si vuestro viaje es imperioso, tendréis que demostrarlo y acreditarlo, si no también pagar por ello. Y cuando no se avengan a este nuevo orden, habrá que imponerles castigos ejemplares, sin que nos tiemble el pulso y con luz, taquígrafos, bombo y platillo.

Todavía estamos a tiempo. Nada es irreversible. Aunque los acontecimientos recientes no permitan ser demasiado optimistas, menos cuando el sector duro de ConBici vuelve a la carga, reivindicando el modelo de red de vías segregadas sevillano, que tanto nos ha traído de cabeza desde que se perpetró.

No desfallezcamos, la vía del entendemiento es mucho más efectiva y duradera que la de la segregación y la violencia.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Tráfico de bicis

Hemos presenciado durante los últimos años toda una serie de operaciones en las que en nombre de la bicicleta se han realizado auténticos negocios con pingües beneficios para los encausados. Beneficios económicos para los ejecutores, consultores y prescriptores, beneficios políticos para los gobiernos municipales populistas, beneficios asociativos para aquellos que han estado dispuestos a salir en la foto a cualquier precio.  

Todo el tejemaneje de obras deficientes, sin planificar, innecesarias pero magníficas y con buena dosis de prensa, todo el mercadeo con bicicletas públicas como si fuera el chocolate del loro, todo el trapicheo con palmadita incluída de chucherías relacionadas con el boom de las bicicletas han conformado una realidad que es con la que ahora nos toca lidiar.

Esta realidad donde los peatones son cuestionados, donde los ciclistas han hecho masa crítica en la plataforma equivocada, donde los conductores han mejorado su hegemonía y donde la gente se ha dedicado a aplaudir y mirar a otra parte, es la que ahora parece que también nos incomoda.

Hemos conseguido hacer el mundo al revés a base de sacar las cosas de quicio y, ahora que lo hemos casi conseguido, resulta que no nos gusta y queremos darle la vuelta al calcetín otra vez. Como si fuera tan fácil.

Pues no lo es. Y menos si, otra vez más, tratamos de hacerlo sin perturbar la preeminencia del coche en las ciudades. Esto es, va a ser imposible que, bien sea vía persecución y multas, bien sea vía educación y llamada a la empatía, consigamos cambiar el estado de las cosas si las medidas siempre tienen los mismos destinatarios: los ciclistas. No se puede cambiar una realidad trabajando con una minoría que a día de hoy sigue siendo marginal, incluso entre nuestras ciudades autoproclamadas líderes en esto de la bicicleta.

Es hora de mirar al asunto de frente y de coger a toro por los cuernos. Hay que meterle mano al coche.

Somos tráfico calmado y necesitamos calmado de tráfico

Y menos coches. Y más respeto. Y más dignidad. Y menos prepotencia. Y mejores modales. Y más comprensión. Y menos prejuicios. Y menos miramientos. Y menos ñoñería. Y menos miedo. Y todo eso no se consigue con campañas y con cursos. Hace falta una estrategia más profunda, de mayor calado, con mayor determinación, identificando mejor los objetivos que se pueden resumir en uno: menos coches y menor velocidad para recuperar espacios, tranquilidad y seguridad para disfrutar de nuestras ciudades en nuestros tránsitos, en nuestro ocio y cuando nos dé la gana, siempre que no molestemos a los demás.

Así pues, vamos a dejar de traficar con bicis y comencemos a regular el tráfico con bicis. Y resolvamos de una puñetera vez por todas el acuciante problema de los robos de las bicis, que no es otro que el más acuciante todavía tema de los aparcamientos seguros para bicicletas, tanto en los domicilios como en los centros que motivan nuestros viajes urbanos.

Basta ya de educación de adultos a los que hemos mareado con milongas haciéndoles creer que dándole la vuelta a todo iban a conseguir vencer sus miedos y que ahora pretendemos que recobren el sentido común, y. empecemos de una vez a trabajar en programas que incluyan la bicicleta de una manera integrada, natural y sin prejuicios entre nuestros menores.

Basta de jugar a las construcciones y a las maquinitas, y empecemos de una vez a pensar qué necesitan de verdad nuestros convecinos que ya usan la bici de una manera deficiente.

Basta de carril bici porque sí y bici pública a discreción y empecemos de una vez a reorientar el gasto y la inversión pública para la bicicleta con planificación, resolviendo problemas reales, sin tanto artificio y sin tanto exhibicionismo.

Va a ser un trabajo lento, que hay que hacer paso a paso, con ganas y sin prisa, con calma pero con determinación, con firmeza pero de una manera pausada, acompasada, natural, progresiva. Y va a ser también un trabajo costoso, caro aunque nunca tanto como hacer aceras bici a cutiplé, ni como montar sistemas de bicis públicas sin ton ni son, trabajoso aunque no tanto como tratar de convencer a la mayoría que camina que lo mejor para ellos es que se resignen a sufrir la invasión de bicicletas que no matan pero molestan, condicionan y ponen en peligro la tranquilidad de las zonas peatonales.

Y, por favor, dejemos de contar ciclistas y empecemos a descontar coches. A ver si somos capaces de descontar algunos, muchos y con esos ex-automovilistas convencidos convenzamos a los demás, a los que puedan, de que no conduzcan si no es absolutamente imprescindible. Esto no es un juego y las cosas no se hacen por arte de magia ni con fórmulas magistrales. Nos va la vida en ello.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Valencia arde

Todo el mundo ciclista peninsular y parte del extranjero está mirando con atención lo que está ocurriendo en Valencia al respecto de la bicicleta. Y no es por casualidad, sino, más bien, por causalidad. Lo que ocurra en Valencia puede servir de antecedente en otras partes.

Valencia es una ciudad potente, visible, con una orografía interesante, un clima agradable y un tamaño que la hacen apta para la bicicleta.

Inauguración del Valenbisi (Foto: El Pais)
Es además un escenario donde se ha reproducido el proceso de fomento acelerado de la bicicleta gracias a las fabulosa herramienta de la acera bici, después de haber probado sin demasiada convicción fórmulas de tráfico compartido como las ciclovías y las zonas 30. Han contado, cómo no, con la inestimable ayuda de JCDecaux y su máquina de poner bicis en la calle (el Valenbisi) con el increíble efecto multiplicador del invento y con una presencia mediática de proporciones megalíticas y de valor propagandístico incalculable. Y, como guinda, han reformado su normativa reguladora de la circulación y aparcamiento para incorporar y ordenar todas estas novedades. Otra "operación bici" similar a las de Barcelona, Sevilla o Zaragoza, por nombrar las más espectaculares.

Primero hacemos el entuerto

El problema ha surgido, como en otras ciudades, cuando la gente, animada a coger la bicicleta y a circular preferiblemente fuera del tráfico, ha acabado utilizando de manera masiva las aceras para sus desplazamientos, intimidando voluntaria o involuntariamente a los peatones. Este efecto colateral no es exclusivo de Valencia, también se ha reproducido en otras partes de nuestros territorios gracias a la generalización de la fórmula magistral: más bicis y más coches también. Esto y la falta de anticipación y de permeabilidad de los ayuntamientos ante las alertas tanto de los peatones como de los ciclistas responsables, ha devenido en una situación de crispación que ha cobrado especial virulencia en algunas plazas.

Y luego aplicamos mano dura para deshacerlo

Para aliviar el asunto y reconciliar a las partes, algunos ayuntamientos han decidido tomar posiciones y aplicar la norma con contundencia sobre los mismos ciclistas a los que han recomendado tácitamente la circulación por las aceras y las prácticas irregulares con absoluta impunidad durante meses. Y, con la excusa de hacer valer la ley, restablecer el orden y defender a los mismos peatones a los que han damnificado durante meses, se han puesto a empapelar ciclistas con multas realmente onerosas.

Y ahí es donde ha saltado la chispa y Valencia ha copado los titulares y los informativos estatales:



¿Indignación ciclista? 

No. El elemento detonador no ha sido sólo la reacción más o menos acertada de los ciclistas encausados, que muchas veces eran sin duda merecedores de castigo ejemplar. El verdadero detonante han sido las formas y el agravio comparativo con que se ha tratado a la gente montada en bicicletas, muchas de ellas facilitadas por el propio Ayuntamiento, que han visto cómo el brazo ejecutor de la ley descargaba sobre ellos toda su fuerza. Esto es lo que hemos podido presenciar los que vemos el asunto como espectadores con más o menos información de primera mano.

Respuesta ciudadana

Bicifestación Valencia 11-D (Foto: Acció Ecologista Agró)

Esto y la respuesta, que en realidad estaba anunciada y programada antes que la acción policial, del cicloactivismo valenciano encabezado por Valencia en Bici en la Bicifestación de ayer que, pese a estar motivada por la trayectoria de desaciertos municipales en el tema de la promoción de la bici, se ha interpretado mediáticamente sólo como una protesta ciudadana ante la desproporcionada actuación policial. No hay que culpar a los medios, a ellos les gusta la sangre y los titulares facilones. El problema es más profundo y de hecho puede traer consecuencias más graves allí y en otras partes.

La traca que viene...

Del blog en general
Quedamos atentos a los monitores para ver las secuelas de esta operación de persecución de "cicleatones" y de "bicikafres" que tiene más pinta de maniobra del estilo de "si me llegáis a decir que esto de las bicis iba a tener este éxito lo paro antes". Está por ver si en otras ciudades se dejan arrastrar por la euforia persecutoria y sacan a las fuerzas vivas a intimidar ciclistas que intimidan a peatones. De momento, sólo hemos tenido noticias de León, que ha aprovechado el tirón valenciano para implantar la ley marcial también por aquellos lares.

Lo que está claro es que el tema de las bicicletas en la ciudad todavía está muy verde en este país desquiciado y que nadie está dispuesto a meterle mano al coche, principal motivador de que se propongan este tipo de desmanes encadenados, ante la atónita mirada de la mayoría de la ciudadanía. Hay mucho trabajo por hacer, y no precisamente para calentar más el ambiente sino para demandar más convivencia y menos coches en la calzada.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Dejar que los niños se acerquen

Es un ejercicio realmente interesante dejar a los niños que hablen y que opinen sobre temas que les afectan pero que parece que sólo estén reservados a los mayores. Un ejemplo: cómo ir a la escuela. Otro: cómo jugar en la calle. Muy poca gente les da la oportunidad de expresarse y se pierden un montón de pistas buenas, de problemas cotidianos y de soluciones fáciles.

Los niños no tienen prejuicios, ni miedos más allá de los que les han enseñado a reproducir en casa,  tampoco tienen una serie de condicionantes respecto a lo que se puede o no se puede hacer, ni siquiera consideran que las calles sean algo rígido e inamovible. Eso y que son frescos, alegres, valientes, descarados y descabellados, ayuda mucho a buscar muchas soluciones en las que ellos pueden ser verdaderos protagonistas.

Los mayores nos inventamos fórmulas como la tormenta de ideas, para intentar ser atrevidos u originales a la hora de salir de atolladeros o de crear nuevas oportunidades. Jugamos a ser niños. A ellos les sale natural.

Pero que no repitan las ideas de sus padres...

Trabajar con niños es sin duda intenso, emocionante y muchas veces agotador y hasta desquiciante, pero merece la pena cuando ellos también son los encausados. El problema es que muchas veces cuando lo hacemos tratamos de orientarles hacia lugares comunes o respuestas esperadas, porque no estamos dispuestos a jugar con determinadas cosas. Y así orientamos las dinámicas, dirigimos las preguntas, moderamos en exceso sus propuestas o descartamos alegremente sus ideas.

Los niños, como las personas ancianas, aportan una visión distinta de la realidad que resulta esencial a la hora de construirla.

Muchas iniciativas encaminadas a protegerlos no cuentan con su aprobación ni con su participación y luego nos sorprendemos de los resultados. Hacer que los niños lideren propuestas y se sientan protagonistas y corresponsables es vital para que éstas salgan adelante y os sorprenderá su nivel de implicación y de compromiso y lo que son capaces de arrastrar en el núcleo de sus familias.

... porque si no tendremos "niños loro"...

En los últimos días, se me han juntado varias noticias relacionadas con niños y bicicletas. Por un lado, el Ayuntamiento de Eivissa ha dado la oportunidad de expresarse a sus escolares respecto a sus propuestas para mejorar la movilidad en la capital balear haciendo un remedo de pleno infantil. El único problema quizá es que sólo se reprodujeron los lugares comunes del asunto (carril bici, bici pública, coches y autobuses eléctricos) y no se dió rienda suelta a la creatividad infantil.

... y necesitaremos "carriles niño" para que se desplacen

Una visión diferente llega desde el Ayuntamiento de Málaga, que no se sabe muy bien si por falta de profundización en la propuesta o por un empecinamiento en el tema carrilista estudia crear un carril exclusivo para que los niños vayan al colegio. Me gustaría saber si les preguntado a ellos o simplemente se los imaginan, pobrecillos, jugando al tren chuchú y el primero, angelito, haciendo pipiiiii chucuchucuchucu...

Para mi que eso del camino escolar no consistía en hacer vías segregadas para niños (ya es el colmo) sino en mejorar el entorno escolar y, sobre todo, en reforzar las habilidades de los menores a la hora de desplazarse en su itinerario al colegio y proveerles de herramientas y ayudas que les faciliten sus tránsitos, como ir en grupo, tener comercios asociados, voluntarios observadores y cosas así. Por lo visto estaba equivocado y esto no era suficientemente interesante para mejorar la autonomía de sus menores y les van a hacer carriles... otra vez.

Eso y el casco, ¡por supuesto! ¡Ningún niño sin casco, por favor! ¡Ni sin chaleco! Que no se olviden que estamos en guerra. No seamos irresponsables. Yo me acuerdo cómo hace unos años los niños caían como moscas de los golpes que se daban en la cabeza cuando andaban en bici o patinaban o cuando corrían demasiado...



¿Qué futuro les espera?

Hoy leo que los niños aprenden antes a manejar el PC que la bicicleta, así que esto no tiene visos de cambiar a corto plazo. Pero ¿qué se puede esperar del futuro? Por suerte, el futuro se construye día a día y todo apunta a que este modelo de economía y de asentamiento urbano no es sostenible y el que viene tratará de recuperar las ciudades para que sean más compactas, más habitables, más tranquilas, más amables, más seguras, más cercanas, en definitiva, más humanas. Ciudades en las que no se necesita tanto el coche porque las distancias se recorren andando o en bici. En esas ciudades, los niños y los mayores podrán recuperar la calle como espacio de encuentro, de compra y de socialización. Ese es el reto.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Esperanza: color azul

Es difícil generar ilusión en un mundo que se nos está derrumbando día a día y donde los unos y los otros andan elucubrando e improvisando fórmulas para sostenerlo de cualquier manera. Y no precisamente con una conciencia de sostenibilidad sino por tratar de parapetar el asunto lo que dure. En este ejercicio agónico de tratar de salvar los trastos todavía hay gente que se aferra al color azul como garantía de mantenimiento del sistema. Menos urgente que el rojo y más elegante que el verde, el azul representa, por lo visto, la esperanza de futuro en toda Europa.


El mismo azul que sirve de fondo para identificar el símbolo inequívoco de progreso en el desarrollo de la bicicleta: el carril bici o la ciclovía o lo que sea. Una señal que encierra una bicicleta dentro. El símbolo inequívoco de la obligación, del buen camino, porque somos dóciles y sumisos, que es la única manera de ser ordenados. La defensa ante la amenaza del crimen organizado de los motorizados, tristes y perversos, agresores de la gente de bien, la salvaguarda de los bicicleteros, la salvación de los ciclistas es el azul azulón. El que nos libra de todo mal.



Si todavía no ha llegado a tu puerta, no desfallezcas, un año de estos llegará y ese día podrás por fin utilizar tu bicicleta para desplazarte a donde te lleve, que seguro que es a donde querías ir. Mientras tanto deberás ir por la acera, para salvarte y seguir siendo temeroso del "dios coche" y sus malvados conductores, que son unos malos malones. Y no te importe si te multan o si te insultan, estarás haciendo lo correcto.

Y no te dejes caer en la tentación de aquellos que te inviten a probar la calzada, sólo quieren desviarte de tu camino, sólo quieren ponerte en peligro. Perdónalos, que no saben lo que hacen.

Y si, por lo que sea, por la santa crisis o por cualquier otra causa mayor, el azul no llega nunca a tu puerta, piensa que habrá sido por el bien común, que esto es un valle de lágrimas y que no hay mal que por bien no venga y todo eso. De todas formas, siempre te quedará implorar y continuar con tu penitencia terrenal como vía de purificación, con la tranquilidad de saberte en la senda de la virtud.
 
Por los ciclos de los ciclos...

Papá, ven en bici... por Navidad

"Papá, ven en tren" ¿Quién no se acuerda de aquella campaña de Renfe de los años 70 con todos los tintes machistas de la época y con el rancio sabor de aquellos tiempos? Ojalá que no demasiados, eso significará que sois jóvenes o que olvidáis con facilidad.



A través de esta publicidad Renfe buscaba prestigiar su servicio mostrándolo fiable y seguro, como medio para captar viajeros de movilidad obligada, de los de todos los días, currelas. Eran los años gloriosos del régimen, donde las infraestructuras iban vertebrando un país a golpe de estado.

Por aquellos años se descubrió y promulgó en este país el utilitario, representado genuinamente por el Seat 600, como modelo de vehículo que iba a permitir a todas las familias de entonces desplazarse alegremente por la geografía patria con ilusión y estrecheces. De aquellos años son también aquellos portarretratos para los salpicaderos que rezaban un patriarcal "Papá, no corras" que representaba la gran competencia para el transporte público y que Renfe utilizó inteligentemente, reformulando la consigna.

Luego llegaron los años 80 y los 90, que fueron más los del "Si bebes, no conduzcas" demostrativo de que el mundo, el universo se había conformado por y para el coche y de que aquello fue un desfase tan grande que empezó a preocupar incluso a los que lo habían fomentado.



El cambio de siglo nos dejó con más de lo mismo, con la retirada progresiva del tren en beneficio de las autovías, con la dispersión de las poblaciones, con la "cochificación" absoluta. El que no tenía coche era un paria, prácticamente no tenía derecho a moverse.


Y así llegamos a nuestros años. Con el tren convertido en AVE y con el coche mandando en la calle, pero con un crack de no te menees que nos va a obligar a repensar este orden de prioridades para tratar de recomponerlo en algo de dimensiones manejables y que dé una cierta esperanza a esta realidad que se nos ha puesto tan gris (por no decir negra).

Mis propuestas como campañas prenavideñas para vender este nuevo concepto de movilidad y devolver un poco de alegría a nuestras vidas son éstas:




Gracias a Almansa en Bici y a Fermín por la inspiración, y a ElectricBricks y Pro.Motion por las imágenes.

jueves, 8 de diciembre de 2011

De vacas y bicicletas

Ha sido demasiado tiempo intentando pasteurizar, uperizar y homogeneizar ciclistas a base de higienizar su circulación separándola de sus congéneres como si fueran gérmenes nocivos y de inyectar carísimos tratamientos a base de propaganda y buenas dosis de bicis públicas, para que al final la ubre que estaba amamantando este ternero se seque.

Esta vaca no da más de sí. Lo dice hasta Angela Merkel. ¿Qué va a ocurrir a partir de ahora? ¿Morirán los pobres ciclistas de inanición o lo harán bajo las ruedas de su vecino que ya le tenía ganas desde hacía unos cuantos lustros? ¿Se producirá una especie de ajusticiamiento ejemplar por el atrevimiento de todos estos años? ¿O simplemente no pasará nada?

Me temo que ninguna de esas cuestiones se van ni siquiera a plantear. Paro, déficit democrático, descrédito de la clase política, desenmascaramiento del contubernio financiero, defensa a ultranza del cadáver capitalista o simplemente escapismo e ilusionismo de muchos poderosos, son cuestiones que nos van a tener muy entretenidos durante los próximos años como para andar pensando en esas menudencias.

Lo que está claro es que la pobreza agudiza el ingenio y que los tiempos malos van a traer mucha escasez, que ya nos venía haciendo un poco de falta en algunos temas. Lo que está igual de claro es que mientras esto esté en manos de los mismos que lo han provocado, difícilmente va a cambiar el panorama. Ellos no conocen el antídoto y son portadores de los gérmenes más nocivos.

Lo normal es muy raro... todavía

De todas formas, en esto de la bicicleta creo que vienen tiempos buenos. Mucha gente está retomando la opción de la bicicleta por su sencillez, por su conveniencia, por su practicidad, por su economía y por lo agradable que resulta, mucho más que por poner los cuernos al coche. Ahora que ya no hace falta aparentar tanto porque de las apariencias ya no vive ni el tato, la bicicleta se postula como una gran candidata para conquistar las calles sin prejuicios y con absoluta normalidad.

"Lo normal es muy raro es una propuesta de biernes

Sin alardes, sin grandes infraestructuras, sin apadrinamientos costosos, sin publicidad, sin propaganda. Va a ocurrir simplemente porque es fácil, barato y divertido. Sin tantas tonterías apocalípticas, sin tanta argumentación catequista, sin tanta milonga y sin tanto boato. Y no va a ser el fruto de todo eso aunque algunos estén dispuestos a atribuírselo. Tampoco va a ser una revolución maravillosa, idílica. No. Va a ser mucho más natural que todo eso. Simplemente va a ser. Está siendo.

El proyecto vaca... y bici

Pero si todo lo anterior te da igual, o incluso si no te da, siempre podrás hacer algo por aquellos para los que una bicicleta, como una vaca, puede marcar la diferencia. Regalársela. El Cow Project es una iniciativa solidaria de Parental Care Ministries encaminada a proveer de una vaca como sustento y una bicicleta como medio de locomoción a una comunidad de pastores de Uganda. Sin duda una idea brillante que incluye bicicletas.

Uno de tantos proyectos de "bicicletas solidarias" que demuestran que lo que aquí cuesta tremendamente valorizar en otras partes del mundo es todo un lujo que puede cambiar una vida de una manera determinante.