jueves, 2 de febrero de 2012

¡Vete a Francia!

Aquí, en zona fronteriza, para mandar a alguien a paseo se le dice "¡Vete a Francia!". Son las cosas de la maldita vecindad, las envidias, los odios, la rivalidad. Pasa en cualquier comunidad, los vecinos siempre son mal recibidos sólo por el hecho de ser vecinos. En el asunto de la bicicleta pasa poco más o menos lo mismo... desgraciadamente. Y no sólo aquí. Lo mismo ocurre entre Holanda y Alemania, Dinamarca y Holanda, Alemania y Francia o Suiza e Italia o entre Catalunya y el Pais Valenciá , Gipuzkoa y Bizkaia o Villarriba y Villabajo. Siempre.


Lo sangrante de este asunto es que nos impide ver lo próximo, que muchas veces es lo más interesante por ser lo más accesible y lo más realizable, por ser lo más semejante y, por tanto, lo más comprensible. En esta especie de batalla vecinal, somos capaces de ir a fijarnos a lugares remotos o, cuando menos, lejanos e ignorar las conquistas y los logros de nuestros vecinos.

Con Francia ocurre. De hecho, Francia, que lleva un montón de tiempo andando en bicicleta de una manera ejemplar, por amable, respetuosa y digna, no aparece en el universo del desarrollismo ciclista como ejemplo de nada que no sea el monstruo de las bicicletas públicas que alimentaron en Lyon y Paris y que todavía anda dando guerra en todo el mundo para satisfacción de JCDecaux y sus secuaces.

Debe ser cosa de la edad, pero desde hace más de 30 años llevo impresa una sensación en mi acervo ciclista: la de la seguridad de las carreteras y poblaciones francesas para circular en bicicleta. Seguridad fundamentada en el respeto mutuo, en la comprensión y en una educación impecable. Era pasar la frontera y sentirte respetado y, más que eso, incluso incómodo por tu actitud defensiva y victimista, labrada desde la más tierna infancia a este lado de esa línea invisible que es la frontera. Claro que París es otra cosa.

Ahora los franceses, que en esto de la bici como en tantas otras cosas nos llevan una buena ventaja, están viendo la necesidad de incrementar el esfuerzo en la promoción del uso de la bicicleta y han anunciado toda una serie de medidas para tratar de fomentarla como medio de locomoción. Hablan en concreto y por este orden de:

Desarrollo de facilidades e infraestructuras
  • Garajes para bicis obligatorios en las nuevas construcciones
  • Desarrollo de una red de ciclovías y vías verdes
Iniciación al uso de la bicicleta
  • Evaluación de la retribución por kilometraje en desplazamientos al trabajo
  • Integración tarifaria entre el transporte colectivo y las bicis públicas
  • Fomento de la intermodalidad
Mejora de la seguridad
  • Puesta en marcha del "giro a derecha" que autoriza a los ciclistas a saltarse los semáforos en rojo en dichos giros
  • Fomento del aprendizaje de la bicicleta a través de biciescuelas
  • Marcaje de bicicletas para luchar contra el robo y el hurto
Ejemplaridad del Estado
  • Dotación de bicis en instituciones estatales
Mejorar la percepción de la imagen de la bicicleta por los franceses
  • Lanzamiento de un programa de comunicación nacional
  • Repetición bianual de los recuentos nacionales de bicis

Ahí queda eso, enunciado por un gobierno central, más concretamente del Ministerio de Ecología, Desarrollo Sostenible, Transportes y Vivienda, y no por una asociación voluntarista o por un municipio aislado.


Yo particularmente y como he hecho muchas veces en mi vida, seguiré mirando a nuestros vecinos, sean los que sean, para poder copiar y anticipar algunos temas, con admiración, con respeto y con cierta reserva crítica, por qué no.

1 comentario:

  1. Esto si que resulta realmente envidioso. Que gran diferencia entre dos países tan próximos.

    Se comenta últimamente que los franceses nos tienen envidia, por mi parte es al revés. Me gustaría tener aquí la cultura ciclista que tienen en Francia y les regalaba todos los Tours ganados por los ciclistas españoles, menos el del gran Bahamontes.

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