viernes, 29 de junio de 2012

"Borraja a piñón" y otra gente que se estruja el melón

Podría ser el título para un programa mediático que recogiera las diversas iniciativas de empleo, mayormente de autoempleo, que están surgiendo o simplemente se están barajando en los últimos tiempos alrededor de la bicicleta.

Hace tiempo, mucho tiempo, las bicicletas era una herramienta de trabajo insustituible para algunas tareas, como lo fueron antes animales tales como el burro o el mulo. Servían para desplazarse, para cargar y para repartir mercancía.

Han pasado los años y las bicicletas han vuelto con ilusión renovada para tratar de dar sentido a algunas actividades en una sociedad cada vez más sensible a las cuestiones relativas a la sostenibilidad ambiental, energética y relacional. En la lógica del transporte amable es donde la bicicleta cobra una presencia inusitada.

Ya hemos dedicado muchas entradas a ello, pero, cada vez que surge una nueva, nos parece imprescindible exponerla para animar a sus promotores a que apuesten decididamente por ello y para aportar nuestro humilde granito para que se den a conocer.

Hoy vienen del entorno de esos jóvenes locos maños de La Ciclería y se llama "Borraja a piñón". Un nombre sin duda simpático. ¿La idea? Repartir productos de la huerta de la manera más cercana, amable y respetuosa posible, esto es, en bici. Directo desde el agricultor hasta tu domicilio. Todo ecológico, todo económico, todo próximo.


Desde aquí nuestro apoyo más sincero y que este proyecto no quede en "agua de borrajas".

Entre los que se estrujan en melón dándole vueltas a la bici, ha aparecido este personaje con su artilugio en Valencia, animando la feria con un tiovivo movido a pedales. Un tío vivo, sin lugar a dudas.

Foto de Valencia en Bici en Facebook

jueves, 28 de junio de 2012

¿Cuánto pagarías por pagar menos por circular?

Se han hecho muchos números respecto a los aportes de la bicicleta a la economía. Pero hoy no toca hablar de esos grandes números de la polución, la salud, los accidentes o la congestión. Hoy toca hablar de economía doméstica y de valor relativo.

Dicen algunos que no se gastarían nunca mucho en una bicicleta porque no merece la pena, porque la bicicleta está condenada a ser robada o maltratada, que mejor no arriesgar, que para moverse por la ciudad no hace falta nada especial, que con cualquier hierro vale.

El otro día una chica nos explicó que ella había contabilizado los ahorros reales en euros contantes y sonantes que le había producido el uso de la bicicleta que había comprado tan sólo ocho meses antes, no sin dudas y ampliando su presupuesto inicial por hacerse con una bici ciertamente de calidad. Ella, como tantos otros, combinaba el coche y el transporte público en sus tránsitos urbanos habituales. Su sorpresa había sido mayúscula al analizar sus cuentas.


En tan sólo ocho meses, había amortizado su bicicleta y ya le estaba produciendo beneficios económicos, además de los consabidos en su estado de forma tanto físico como anímico, su puntualidad, su autoestima. Nos contaba que, ahora que la había amortizado, ya podían robársela, cosa improbable dadas las medidas que toma contra ello. Además, al haber invertido en una bicicleta buena, esta le iba a durar mucho más, teniendo en cuenta la calidad de sus componentes, así que esperaba unos réditos realmente insospechados.

Sácate tus cuentas y, por favor, no seas rata cuando te toque invertir en tu bicicleta, porque ella te lo devolverá con creces. En estos tiempos de incertidumbre económica la bici se presenta como un valor seguro... y en alza.

miércoles, 27 de junio de 2012

Dejo la bicicleta, me vuelvo a la furgoneta

Llevo 30 años utilizando la bicicleta como medio de transporte urbano. Ni uno más. El pasado miércoles fui atropellado por un coche, por suerte sin grandes consecuencias para mi integridad física. No así la anímica. Desgraciadamente, he perdido la confianza y ya no utilizaré más la bicicleta en mi ciudad.
(...)
Creo que sin cambios estructurales en la forma de entender la movilidad urbana enviar ciclistas a las calles es peligroso. Y lo triste es que la lucha contra el coche está perdida, al menos en los próximos años, ya veremos en un futuro más lejano. Por eso he decidido colgar mi bicicleta antes de que me cueste la salud, y por desgracia para vuestros pulmones y mi bolsillo, me veréis pasar en mi furgoneta cuando suba al centro.

Así se expresaba el autor de este artículo de opinión en un rotativo de mi ciudad. Un argumento recurrente que recoge de manera magistral ese sentir tan difundido de que, ante cualquier atisbo de inseguridad percibida, de riesgo detectado o de peligro sufrido, la gente renunciará a aquello que les produce incertidumbre para elegir lo que les protege.

Foto tomada de Santander Cycle Chic

El problema es que el riesgo y la incertidumbre siguen ahí, acompañándonos inexorablemente en cualquiera de nuestros actos, en cualquiera de nuestras elecciones. Y son precisamente el riesgo y la incertidumbre los que hacen que esto de vivir tenga su encanto. Sin embargo, parece que hay gente que, después de 30 años no se quieren dar por enterados de que la integridad depende de una mezcla de suerte, prevención, experiencia e instinto.

¿Y qué tal tanques y refugios antiatómicos para todos?

Porque defender lo contrario es abogar por los tanques y los refugios antiatómicos por lo que pueda pasar. Porque no quiero ni imaginar cuál será la elección de este sufrido opinante cuando tenga un accidente con su furgoneta y se haga daño (porque el daño que haga él, como bien ha quedado claro, estará justificado).

Foto extraída de esta singular noticia en la que el alcalde de la capital lituana
aplasta un coche aparcado en un carril bici. ¡Eso es protección y lo demás son tonterías!

La circulación, señoras y señores, entraña sus riesgos. Los mismos que la vida (y perdón por la venada existencialista). Los riesgos de los despistes propios y de los ajenos, los riesgos de toparnos con un energúmeno, con un listo o con un hijo de puta (y perdón por la venada machista), que los hay y muchos, los riesgos de perder el equilibrio, el físico y el mental, los riesgos, señoras y señores, están y estarán ahí, por más que nos pongamos muy tiquismiquis y demandemos sobreprotección. Y los riesgos son la salsa de la vida. Bien entendidos, bien gestionados y bien superados.


¡Ánimo y al toro!

lunes, 25 de junio de 2012

Duelo en el carril bici

Llevábamos apenas un par de días intentando desconectar de las rutinas obsesivas, de las penurias cotidianas, de las miserias colectivas, del hartazgo de la temporada, de la tensión del curso, por estas tierras siempre reconstituyentes de Soria cuando, paseando por las tranquilas calles de la capital, descansando de una jornada de sol y pedales, hemos advertido unas señales en el suelo.

Unas chapas circulares colocadas secuenciadamente con algo grabado en su superficie.

Acercándonos un poco más, nos dimos cuenta de que no eran sino señales del destino, de un destino que estaba escrito, grabado y al que no podíamos escapar.

Siguiéndolas nos llevaron hasta un abrevadero de caballos metálicos. Estábamos en el camino.


Un poco más allá, en dirección al río, descubrimos otras marcas en la calle. Verdes, indescifrables, debían ser símbolos sólo comprensibles por los lugareños.

Las seguimos y nos topamos con un individuo armado que, a pie de calle, parecía apostado esperando cazar a alguna víctima desprevenida. Le preguntamos:

- ¿Qué son esas marcas?
- ¡Un carril bici!
- ¿Y tú qué haces aquí?
- Esperando a que caiga alguien, porque lo que han hecho aquí no tiene nombre.

Nuestra Señora de Calatañazor, rezaba el cartel de la calle donde se había preparado el desaguisado. Una calle de doble sentido donde ni siquiera cabían dos coches, habían decidido que era el lugar más apropiado para perpetrar este experimento inaudito.

Esperamos unos minutos, hasta que el forajido nos propuso:

- Si no os importa ¿no podíais hacerme el favor...?

Y caímos, como Felipón. Y ahí estuvimos, como Miguelón, lidiando en el asfalto, que más parecía que se trataba de un duelo al sol, a juzgar por las miradas de los conductores que, afrentados por nuestra presencia de figurantes, parecían retarnos, por los bocinazos y por los disparos, que de todo hubo. De todo, para demostrar que no hay sitio suficiente para bicis y coches a este lado del Duero.

Al día siguiente, la prensa local se hizo eco del suceso... como no podía ser de otra manera.

martes, 19 de junio de 2012

Los tiempos de la bicicleta de carga

Dicen, decimos, que las bicicletas de carga representan el futuro de la logística ligera en las ciudades que quieren reinventarse y que quieren volver a intentar revitalizar los centros urbanos a fuerza de quitar automóviles y recuperar espacios públicos como lugares de encuentro y de disfrute. Muchas empresas lo están intentando, lo estamos intentando, argumentando que la bicicleta, sobre todo con pedaleo asistido en lugares comprometidos, puede ayudar a resolver el problema de la sobreocupación del espacio para operaciones de carga y descarga en las horas de reparto.

Así Txita, Vanapedal o nosotros en Oraintxe, estamos diariamente demostrando que, bien gestionado, el reto es posible, es bonito, es amable y es rentable. Tanto es así que se ha organizado un proyecto europeo para fomentar esta modalidad de transporte denominado Cyclelogistics.


Pero ¿estamos inventando algo nuevo?

Desde luego que no. En este mundo, por suerte, está todo inventado, pero, en muchos casos, está mal implementado o simplemente no está implementado. El truco no es ser genial sino ser ingenioso a la hora de elegir la tecnología apropiada para cada actividad. Muchas veces nos empeñamos en transportar sobres con camiones o cajas de vino en bicicleta. La clave está en acertar con el medio adecuado para cada misión.

Así, observando cada tarea y tratando de ignorar las tendencias fatales que adolece esta sociedad y que la están estrangulando, el reto vuelve a estar en ser económicos, en ser eficientes, para poder ser rentables en escenarios que cada vez se están poniendo más feos y que demandan cada vez más austeridad.

Hoy me he vuelto a encontrar con esta foto de la guerra en la Plaza del Castillo de Pamplona, presidida por un triciclo de carga, vehículo habitual en aquella época y no he podido menos que esbozar una sonrisa giocondiana.


No. No es por el atrincheramiento. Tampoco por la guerra. Ni siquiera porque cuando las cosas se ponen feas las tecnologías simples siguen funcionando. Es porque, hoy en día, han vuelto los triciclos a esta ciudad, como a algunas otras, gracias a una decisión arriesgada y todavía demasiado "innovadora" para una sociedad que sigue aferrada al motor y al volante hasta para llegar a lugares inaccesibles que se quieren preservar sin motorizar, después de muchos años de haberlos motorizado.

La pregunta ahora es ¿seremos capaces de darnos cuenta de que este tipo de herramientas "retrógradas" pueden aportar soluciones parciales a los graves problemas del suministro y transporte en las ciudades modernas, amables y humanizadas que están recuperando espacios libres de coches?

lunes, 18 de junio de 2012

¿Qué pasará cuando todo esto se vaya a la mierda?

Es feo plantearlo así, pero quizás es más necesario que nunca. Es lamentable la situación en la que nos encontramos: en una sociedad indignada con unos dirigentes inoperantes, que, como mucho, son marionetas de unos terceros a los que nadie acaba de poner cara ni intenciones reales, con una incertidumbre monumental que pasa por no saber qué hacer ni con nuestra hucha y con una sensación de culpabilidad y victimismo colectiva de no te menees. En medio de este guirigay, aturdidos por las cotizaciones y amedrentados por rescates, intervenciones y corralitos hay que seguir viviendo sin saber con certeza cuándo todo esto se va a ir a la mierda de una vez por todas para empezar de nuevo desde un sitio que aunque sea deplorable (que no lo va a ser) al menos sea cierto (que tampoco lo será del todo).

¿Estamos al borde de un abismo o en un acantilado con vistas? (Foto: Gorka)
 



¿Qué pasará después de la debacle? 

Esa es la pregunta del millón. En qué posición estaremos. ¿Podremos comprar bicicletas importadas o tendremos que volver a aprender cómo se construían porque volveremos a ser un país emergente? ¿Nos devaluarán tanto que nuestras opciones en el extranjero se reduzcirán a poder vender algo que ahora mismo no tenemos ni sabemos hacer o simplemente nos intervendrán de una manera tan apabullante que nuestras aspiraciones soberanistas, sean del territorio que sean, se limitarán a tu inscripción censal y al mantenimiento de tu lengua y tus costumbrismos?

¿O acaso no habrá debacle?

Dicen los expertos que nada de esto va a ocurrir, pero, curiosamente, son los mismos expertos que nos han traído hasta aquí con falsas promesas y engaños sucesivos.

El mensaje es que aquí estamos unos cuantos dispuestos a pelear en el siguiente campo de batalla con la misma ilusión con la que peleamos en el anterior, sin creernos nada pero creyendo en lo que hacemos, pero, por favor, que se definan de una vez las condiciones de juego porque, si no, la única pelea es la pataleta y esa no produce nada que no sea indignación e insatisfacción. Y que se callen por favor toda esta cuadrilla de botarates que llevan haciendo el ridículo demasiado tiempo jugando a que mandan.

No queremos saber si habrá más carriles bici, ni si se impartirá biciclismo en las escuelas, no queremos saber si la gente, siquiera, andará más en bici o no (y mira que en esto nos va algo) simplemente queremos que cese este ruido, esta situación de alarmismo, esta huida hacia nadie sabe dónde, esta desconfianza, esta confusión y esta postración colectiva. Lo demás, ya lo haremos entre todos, o entre los que estemos dispuestos a hacer algo.

jueves, 14 de junio de 2012

El suicida de la cámara en el casco todavía vive

Sí, señoras y señores, Lucas Brunelle, el personaje que mejor ha sabido retratar y alimentar el mito del mensajero suicida, transgresor, agresivo, alternativo, marginal, maleducado... idiota, sigue vivito y coleando y, para celebrarlo, ha hecho una película de sus azañas. Las suyas y las de sus compinches de los "alley cats" (carreras ilegales, normalmente nocturnas) y de los CMWC (Cycle Messenger World Championships). Todo un mito. Y en estos 10 años de vanagloriarse de ser "el más" y de poder además contarlo con imágenes nadie se los ha llevado por delante.

Aquí el trailer. Inexcusable.



Aún me acuerdo de aquellos CMWC de Barcelona de aquel ya lejano año 97. ¡Años locos! Parece mentira que todavía haya gente defendiendo esa visión de la calle en bici. ¿Será que nos estamos haciendo mayores?  ¿O será quizá un "revival" de aquello?


martes, 12 de junio de 2012

La videovigilancia llega a las bicicletas

¿Quién dijo que las bicicletas no les importaban a nuestros responsables de la seguridad ciudadana? El que lo dijo se equivocaba. La demostración está aquí, otra vez de la mano de una de las ciudades que más innovaciones está presentando en el mundillo de la bicicleta llega la videovigilancia.

¿Cuál es la idea? Utilizar las cámaras que el Gran Hermano tiene provistas en algunos puntos estratégicos de la ciudad para, agarrarse bien, ¡vigilar las bicicletas que están aparcadas en los aparcabicis cercanos y disuadir así a los cacos! Aquí la noticia.


El mismo Ayuntamiento que hace unas semanas presentó, orgulloso, el primer sistema de registro de bicicletas que incluía una matrícula identificativa al estilo de aquellas que había cuando se pagaba impuesto por circular en bici, ahora se destapa con esta medida espectacular. Y promete tener agentes dedicados a mirar atentamente a los monitores para poner así fin al crimen organizado y a los malhechores autónomos que cada vez operan más y mejor en esta ciudad. ¡Temblad chorizos! Así, cuando un personaje se acerque a vuestra bicicleta con actitud sospechosa y trate de manipularla, caerá sobre él todo el peso de la ley.

De todos es conocida la eficacia de la videovigilancia en la persecución del robo de bicicletas, que ahora los ciudadanos de Pamplona, por fin, podremos disfrutar y dejar nuestras bicicletas tranquilamente en esos estupendos aparcabicis sin temor a que nadie nos la vaya a sustraer. Perfecto. Ya no harán falta candados de seguridad, con una sirga que forzar será suficiente prueba de criminalidad. Y después, a esperar que caigan los infaustos cacos a manos de nuestros cuerpos de seguridad para que reciban su merecido.

La medida ha costado sólo 30 y pico mil euros, una nadería con la que se podían haber sufragado el coste de 20 y pico plazas de aparcamiento en los aparcamientos subterráneos, cubiertos y vigilados que podrían dar cobertura a 300 y pico plazas de parking de bicicletas de categoría. Así a modo de prueba piloto gratuíta, que luego podrían pagar los usuarios gustosamente a razón de 10 euros/mes o 30 céntimos hora, dependiendo del uso. Otra oportunidad perdida.

Sin llegar a ese extremo, el concejal Aritz Romeo de la oposición ha propuesto una estrategia más integral de aparcamiento que incluya todos los barrios y trabaje para que se habiliten plazas de aparcamiento cubiertas y seguras.

Un cuento

Para los incrédulos tengo una anécdota real como la videovigilancia misma. El otro día en un aparcamiento videovigilado de la misma ciudad a un chaval le robaron una bicicleta. Alarmado, se puso en contacto con el servicio de seguridad del edificio que accedió a dejarle visionar el video de la zona. En el video se veía perfectamente la maniobra del malhechor y, de hecho, hasta se le veía perfectamente la cara. El chaval no dudó un solo instante y, viendo que el robo se había producido tan sólo 20 minutos antes, se puso en contacto con la policía. ¿Sabéis que paso? Nada.

Para los crédulos ya está todo lo demás. ¡Suerte!

lunes, 11 de junio de 2012

Peatones, por favor, cíñanse a la acera

Uno no sabe ya qué puede encontrarse en estas ciudades que han decidido reinterpretar la movilidad sostenible de la misma manera que cualquier otra área de la sostenibilidad, es decir, a su libre albedrío o, casi mejor, a su libre ocurrencia.

La ordenación del tráfico en estas ciudades se hace hasta en las aceras. Esto es, se señalizan y marcan las aceras como espacios de circulación, perdiendo su carácter discrecional y más o menos anárquico. Muchas veces hemos hablado ya sobre las consecuencias que ello conlleva en la habitabilidad y tranquilidad de las mismas, todo por tratar de canalizar por ellas algunos vehículos que resultan incómodos en las calzadas, mayormente bicis.

Hasta aquí todo conocido. Grave pero conocido. Lo de hoy ya es el colmo. Hoy me he encontrado estas marcas en una acera. Las había visto en alguna calzada pero ¿en la acera?

¿Qué significan? Pues, efectivamente, aunque parezca increíble, están indicando que en esa acera los peatones deberán circular bidireccionalmente. La señal lo deja claro (yo soy de esos peatones que camina mirando las señales).


¿Demencial? No tanto. ¿Por qué? Pues porque justo al lado hay un circuito para patinadores, en el que rara vez hay patinadores y que se quiere preservar como "carril patín", ante las contínuas incursiones de los viandantes. Correcto, comprendido.

Sin embargo, analicemos las características de la acera recomendada para peatones y por qué los malditos caminantes insisten en invadir el "carril patín". ¿Qué nos encontramos? Esto.


Si esto no es una ignominia pedestre que alguien me explique qué es.

Ahora bien, ¿qué tiene todo esto que ver con las bicicletas? Nada. Solo que a veces me da por compadecerme de los infaustos peatones que, pese a tener la mayor masa crítica en la mayoría de nuestras ciudades, siguen sufriendo este tipo de vejaciones, menosprecios y atropellos. Ya podéis perdonar por la digresión pero es que a veces yo también camino.


¡Ooooops!

domingo, 10 de junio de 2012

¿Cuánto hay que proteger a los ciclistas?

Leo con cierta inquietud en una minúscula nota en el periódico local que otro ciclista ha sido atropellado en una rotonda. Otro. En una rotonda. O en un ramal o en un cruce. Siempre en los mismos sitios. Siempre en las mismas circunstancias. La invisibilidad del ciclista se multiplica en estos lugares concebidos sólo para mejorar la eficiencia de los automóviles y donde los que no lo son sufren las consecuencias, que además suelen ser invariablemente graves dada la indefensión de éstos.

Es fácil caer en la tentación victimista de demandar sobreprotección de los ciclistas ante este tipo de noticias. Es fácil generalizar y caer en la reducción del problema para argumentar la necesidad de un viario exclusivo para este tipo de vehículo sin carrocería, sin licencia y sin seguro. Es fácil hacer una manifestación exhibicionista para escenificar la vulnerabilidad de las personas que andan en bici y exigir respeto y educación. Lo que no es tan fácil es saber discriminar dónde y por qué los ciclistas necesitan ser defendidos.

¿Cuándo, dónde y cómo?

Las rondas, las superavenidas, las rotondas, los cruces semaforizados con giros en ámbar, los entronques sobredimensionados, las soluciones implementadas en muchas ciudades con magnitudes y características propias de autopistas son las que más condicionan los tránsitos de los "no motorizados" en el medio urbano. Son estas megainfraestructuras las que más ponen en juego la convivencia de los ciclistas con el resto del tráfico. Es aquí donde hay que actuar y donde hay que recordar las reglas del juego: el respeto debido, el derecho indiscutible, la distancia de seguridad y, por qué no, la segregación.

En el resto del espacio urbano la circulación en bicicleta es segura si el sujeto que conduce la bicicleta sabe comportarse, sabe interactuar y sabe identificar los escenarios y las situaciones. Así pues, alejemos la idea paradigmática de que los ciclistas, como especie protegida, deben de contar con un medio seguro y exclusivo para sobrevivir y para reproducirse en cautividad porque, en la inmensa mayoría de los casos, ese medio ya existe y se llama calle.

Visto de esta manera, el asunto es relativamente sencillo y se reduce a identificar esas megainfraestructuras y buscar las mejores soluciones a cada caso. Huyendo de las fórmulas hechas con plantilla y metidas con calzador, huyendo de soluciones posibilistas y de chapuzas improvisadas para salir del paso, huyendo de mallas y redes que no hacen sino generar una expectativa de protección necesaria y exigible que nunca se puede completar porque no hay espacio público disponible ni lo habrá.

Bastará con hacer un mapa de la ciudad, como se ha hecho en algunas ciudades, donde se recojan las calles tranquilas y donde se identifiquen y se localicen los puntos negros y los trayectos comprometidos. Y habrá que ponerse manos a la obra (no confundir obra con construcción) para resolverlos de la manera más natural y más segura posible desde la perspectiva de la bicicleta.

Todo lo demás es un juego obsceno, descabellado y auto-utopista que no hace sino retrasar la reconquista de las ciudades para las personas y la concurrencia de la bicicleta en las mismas de una manera natural y razonable, justificando acciones tan sangrantes como la invasión de las aceras y la discriminación de los viandantes.

El peligro de la sobreprotección

Porque si maximizamos la protección corremos el peligro de la sobreprotección cuyas consecuencias pueden ser más negativas porque puede llegar a rebajar las defensas de la especie protegida, crearle un espacio profiláctico antinatural en el que la percepción de confianza haga a sus especímenes más vulnerables ante el riesgo, a la vez que les haga convertirse en depredadores de especies más débiles en su reserva.

jueves, 7 de junio de 2012

¿Ciclistas atropellados? ¡Tranquilos, poneros casco!

La nueva DGT, esa a la que todos estamos mirando con inquietud ante su mutismo y pasividad respecto a la esperada renovación del Reglamento de Circulación en lo tocante a limitación de velocidades y normativa ciclista en la ciudad, ha decidido hacer declaraciones ante los preocupantes datos de sinistralidad ciclista de los últimos años que ha presentado una aseguradora en un informe recapitulativo y del que se ha hecho eco la prensa insidiosa de este país para sembrar miedo y exigir reacción ante tanta inoperancia.

¿Y qué ha dicho la DGT? Pues que estemos tranquilos, que no dramaticemos, que no nos pongamos alarmistas porque, para empezar, ha dicho que no le preocupan 67 ciclistas muertos frente a más de 2.500 automovilistas o pasajeros fallecidos en el mismo periodo, que es una bonita manera de saltarse el tema a la torera. Tienen razón. El problema es que mueren pocos. Aunque los accidentes y los heridos graves hayan crecido exponencialmente, aunque las cifras de ciclistas muertos en carretera sean las más altas de toda Europa.

De todas formas, esto no es lo más grave. Lo más grave es que han tratado de una manera muy sutil de culpabilizar a los ciclistas, cuando la medida que se ha propuesto para minimizar los daños de los accidentes, además de buscar una convivencia más tranquila, es generalizar el uso del casco lo cual quiere decir, hacer la obligación de utilizar el casco extensiva a la ciudad. Muy bueno. Así, además de ir a la cabeza en siniestros en carretera (donde ya es obligatorio el casco) también vamos a ser el único país de Europa donde el casco sea de uso preceptivo en la ciudad.

Se conoce que les han llegado los partes médicos que les han confirmado, como no podía ser de otra manera, que los fallecimientos se han debido, entre otras cosas, a un traumatismo craneoencefálico y que eso se puede resolver con un casco. Muy sagaces. Lo que pasa es que igual no han caído en la cuenta de que la mayoría de los peatones también mueren por el mismo motivo, así que ya tienen el remedio para todos.

Casco para todos

No vamos a profundizar en ello. En la capacidad defensiva del casco, en los distintos tipos de casco, en la correcta colocación de los mismos, en su homologación, en su caducidad. No, para eso ya hay gente más sesuda. Tampoco vamos a soslayar su uso preventivo para evitar los males de caídas tontas o menos tontas. Pero de ahí a pensar que el casco previene muertes de atropellos es no trabajar sobre el problema de frente.

Porque, si no, podemos caer en la tentación de prevenir a la víctima en vez de trabajar para reducir la peligrosidad del causante, en este caso el automovilista.

Eso o que todo el mundo lleve casco y en vez de morir de traumatismo cerebral lo hagan, confiados, de politraumatismos, porque la percepción de seguridad con casco les haga más incautos. Y así todo resuelto.

Pretender que la culpa es de la víctima y trabajar sólo sobre ello es presuponer un masoquismo generalizado o una idiocia masiva, y, más que eso, es querer evitar atajar el problema desde la causa. A ver cuanto nos dura el escapismo, los juegos malabares y la huida hacia delante y, como dice un compañero mío, a ver cuánto más vamos a seguir dando cobertura al "rigor conductis" ese que sufren muchos automovilistas cuando hacen infracciones o tienen conductas intimidatorias a espaldas de la ley y siguen, como si nada, con la mirada fija al frente, como pretendiendo que si ellos no te ven, tú no puedes verles y así eluden su culpa (o algo así).

Nadie pretende con esto justificar la impunidad ciclista o peatonal, pero ellos, al menos, se juegan la vida al transgredir la ley tan alegremente y, para más inri, no ponen en peligro mortal a los demás.

Para ampliar información sobre cascos, chalecos reflectantes y seguridad, por favor clicar en el banner de la ECF (European Cyclists' Federation) que reza "Pregúntame por qué ando en bici sin casco".

miércoles, 6 de junio de 2012

La farándula bicicletera sigue

La historia continúa irremediablemente. Siguen las actuaciones, las escenificaciones, las pantomimas con la bici como objeto. Las bicicletas todavía dan para mucho.

Hemos superado con normalidad el Día Europeo de la Bicicleta en el que muchas ciudades han celebrado la cosa con felicidad masificadora, organizando pelotones de miles de ciclistas sobrevenidos, risueños, encantados de que, por un día y protegidos por la policía local y los santos patrocinadores, puedan navegar por esas avenidas que al día siguiente todos ellos se encargarán en recordar lo intransitables que son, o que parecen ser, o que ellos mismos las van a hacer.

Un grupo de participantes surcando una gran avenida (Foto: Javier Bergasa)

Este año, en mi ciudad, el Día de la Bicicleta ha dejado de ser un acto social, por supuesto no ha tenido ningún tinte reivindicativo, ni siquiera ha sido catalogado como un acto festivo, este año ha pasado a engrosar el calendario de eventos deportivos.

Resulta especialmente simbólico el cartel del evento en el que, sobre la estampa de una vieja bicicleta obsoleta, se ha diseñado un logo pseudomodernista en el que la bicicleta ha quedado reducida a la mínima expresión. Tanto es así, que, por no tener, no tiene ni sillín, ni pedales, ni transmisión y un cuadro que difícilmente se sostendría.

La bicicleta ha quedado institucionalizada de esta manera como objeto, más o menos decorativo, más o menos agraciado. Como esas esculturas que se exhiben en algunas rotondas de muchas ciudades. Simbología oficialista. Esto no tiene nada que ver con lo que debería ser un Día de la Bici. Algo más que un puro arrebañamiento, algo más que una congregación masiva, algo más activo, algo más interactivo, algo más participativo. Menos monolítico, menos impersonal, menos oficial, menos oficialista.

Todo sigue igual

Todo está bien, todo es normal, no hay problemas. Lo hemos interpretado, lo hemos fagocitado y lo devolvemos a la sociedad como otro producto más, con su envoltorio, con su imagen renovada. Ahora el Día de la Bici es lo que nosotros digamos, de hecho casi la bicicleta es lo que nosotros digamos, y ya está.

Mientras tanto, se siguen sucediendo las quejas en la prensa por parte de aquellas personas que, con más o menos acierto, siguen denunciando la impunidad de muchos ciclistas que, por lo visto, están exentos de cumplir la normativa de circulación y siguen campando a sus anchas por las aceras, saltándose semáforos alegremente y todo eso. Algo que por repetido y reiterativo no deja de ser menos preocupante. Algo que ya empieza a resultar cotidiano, casi cómico. Mientras tanto siguen cayendo peatones en los pasos de cebra. Mientras tanto siguen cayendo ciclistas por todos los lados. Pero, mientras se sigue sembrando el miedo, la DGT nos pide que no seamos "alarmistas", que eso no es nada al lado de las cifras totales, que relativizamos.


Nadie se preocupa realmente de nada que no sea hacerse un poco de propaganda. Se limita la velocidad en calles en las que no se puede correr y se dejan las calles con mayor número de siniestros intactas, se hacen jornadas sobre seguridad para ciclistas en la que el escaso público o son ciclistas convencidos y expertos o son peatones indignados. Se formulan normativas que luego no se pueden cumplir y luego no se cumplen y no pasa nada.

Esta suerte de inmovilismo colectivo, del "todo marcha bien", del "no me toques nada", del "mientras dure" o del "es inevitable" lleva ya una deriva que está adquiriendo una inercia preocupante. Nada que no sea extrapolable a cualquier otro aspecto de una sociedad, de una manera de vivir que nos empuja y en la que nos sabemos y nos creemos marionetas.

domingo, 3 de junio de 2012

El ciclista ejemplar

¿Qué debe hacer una persona para ser considerada ejemplar en la práctica del ciclismo urbano cotidiano? ¿Cómo catalogaríamos a un individuo sobre una montura de dos ruedas implusada a pedales como modélico en su ejercicio ciclista? Ahí va un intento de categorizar algo tan difícil como la conducta humana para definir la virtud en relación con el uso de la bicicleta como medio de transporte urbano. Para facilitar la comprensión y, teniendo en cuenta que hablamos del camino de la virtud, lo formularemos a modo de decálogo, para redondear, como los mandamientos.

1. Sabe manejar su bicicleta

Algo más que mantener el equilibrio. Es capaz de circular manteniendo una línea, es capaz de soltar una mano para indicar sin miedo, es capaz de girarse y volverse sin perder el control, es capaz de sortear un obstáculo, bajar o subir un escalón, frenar en curva, anticipar las maniobras en mojado, acompañar sus movimientos, balancear el peso, cargar algo con facilidad, tocar un bordillo y seguir sin problemas. Andar en bici en la ciudad es algo más que saber mantenerse en dos ruedas. Requiere de una serie de habilidades.

2. Tiene su bici a punto

Conoce los mecanismos básicos que hacen que una bicicleta sea segura y los mantiene en buen estado. Se preocupa porque su bicicleta tenga a punto las ruedas, los frenos y los cambios. La mantiene razonablemente limpia y engrasada. La tiene puesta a su gusto, de acuerdo con la postura que quiere llevar. Y cuando algo le suena raro no tiene ninguna duda en acercarse a su taller de confianza, donde le conocen y saben que para él la bici es algo más que un juguete, es su medio de transporte, y le tratan de acuerdo a eso, porque ha elegido un taller sensible a sus inquietudes y capaz de responder a sus exigencias.

3. Se relaciona de manera natural con los demás

No trata de demostrar nada, porque cree que no hay nada que demostrar. El ciclista ejemplar utiliza una bicicleta y, de la misma manera que para él es totalmente natural, espera que para los demás lo sea y así lo hace ver. No tiene problemas con automovilistas, con moteros, con conductores de tranporte público y mucho menos con peatones. Porque actúa de manera tranquila, callada, armónica, educada y empática.



4. Cumple las normas del tráfico

Conoce y sigue la ley del tráfico. Porque sabe que jugar al mismo juego que juegan todos hace que sea mucho más seguro, mucho más previsible. No quiere sorpresas inoportunas así que procura no darlas tampoco. Se permite algunas relajaciones, siempre hechas con mucho tacto y cuando la ocasión lo permite: pasar un semáforo de regulación peatonal después de haber cedido el paso a los peatones, adelantarse en los semáforos de intersección unos metros para mejorar su posición y su visibilidad, por ejemplo.

5. Es escrupulosamente respetuoso con los demás

Esta es la clave de su éxito. Respeta y te respetarán. Todas las personas tienen derecho a utilizar las calles para desplazarse, pero este derecho tiene un límite: la libertad de los demás, sus derechos. Saberlo te hace ser más contemplativo, más educado, más cívico, pero a la vez más digno, más determinado y más convencido de lo que haces, de que puedes hacerlo y de cómo funcionan las cosas mejor. Por eso evita los enfrentamientos, los bocinazos, los timbrazos. Porque sabe que no llevan a ninguna parte. Porque sabe que no mejoran las cosas.

6. Es visible

Se hace ver. De día y de noche. Ocupa un espacio suficiente allá donde circula, un espacio seguro, aquél que le aleja de las zonas de riesgo como bordillos, puertas y obstáculos. Y se asegura de que los demás le hayan visto antes de hacer una maniobra comprometida, que siempre señaliza para que los demás sepan qué trata de hacer. Por eso mira a los ojos de los demás, para estar seguro de que le han visto. Si no está seguro no sale. De noche usa luces "de las de ver", que le permiten circular con seguridad como un vehículo más en las zonas iluminadas y también en las más oscuras. Y lleva elementos reflectantes, sobre todo en su bici.

7. Es predecible

Señaliza. No acaba de entender como todavía hay mucha gente que no señaliza cuando circula en bici. Es su principal salvaguarda. Anunciar el giro sacando un brazo, con eso basta y con eso se mejora increíblemente la seguridad en los cruces y rotondas. Con suficiente antelación, para que quede claro lo que quiere hacer. Nunca actúa por sorpresa, nunca hace un giro brusco si no es para evitar una sorpresa, nunca circula en zigzag. Y no es porque no sepa, es porque sabe que su integridad depende de que sean bien interpretadas sus intenciones.

8. Es digno

Conoce sus derechos y los ejerce con dignidad. Le sorprende cómo mucha gente viaja apocada en su bici, casi pidiendo perdón por circular en determinados espacios, por ocupar un espacio. Cree que la bicicleta merece más reconocimiento, pero juega con las reglas que están escritas y trata de hacerlo con orgullo y humildad, pero sabiéndose amparado por la ley.

9. Sabe interpretar los distintos escenarios

No es lo mismo andar en un espacio compartido con los peatones, en una calle secundaria, en una gran avenida o en una carretera local o nacional, así que sabe extremar precauciones e interactuar en los distintos escenarios respetando las reglas de la convivencia. Así sabe ser cauto, guardar las distancias de seguridad, entender las trayectorias de las demás personas en movimiento y hacerse entender en las distintas circunstancias. Nunca irá intimidando peatones, invadiendo los espacios de seguridad de los automóviles, haciendo adelantamientos por la derecha, haciendo cruzadas inverosímiles o frenadas espectaculares.

10. Sabe anticiparse

Y siempre tratará de prever los acontecimientos. Para eso la bici le da una ventaja respecto a los demás modos de transporte. Su altura, su visibilidad, la ausencia de una carrocería, la versatilidad, la agilidad, la flexibilidad que le aporta le confieren una posición privilegiada para ver las cosas unos segundos antes que los demás y poder actuar antes de que sobrevengan. Eso y prestar toda la atención a la conducción, hacerlo con todos los sentidos. Por eso nunca lleva auriculares, ni elementos que condicionen su visión, por eso siempre conduce con las dos manos en el manillar y con un calzado que le permita un buen contacto con los pedales. Porque sabe que de todo eso depende su seguridad también. Y con eso no se juega.

El ciclista ejemplar no es una especie en vías de extinción, ni pertenece la nueva generación venidera, tampoco es un especimen concreto, simplemente no existe, es un modelo, es un arquetipo, es un ideal. De que cada vez más gente crea que este ciclista ejemplar es el modelo a seguir dependerá la seguridad, el reconocimiento y el respeto de las personas que circulan en bicicleta a diario.