martes, 31 de julio de 2012

El peligro en la circulación no es el coche

Surge la cuestión entre los comentarios que suscita una nueva colisión entre ciclista de bicicarril y coche en un paso de con preferencia ciclista. Ya no nos sorprenden, son como las noticias de enfrentamientos en Oriente Próximo o Medio. Nos hemos acostumbrado. Tanto, que ya hacemos comentarios tópicos y nos permitimos bromas tontas cuando la integridad de las personas está en juego.

Respecto al incidente, había un consenso generalizado a la hora de culpabilizar a los conductores de los coches, así, en general, como incautos, incívicos y prepotentes. Casi nada. Como si fueran una casta aparte, como si el mero hecho de ir al volante de un automóvil sirviera para categorizar a las personas y para prejuzgarlas como presuntos energúmenos menospreciadores de la vida de los demás. Lamentamos terriblemente cuando se generaliza con los ciclistas, pero no tenemos ningún empacho en hacerlo con los automovilistas cuando nos conviene. Somos así de simples, así de tontos.

Es el exceso de confianza

Pues no. En este caso, como en la mayoría de los accidentes circulatorios en la ciudad la culpa no es del coche como elemento, ni siquiera la peligrosidad es inherente al mismo, a su peso, a su velocidad. El peligro, el verdadero peligro en la práctica circulatoria lo produce el exceso de confianza. Ese que nos invita a minimizar nuestras defensas, nuestras precauciones, nuestra prevención. Tanto si somos conductores de automóviles, como de bicicletas o caminamos a pie.


Lo demás son pamplinas, argumentos visados, posicionamientos irracionales, tontería. Cuando se produce un accidente, sólo hay que pensar cómo se podría haber evitado y cómo se puede evitar el siguiente y dejarse de memeces respecto a la culpabilidad y al victimismo que la misma suscita. Lo importante es que nadie ponga en juego la integridad física de nadie, empezando por la propia.

Y eso no sólo se logra con educación vial. Muchas veces, en el caso de los ciclistas en la mayoría, depende de la capacidad de hacerse ver e interactuar en el tráfico y eso, en muchas ocasiones, se hace extremadamente complicado cuando se concurre en un cruce desde una vía ciclista bidireccional y segregada: un bicicarril, para que nos entendamos.

La disfunción bicicarril-intersección

Un bicicarril (odio el término) en una intersección se convierte en una trampa mortal, aumentada terriblemente por la sensación de seguridad, de continuidad y por la preferencia que confiere a sus usuarios. Visto desde la bici es claro simple y recto. Visto desde el interior de un coche es, simplemente, imposible. Un conductor no puede, a la vez, mirar a cinco sitios y actuar en consecuencia, así que reduce su atención a tres: su trayectoria, la presencia de otros usuarios al borde de la calzada y el comportamiento del resto de conductores en la misma.


Así, cuando un ciclista emerge desde un lateral, a una velocidad media cercana a los 20 kms/hora, o lo que es lo mismo, a 5 metros por segundo, se convierte en un par de segundos en un blanco que aparece desde más de 10 metros en la trayectoria de un conductor que ha de atender, si la vía ciclista es de dos sentidos, además de a su retrovisor y a los márgenes de la calzada, a un ángulo de 20 metros, muchas veces dificultado por obstáculos (coches aparcados, contenedores, árboles, vegetación, mobiliario urbano, etc.), lo cual hace la operación imposible.


Es por eso por lo que no podemos caer en la trivialización de este tipo de sucesos y en simplismos del estilo de "los conductores tienen que aprender a respetar a los ciclistas" o "el coche mata". Claro que mata, pero mucho más si te tiras literalmente bajo sus ruedas o juegas a ver si te atropella.

Así pues, empecemos a pensar en cómo minimizar las víctimas y dejémonos de monsergas. Porque nadie quiere atropellar a nadie. Nadie. Ni los farrukitos ni los kamikafres. Dicho esto, no está de más hacer un recordatorio básico para automovilistas.


viernes, 27 de julio de 2012

Jugar la partida de la bici

La bicicleta está jugando una baza importante para muchos a la hora de montar una partida alternativa al uso del coche en la ciudad. Para otros representa un as en la manga para salir airosos en el asunto verde. Para los más optimistas es el comodín que mejora indefectiblemente la jugada y que decide la partida.

Probablemente ninguno de estos jugadores tenga una jugada ganadora, pero todos ellos están tratando de hacer ver que la tienen. Ese es el juego. Y están apostando por ello. Algunos van de farol, otros confían en su actitud, otros simplemente porfían, confiando en que algo les vaya a caer, aunque sea de rebote. Algunos creen que basta con ir de mano para ganar. Otros juegan al arrastre. Hay los que prefieren jugar a la contra.

El caso es que muchos han creído que esto de la promoción de la bicicleta es una partida y han hecho sus apuestas, muchas de ellas multimillonarias. Pero no han enseñado sus cartas, porque confían en que les valga su talante, su chulería y su capacidad de intimidar para amedrentar al resto de jugadores.

Muchos consideran que se está jugando con cartas marcadas, en las que unos conocen perfectamente las de sus adversarios, pero estos no saben identificar las de aquellos. Y se aprovechan de ello.

Lo malo, lo peor de todo este asunto, de "los asuntos de la bicicleta" es que se sigan jugando como si fuera una partida de cartas, porque puede resultar muy siniestro ya que puede que, por la ingénua participación de jugadores inexpertos, atrevidos, engreídos o arriesgados, nos estemos jugando el futuro de la bicicleta por querer recoger réditos demasiado pronto.

Plantear el fomento y promoción de la bicicleta así puede resultar o está resultando, además siniestro, muy contraproducente para su desarrollo natural. 

Esto, señoras y señores, no depende de que alguien vaya de mano, de que al farruco de turno le de por echar un hòrdago o de que haya cartas marcadas. Sabemos de sobra que la banca gana siempre, así que más nos vale mantenernos al margen de la misma si queremos ganar algo.

miércoles, 25 de julio de 2012

Desmantelar el tinglado

El universo de la bicicleta está desbocado. No más que cualquier otro aspecto de esta alocada y devastadora vida que nos ha tocado vivir. Las cosas han perdido sentido, se han distorsionado. Muchas veces respondiendo a intereses cortoplacistas de personajes a los que la bicicleta les daba igual y sólo buscaban algo de gloria en medio de un ambiente de exaltación colectiva y de dinero a espuertas.

Hasta ahora parecía suficiente con denunciar los desmanes, criticar los desaciertos, aclarar las sombras y destapar las alcantarillas de todo el circo que se estaba montando alrededor de la bicicleta. Hoy no. Hoy las cosas han tocado fondo.

Es por eso que conviene empezar a plantearse qué es esencial y qué es prescindible en este absurda y multimillonaria feria que se ha montado alrededor de la bicicleta.

Vayamos por partes.


Los carriles bici, las aceras bici y otras chapuzas

En este país se ha corrido mucho, alentados por una euforia colectiva en conseguir de cualquier manera lo que un buen puñado de lunáticos interesados habían decidido que era la clave de la escasa utilización de la bicicleta en este país: la falta de infraestructuras viales exclusivas para bicicletas. Y así se han hecho todo tipo de despropósitos. Bastaba con pintar unas bicis aquí y allá y adornarlo con algunas señales y unos cuantos aparcabicis. Puesto todo así, al tuntún.

Gran parte de esos bicicarriles, lejos de ser criticados o denunciados, fueron aplaudidos por mucha gente de la llamada pro-bici, simplemente porque añadían parafernalia ciclista y ayudaban a dar visibilidad a la bicicleta fuera como fuera.

Esas infraestructuras han generado, en muchos casos, en demasiados, muchas situaciones de peligrosidad extrema y por desgracia, un buen puñado de muertes. ¿Accidentes? No siempre.

Resulta imprescindible revisar metro a metro cada una de esas vías, carriles o pintadas, para decidir si resuelven alguna situación de peligrosidad contrastada y aportan seguridad comprobable a la circulación ciclista. Si no, habrá que desmantelarlos.


La gallina de oro de la bicicleta pública

Otro monstruo alimentado por las ganas de hacer patria ciclista ha sido el inventazo de las bicicletas públicas. Ese monstruo que ha acabado fagocitando muchas de las políticas posibles de promoción de la bicicleta con la doble excusa de conseguir de golpe y porrazo lo que todas esas políticas iban a ser incapaces en números gordos y, también, por haberse vendido como un sistema de transporte público con todo lo que ello conlleva a la hora de justificar costes, déficits y presupuestos astronómicos.

¿Para qué sirven realmente las bicicletas públicas? Terrible cuestión. Nos hemos acostumbrado a contestar automáticamente que para incrementar el número de ciclistas en la calle. Les hemos atribuido la función mágica de multiplicar las bicis y después nos lo hemos acabado creyendo. ¿Cómo no iba a pasar siendo como son gratuítas, gozan de todas las bendiciones de las instituciones y de los mercados y están gestionadas, en las grandes plazas exitosas, por multinacionales de la publicidad?

Las bicicletas públicas son un monstruo que se come unos presupuestos increíbles en cada ciudad donde han sido implementadas. Unos fondos que no son comparables en el resto de políticas de fomento de las bicicletas. Nada que no hayan sido construcciones.

Es por eso por lo que hay que pedir, a la vez, que se desmantelen estos artificios y se destinen esos fondos a hacer políticas multidisciplinares y transversales para consolidar las bases de una promoción de la bicicleta que integre: educación, cultura, salud, turismo, trabajo, justicia, economía y ecología.

Con los millones destinados y los plazos comprometidos en las bicicletas públicas se puede ser realmente ambiciosos.

Las normas de la ley de la jungla

Y, por supuesto, esa normativa con la que se ha ido adornando cada municipio para dar cobertura a su interpretación, local e improvisada, de "la ley de la bici". Y, por encima de esa colección de sinsentidos y contradicciones muchas veces colindantes, habrá que revisar, reformular o derogar todo ese cuerpo legal que ha servido para organizar los núcleos urbanos de acuerdo a un modelo expansivo, donde los usos del suelo respondían más al rédito de la recalificación que al diseño de espacios para vivir y para desarrollar actividades, donde la dispersión y la especialización de las zonas ha generado una necesidad de moverse para todo que sólo se puede afrontar en coche.

Y todo lo demás

Y luego habrá que revisar todas las demás actuaciones que se han ido consumando al calor de la excitación cicloverde. Tales como registros de bicicletas, aparcamientos desproporcionados, oficinas de la bicicleta, etcétera, etcétera, etcétera.
Si algo nos ha enseñado la historia, esa misma que ahora queremos obviar por no querer encarar la terrible gravedad de la situación actual, es que las crisis, los grandes "cracks" representan oportunidades inmejorables para reconfigurar y rediseñar nuestros modelos. Esos que nos han llevado a esa coyuntura. Hay que ser valientes para replantear el escenario y para ello hay que ser valientes para desmantelar gran parte de todo este tinglado porque el "más de lo mismo" no nos va a sacar de este atolladero y los recortes desgraciadamente tampoco.

martes, 24 de julio de 2012

Anti-pro-bici

Va otro ejercicio de antiproselitismo. Uno más. Cuando uno ha cumplido tantos años sentado en un sillín, en muchos sillines y ya ha recibido unos cuantos sopapos y ha dado alguno que otro, cuando uno ha andado, ha corrido, ha viajado, ha paseado, ha guiado, ha educado, ha promovido, ha movilizado, ha participado, ha escrito, ha discutido, ha asesorado y ha trabajado tanto sobre la bicicleta, le queda un poso. Una especie de descreimiento de cualquier revolución, de cualquier descubrimiento fantástico, de cualquier poción mágica, un distanciamiento de la emoción alucinante y sobre todo una capacidad para relativizar sobre la bici que le hace aparecer un tanto frío, apático e insolente.

La bicicleta no va a ser la protagonista de ninguna revolución, ni siquiera de la que se pudiera producir en la movilidad urbana. La bicicleta no es buena ni mala, no es nuestro deber y salvación. La bicicleta simplemente es, existe y sirve. La bicicleta es útil porque es práctica y nada más. Y es práctica en la medida en que es flexible, en que es ágil, en que es económica, en que es limpia y en que es un tanto anárquica. Si no, no sirve.


Así pues, basta ya de hacer misiones con la bicicleta como si fuera la salvación de nuestros cuerpos, nuestras almas, nuestras ciudades y nuestro planeta. Basta ya de maximizar algo que en sí mismo no acepta maximalismos porque es humilde, individual, diversa y adaptable. Basta ya de tratar de homogeneizar, pasteurizar y adulterar la circulación ciclista en busca de la procesión de adeptos, porque esto no va a funcionar. Mucho menos en un país, en una sociedad de por sí desordenada, un tanto maleducada y bastante irreverente con todo lo que se diga.

Entonces ¿qué nos queda? ¿Es esto una apostasía de la bicicleta, una renuncia? En absoluto. Nos queda nuestra bici, nuestra ciudad, las personas y nuestra capacidad de entendernos y de adaptarnos a los tiempos. Nada más.

Porque muchas veces, intentando buscar adeptos de forma masiva y a cualquier precio las cosas pueden volverse contra el espíritu mismo que alimentaba la causa.

viernes, 20 de julio de 2012

Las formas Sr.Ministro, son las formas

Nos estamos acostumbrando demasiado al estilo chulesco. Porque sí, porque lo digo yo que para eso soy ministro, y ya está. Con eso parece que es suficiente para justificar la imperiosidad de algo, de todo. Basta con sacar el látigo, con afilar la lengua, con decirlo de manera contumaz y con, en último término, pegar un manotazo en la mesa para reafirmarse. Y si no se dice aquello de que es imprescindible y punto. Y no se explica por qué ni para qué. Y punto.

Nos estamos acostumbrando o ya nos hemos acostumbrado a que se ignore cualquier proceso de participación, incluso los que los convocan los mismos que luego se pasan todo por el forro. Es tan exagerado el tema que ya nadie hace caso. El hecho, por ejemplo y porque es un tema que parece que nos tiene entretenidos, de que el Sr.Ministro se pasara por el forro el proceso que se había iniciado en su propia Dirección General de Tráfico al respecto de la modificación del Reglamento de Circulación en lo que atañe a las bicicletas para anunciar, de golpe y porrazo, que él se iba a encargar de prohibir y obligar (aceras y casco, para el que no esté al día) no es más sangrante porque ya no nos corre más sangre en las venas.


¿Prohibir y obligar?¿O permitir e invitar?

La cosa es que se ha perdido el talante. Ese que nos ha empalagado tanto en los últimos años, pero que, por lo menos, nos consolaba de vez en cuando cuando un Ministro o el mismísimo Presidente se disculpaba, aunque fuera de malas maneras y a toro pasado. Ahora no. Ahora se ha impuesto el estilo más macarra y más barriobajero. Ese de "porque lo digo yo y vale". Y lo que más nos tiene alucinados a unos cuantos es que todavía les vale.

Esto no funciona así, Sr.Ministro. Porque la gente, en contra de lo que los de su calaña se cree, no es idiota. De hecho, esto sólo sirve para desacreditarnos un poco más en los foros internacionales, por si ya no lo estábamos suficientemente. En los mismos en los que ustedes van a pedir limosna, a chupar la suela del que manda y a decir amén, porque les sirve para legitimar sus políticas totalitarias.

La gente, todos esos contribuyentes que pueblan su país, necesitamos que se nos consulte, que se nos argumente, que se nos convenza, que se nos invite, que se nos aconseje como mucho. Y todo, a ser posible, de una manera educada, responsable y digna.

Si perdemos las maneras ¿qué nos queda? Si nos reímos de la gente y de las entidades representativas ¿qué nos queda? Si ninguneamos y desoímos a los expertos y a los representantes de las asociaciones ¿qué nos queda? Si insultamos al pueblo llano ¿qué nos queda? ¿Partirnos la cara? ¿Quedar a la salida? ¿Esperarnos en la esquina? ¿O salir a la calle con el cuchillo en la boca?

Parece mentira que un país tan prometedor haya caído tan bajo por una cuadrilla de estúpidos interesados, engreídos y soberbios.

Reunión del GT-44 en la DGT para trabajar sobre la revisión del Reglamento de Circulación

Así pues, más allá del "casco sí, casco no" o "acera sí, acera no", los que utilizamos la bicicleta necesitamos un mínimo reconocimiento como ciudadanos corresponsables que somos y que, cuando se nos llame para consultarnos en una mesa, por lo menos se tengan en cuenta nuestros argumentos. Y tratemos, entre todos, de trabajar por construir una sociedad más justa, más equitativa, más amable, más participada, más implicadora, más relacional, más sana y más divertida.

martes, 17 de julio de 2012

Víctimas, culpables, condenados y encima agradecidos

Dice un amigo del pedal que el mayor lastre por el cual esta sociedad en la que vivimos nunca será competitiva y limpia es la rancia educación católica que lo impregna todo y que nos hace ver la vida como un sacrificio, entenderla sólo a través del sufrimiento, comprender el pecado y al pecador como parte inherente del juego, compadecernos por todo y redimir las penas con confesiones, penitencias y punto. No hace falta ir tan lejos, pero está claro que algo de todo eso hay en nuestro entorno, algo que nos ayuda a tragar, a perdonar incluso antes de demostrar la culpabilidad, a sentirnos culpables de lo que haga falta y a cargar con la pena que ello conlleve, simplemente porque desconfiamos de que esto pueda ir bien, de que la gente sea honesta o de que un camino alegre no nos lleve a otro sitio que a la perdición.

La bici representa ese camino alegre, anárquico, desenfadado, incluso despreocupado de viajar por la vida, que tanto tememos.Y no sabemos como hacerlo difícil, intrincado, penoso o simplemente culpable de algo. El otro día teníamos noticias de que, por fin, el Congreso había dado audiencia a un grupo de misioneros de la bicicleta para intentar sentar las bases de una estrategia para dar un sitio a la bici en esta sociedad. ¡Infelices de los crédulos! Ayer mismo leíamos las crónicas de la reunión de un grupo convocado por la DGT y denominado GT-44 que se había encargado de deliberar sobre los términos legales de una futurible normativa ciclista que contemple de una manera más seria y más sensata al ciclista como parte del tráfico urbano e interurbano.


Sin embargo hoy el señor Ministro de Interior se ha destapado con una declaraciones que nos han dejado a todos boquiabiertos, que es el estado que más estamos ejercitando en los últimos tiempos y que ya empezamos a practicar con cierta preocupante naturalidad. Andar por las aceras en bici va a estar prohibido y usar el casco en la ciudad va a ser obligatorio. ¡Toma ya! Y aquí paz y después gloria, habrá pensado el tío.

Este tipo de medidas salomónicas y ejemplarizantes son las que nos están haciendo pensar a muchos que vivimos en un mundo donde la ignorancia se encubre con medias tintas y frases gradilocuentes y donde la incompetencia se excusa con carisma o, casi más, con chulería.

Por fin vamos a estar a la cabeza de Europa en algo y héte tú que va a ser algo relacionado con la bicicleta. España va a ser el único país en Europa donde el casco va a ser obligatorio también en las ciudades. ¡Ole! Lógico después de ser uno de los pocos en los que el casco era obligatorio en la carretera. Ya podemos estar orgullosos. Y mientras tanto, veremos cómo seguimos a la cabeza también en víctimas por kilómetro recorrido en bicicleta, o en tenencia de coches en propiedad por familia o en uso del coche en la ciudad.

Y lo peor es que nos conminan a estar agradecidos porque, gracias a medidas como estas, van a conseguir reducir el número de víctimas mortales entre los usuarios de la bicicleta, aunque sea a base de reducir en número de usuarios. ¡Como si la inmensa mayoría de las muertes estuvieran producidas por coscorrones y no por atropellos!

¿Cuánto va a durar esta insensatez? ¿Cuánto más vamos a aguantar corriendo con la culpa las víctimas? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que esta apología del victimismo encubre una apología del uso del coche y que es precisamente este uso el que entraña el mayor peligro para todos los usuarios de las vías públicas?

En fin, yo tengo media docena de cascos para ponerme y me dedico, entre otras muchas cosas, a venderlos a sí que, por mí, casco para todos, IVA por un tubo, recortes hasta en el carnet de identidad y viva la estupidez y la incompetencia que seguro que nos hacen más felices a todos y más ricos a unos cuantos. Si para ello tenemos que tragar un poco de mierda, bienvenida sea que, total, ya nos vamos acostumbrando a su sabor. ¿O no?

En mi pueblo, que somos más listos que el aire, ya se lo "olieron" ayer y dieron la "exclusiva" en portada y con video y todo.

lunes, 16 de julio de 2012

¡Acera Peatonal!

Manda narices que haya que decirlo, pero han llegado las cosas a un extremo en muchas ciudades en la constatación de la impunidad de los ciclistas de acera (o cicleatones) que han empezado a surgir grupos que tratan de recordar lo obvio que, aunque parezca redundante, no lo es: las aceras son para los peatones y los ciclistas no pueden circular por ellas. Algunos creen que detrás de estos incipientes movimientos se esconden grupos anti-bici y cosas peores, pero la cosa no va más allá de recoger la indignación lógica de muchos peatones que se ven invadidos e intimidados en sus espacios naturales y que se sienten impelidos a denunciarlo.

Esta vez la iniciativa viene de Zaragoza y se llama precisamente así: Acera Peatonal. Tratan de denunciar el acoso peatonal por parte de ciclistas que circulan por las aceras haciendo caso omiso de la normativa y de los principios más básicos del civismo y la convivencia. No es de extrañar en una ciudad que ha montado una operación bici por todo lo alto y que ahora sufre las consecuencias.


Ya le dedicamos en su día un espacio a Zaragoza, como lo hicimos anteriormente a la capital del agravio peatonal que no es otra que Sevilla, aunque seguida muy de cerca por la Pamplona de mis entrañas, que tanto me duele. En ciudades que han decidido impulsar la bicicleta por el camino de enmedio, contra carros y carretas, a bombo y platillo y aprisa y corriendo les ha pasado tres cuartos de lo mismo: llámese Valencia o Vitoria o las decanas Barcelona y San Sebastián. Todas han sufrido el "efecto boomerang" de la acera bici, muchas agravado además por el impulso devastador de las bicicletas públicas. Todas han tratado de contemporizar con peatones soliviantados y todas han reordenado su normativa para acabar de estropear las cosas. Algunas, además, han hecho campañas más o menos afortunadas para tratar de resolver el problema.

Pero el problema persiste, porque el miedo a intervenir sobre el coche siempre se va a traducir en perjuicio para el peatón, el más débil en la cadena depredatoria de la circulación urbana. Y la calidad de muchos espacios peatonales deja mucho que desear.

Así pues, dejar que nos alegremos, por lo menos, de que los dóciles peatones se defiendan y defiendan su derecho inalienable, como ciudadanos de primera por ser los más inocuos y los que están haciendo disfrute del espacio público como espacio relacional, a reivindicarse y a que se defiendan sus espacios por delante de todos los demás, ciclistas incluidos. Y que reivindiquen la obligación de los ciclistas a desmontar de sus bicicletas cuando circulen por los espacios libres de vehículos.

Acera Peatonal en Facebook.

domingo, 15 de julio de 2012

El coche no tiene sitio en la ciudad relacional

El ejemplo más decidido de conversión de las ciudades modernas en espacios de socialización, de disfrute y de encuentro es, sin lugar a dudas, el periodo festivo. La verdadera semana de la movilidad sostenible en el Gran Sur no se produce cuando lo manda la Comisión Europea, allá por septiembre, sino en las fiestas de cada pueblo, de cada ciudad y de cada barrio.

En fiestas, la circulación se restringe al máximo, los espacios peatonales se amplían, se gana sitio para todo ello, requisándolo de la calzada, se refuerza el servicio de transporte público... con un único objetivo: que la calle sea para vivirla y para disfrutarla. La ciudad está condicionada, es la ciudad relacional.


Y en esa calle se produce el encuentro. Y hay una especie de excitación colectiva, más allá de la propiamente festiva, por comprobar que las cosas pueden ser de otra manera al menos por unos días. Y la gente renuncia al coche para desplazarse al centro, y camina y utiliza el transporte público de manera masiva.

Claro que hay gente que lo hace porque ha bebido demasiado o porque no tiene ningún tipo de obligación urgente, porque no tiene prisa. Pero, aunque la tuvieran, tampoco iba a ser posible hacerlo en coche, porque es tal la reordenación del espacio y la determinación por mantener este nuevo orden que resultaría baldío su esfuerzo. La ciudad es inaccesible en coche y al cogollo de la misma sólo se puede llegar andando.

Tampoco la bicicleta


El problema en esta ciudad relacional, ocupada masivamente por peatones exultantes, es que la bicicleta también se encuentra con muchas dificultades para transitar y para aparcar. La bicicleta tampoco es bienvenida en la ciudad peatonal. Porque molesta, porque condiciona el libre albedrío de los viandantes.

Aún así, la bicicleta siempre tendrá un lugar en esta ciudad mágica. Aunque sea una bicicleta de pega, aunque el ciclista sea un personaje fantástico.


Y en esa ciudad virtual habrá, cómo no, un carril bici conveniente invadido por peatones.

sábado, 14 de julio de 2012

La Vuelta o la bicicleta como negocio publicitario

Unipublic, esa empresa de expoliación publicitaria que tiene los derechos de explotación de la Vuelta a España, ya ha comenzado la campaña de promoción de su evento en pleno Tour, como debe ser. Y este año ha hecho un spot que casi parece más una propuesta del Servicio de Marketing Turístico del Gobierno de Navarra. Será porque empieza en Pamplona, será porque han soltado la gallina, pero el caso es que sólo falta el slogan de turno. En fin, que nos ha tocado a nosotros el pato y, para venderlo, se han decantado (como el buen vino) por contratar los servicios de un grupo donostiarra, como no podía ser de otra manera tratándose de Navarra, ahora, eso sí, con cantante afincada en Puente la Reina, como queda bien claro en el inicio del video.



Es precisamente ese inicio lo que más llama la atención, por indignante. Esa flamante llegada de los protagonistas en un fabuloso coche familiar, imprescindible para poder disfrutar de sus bicicletas con alegría desbordante y con una ñoñería exultante. Esa mezcla de bici de esparcimiento y bici de competición, junto con algunas dosis de paisajismo estándar son las características tópicas de este tipo de eventos magníficos.

Confieso que soy ciclista de retransmisión. Lo he sido siempre, desde niño. La afición a la bicicleta como deporte, como espectáculo, también me llama, de una manera distinta al ciclismo utilitario, de una manera distinta al cicloturismo, pero me gusta. Me gusta ver ciclismo de competición en la tele. Creo que es un espectáculo deportivo impresionante, aunque los "affaires" que le rodean lo hayan devaluado mucho en los últimos años.

Es quizá por esa esquizofrenia ciclista que padezco que no soporto bien esa mezcla de churras con merinas que propone la maquinaria de hacer dinero del "ciclismo evento" que es Unipublic. Porque Unipublic, como otras empresas del ramo, no creen en la bicicleta como medio de transporte ni siquiera en su versión más lúdica y más trivial. Creen en la bicicleta como negocio. Legítimo, por supuesto, pero nada más. No hay promoción de la bicicleta en la Vuelta a España, ni siquiera hay promoción del ciclismo deportivo de base. No hay apoyo a los clubes locales, a los que muchas veces utilizan como parte de su voluntariado. No hay nada de eso.

Lo que sí que hay es expolio de las arcas públicas para financiarse. A razón de 2 euros por navarro declarados (1.200.000 € o 200.000.000 de las futuras pesetas) para sufragar los aires de grandeza de los unos y los otros. Pero todo sea por alimentar la megalomanía y por mantener a la gente entretenida con más circo. Total los ciclistas, como las bicicletas, ya seguirán surgiendo por generación expontánea, como lo han hecho toda la vida por estas tierras feroces.

viernes, 13 de julio de 2012

Pedalear a la sombra para ver la luz

La de hoy es una historia bonita. Una de esas historias que da gusto encontrarse de vez en cuando. Una de esas historias que ayuda a creer que la vida es una sucesión de momentos que se pueden mirar desde distintas ópticas y que siempre hay una forma de verla amable y positiva.

Nos llega desde Brasil, a través de un periódico argentino y rebotada por una gente que, en Valencia, también quieren aportar una visión crítica amable y divertida de los desmanes circulatorios que allí se suceden. Cuenta que hay una prisión brasileña que ha implantado un novedoso método de reducción de las penas gracias al cual si pedaleas para generar luz te compensan el esfuerzo a razón de un día de condena por cada tres días pedaleados.


Al programa se han apuntado, de momento, 8 reclusos que pedalean una media de 4 horas al día en unas bicis estáticas, recicladas y adaptadas para generar luz en los faroles del paseo del pueblo contiguo a la prisión por la noche. Realmente simbólico. Con ello, los reos, además de sentirse útiles, cuentan con un permiso de estar al aire "libre" unas cuantas horas más, se ponen en forma y tienen un objetivo: pedalear para acercar la meta de la libertad.


Historias de éstas deberían estar a la orden del día. Por descabelladas, por ilusionantes, por ingeniosas y por sanas. La ocurrencia es del juez local que, después de haber tenido noticia de que en un gimnasio se incentivaba a los clientes a hacer bicicleta estática a través de un programa que convertía su esfuerzo en luz, y contando con la comunidad local (bicis recogidas por la policia municipal, baterías de coche donadas y una pequeña aplicación de la ingeniería local) había formulado una propuesta innovadora y atractiva para la población reclusa.

Gracias a No se puede Valencia por la chivatazo.

jueves, 12 de julio de 2012

El ámbar mata

Reflexionábamos de la mano de Valencia en Bici sobre el peligro que entraña el ámbar cuando circulas en bici en una vía segregada en paralelo al tráfico. Quizá el caso era demasiado concreto y se ceñía a una circunstancia sólo sin analizar el asunto desde una perspectiva más general. El ámbar es peligroso siempre. Pese a que históricamente al ámbar se le han atribuído propiedades protectoras, curativas y casi místicas, el caso es que el ámbar en los semáforos es símbolo de peligro, cuando de lo que tenía que serlo de precaución. De hecho, en nuestra cultura es sinónimo de acelerón, de "verde oscuro", como lo es el "rojo reciente". Es ahí donde llega el momento fatal. En esa mezcla de excitación y temeridad es donde se producen el mayor número de situaciones de descontrol que provocan muchos de los desenlaces nefastos.


Hasta hace un tiempo pensábamos que esta actitud era exclusiva de las culturas del Sur, de los listillos, de los oportunistas, de los incívicos, de los kamikafres que tanto abundan por estos lares.

Anteayer tuvimos la noticia (gracias a Jose) de que no era así y de que los alemanes, en alemán, también hacían el Michael Schumacher cuando la cosa se ponía ámbar. Aunque si lo hacen ellos parece menos grave, menos generalizado, menos problemático, menos crítico y hasta menos criticable. Más cuando hasta Angela Merkel se protege con un collar de ese material a modo de talismán.

Pero ¿qué pasaría si los semáforos no tuvieran fase ámbar? ¿Y qué pasaría si no hubiera semáforos?

Hace unos meses veíamos algunos casos exitosos de eliminación de semáforos en algunas ciudades más bien pequeñas. No siempre la inexistencia de semáforos sirve para apaciguar el tráfico. Aquí va un ejemplo de lo que podría pasar.



No sé si aquí ocurriría lo mismo porque no creo que seamos tan vándalos como estos hunos, pero quién sabe. De todas formas, siempre hay que recordar que, en caso de duda, somos ciclistas y más vale prevenir, porque nosotros no solemos tener segundas oportunidades.



Artículos relacionados:
- ¿Los semáforos salvan vidas?
- ¿Normativizar o entenderse?

martes, 10 de julio de 2012

Encomendarse al carril bici

Se suele pensar que el carril bici (en este caso la acera bici) es un espacio seguro y cómodo para circular en bicicleta. Paradojicamente la realidad es bien distinta, pues entre sus características negativas está la de enfrentar y cruzar a dos viales entre si como si de un paso a nivel sin barreras se tratara.

Esta situación se hace verdaderamente arriesgada cuando el semáforo está en color ambar parpadeante para los coches y con luz verde para peatones y ciclistas. El paso más lento del peatón permite normalmente a los conductores advertir su presencia en el cruce, pero la bicicleta suele triplicar esa velocidad, produciéndose con demasiada frecuencia un desagradable y peligroso encuentro bici coche.

Son muchas las caidas, golpes y atropellos que se producen en estas intersecciones, entre otras cosas porque la visión lateral queda reducida a la mínima expresión debido a los coches aparcados, furgonetas, contenedores u otros elementos de la vía pública que ejercen de muro visual (no es el caso de la imagen) pero también y sobre todo, se debe a esa costumbre tan ibérica de los conductores que consiste en acelerar ante la presencia del ambiguo color ambar.


(Texto e ilustración de Valencia en Bici)

¿Quién construiría calles así?

El otro día Ciudad Ciclista publicaba esta señal

¿Quién construiría ciudades así? 
A alguien así no le tomaríamos en serio, 
pero en la construcción de vías ciclistas es exactamente lo que se hace 
¡y además se vende como segura!

Ora pro nobis peccatoribus

Lo que pasa es que aquí nos gusta encomendarnos al que nos promete protección o al que se la presumimos. Debe ser parte de nuestra herencia imperecedera, esa que nos ayuda a repetir este tipo de cantinelas con feliz confianza (y perdón por la herejía):

Oremus
Carril Nuestro que estás en el suelo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
así en la acera como en el suelo.
Danos hoy nuestro plan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén.

lunes, 9 de julio de 2012

Adoctrinando a los mentecatos de la bici

El Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz se ha metido en la difícil labor de educar a los bicicleteros, como si se tratara de un colectivo cautivo, de un grupo identificable o de un sector homogéneo. Como dice el cura de la bici de mi pueblo (no confundir con el párroco que también va en bici), el pueblo de la bici se caracteriza por su heterogeneidad (la misma que luego ignora cuando trata de explicar la utilidad universal y arrebañadora del carril bici). Pero eso es tema de otro momento.

Hoy toca repasar la campaña aleccionadora que ha lanzado Vitoria-Gasteiz que tiene lo suyo. Vaya por delante que les alabo el gusto de intentar hacer un catecismo antes de ir "con el mazo dando" a golpe de multa como han hecho otros. Pero veamos cómo les ha quedado.


Yo x ti

Para empezar el titulito: ñoño, niñatil y mojigato. Una ocurrencia de esas de alguien que piensa que se pone al día o que es actual sólo por enunciarlo en lenguaje pseudo-adolescente, de la edad del pavo que dirían mis padres. Lamentable. Más cuando identifica dos contendientes, dos personajes y entona un "mea culpa" de entrada y verbaliza un amor de carpeta, de pared o de retrete. "Yo x ti" es la expresión de un deseo inalcanzable, de un amor no correspondido, de un rollo platónico y exhibicionista, de una pena de relación pueril y posesiva. Aunque peor es el "Tú x mi".

 

Esto no sería nada si no fuera acompañado, porque va acompañando a una imagen poco agraciada, por decir algo. Otra vez más, se muestran a los ciclistas, utilizando una estridencia colorística casi alucinógena que más que llamar la atención da un poco para atrás, como unos ridículos astronautas, todos con sus cascos y con sus posturas forzadas, anormales, amaneradas, antiestéticas y antinaturales.

En medio de este ambiente desafortunado, el mensaje queda ya desvaído y es difícil de captar. Pero, haciendo el ejercicio de leerlo, nos encontramos con consejos paternalistas, con asunción de culpabilidad y con recomendaciones dudosas: como la del casco, como la del registro de bicicletas, como la de utilizar el timbre o levantar la voz para hacerse notar... Creo que sólo les falta decirles a los bicicleteros y bicicleteras vitoriano-gasteiztarras que no se droguen, que no insulten y que no abusen de los más débiles (ah no, que esto ya lo mencionan).


En fin, más vale que la gente no está para leer folletos ni para campañitas educativas que si no estaríamos ante un ridículo espantoso. Y más vale también que es dinero público y que está financiado por Europa que si no daría por pensar que se están malversando fondos en cosas tontas.

Nada que no se pueda empeorar

Ya sólo les falta ponerse a hacer videos obtusos como los que tuvo la ocurrencia de hacer el Ayuntamiento de mi Pamplona sanferminera natal el día, de infausto recuerdo, que quiso adoctrinar a sus biciclistas a base de considerarles estúpidos zombies sonrientes.

Parece que cada vez que un ayuntamiento se pone a pensar en los que usamos la bicicleta no puede evitar vernos y tratarnos como bobalicones. En fin, seguimos estando muy verdes (muy "green" que dirían los de la capital alavesa).

viernes, 6 de julio de 2012

De tapas por el carril bici

Una de las características inequívocas de que un carril bici es de nueva ejecución y está debidamente planificado como parte de una red es que contenga el máximo número de tapas de alcantarilla posible. Por supuesto, estamos hablando de la red de suministros, de saneamiento o de cualquier otro servicio canalizado y quien dice alcantarilla dice tapas de registros de agua, eléctricos, de alumbrado, de telecomunicaciones o de lo que toque. Todas ellas, o las máximas posibles, se ubicarán invariablemente en el carril bici, secuenciadamente o agrupadas en bonitos conjuntos.


Hoy he podido contar una treintena de estas piezas de fundición en apenas un kilómetro. ¿Casualidad? ¿Coincidencia? ¿Azar? En absoluto. Así como la red de carriles bici se ejecuta en todas las ciudades de estas latitudes de acuerdo a un único principio, el posibilismo, las redes de servicios y suministros son, por definición, redes estratégicas de las cuales depende la viabilidad de nuestras ciudades y pueblos. Así pues, nada de lo que ataña a estas redes es aleatorio.

De esta manera, cuando se urbaniza una nueva parcela y se canalizan las distintas redes esto se hace con meticulosidad y atendiendo a criterios de seguridad y de conveniencia absolutamente incuestionables. Y así, cuando las aceras cuentan con una vía ciclista, se procura echar por ahí todos los conductos. ¿Por qué? Pues simple y llanamente porque el asfalto es mucho más fácil de trabajar que cualquier otro pavimento. Más facil de excavar, más fácil de parchear, más fácil.


Y así aparecen la mayoría de las nuevas y flamantes aceras bici sembradas de tapas metálicas como si fueran campos de minas. Reconozco que no dejan de ser elementos interesantes porque te hacen estar en guardia cuando circulas por ahí, para discriminar el estado de cada una de ellas, su fiabilidad, su agarre, la calidad de sus remates y, por qué no, su sonoridad. Porque todas ellas suenan, con tonos diferenciados dependiendo de su tamaño, de su grosor, de lo ajustadas que estén o de lo que bailen. Y esto no está mal para alertar a todos esos peatones de que están invadiendo un espacio exclusivo. No es broma.

Como tampoco es broma que son elementos que incorporan un riesgo especial, sobre todo cuando está mojado y están colocados a pie de curva o junto a la consabida intersección. Ahí la tapa de la alcantarilla puede abrirte la tapa de los sesos si eres un incauto que circula sin casco.

martes, 3 de julio de 2012

Creyentes, incrédulos, creídos y agnósticos de la bicicleta

Seguimos atravesados en una sociedad y en un momento histórico que nos ha dejado a dos aguas y a dos velas por obra y gracia de un centro de decisión y de poder que se nos escapa a los legos y me temo que también a los doctos. Estamos en la parálisis, en el temor a los mercados, en el avestrucismo más atroz y parece que los asuntos de la bici se han quedado también atrapados en esta especie de esclerosis social, pese a los voluntariosos intentos de algunos que se han autoadjudicado la representatividad del sector, que algo es, aunque sea una pretensión.

En este marco inquietante, mucha gente se dedica a alimentar el miedo como herramienta para hacer valer sus postulados y sus intereses y así tratar de ganar adeptos, temerosos de dios, sea éste el que sea. En lo de la bici, el miedo suele ir asociado, normalmente, a la necesidad de protección fundamentada en el desasosiego que provoca la inseguridad. Son los crédulos. Los que creen en el bien y el mal, en la verdad y en el camino que la virtud les marca. Y predican su descubrimiento. Y no admiten réplica. O estás con ellos o estás equivocado.

Frente a ellos, los incrédulos, tratan de demostrar que el miedo es un interés creado por aquellos que quieren mantenernos atenazados, ordenados, sometidos a sus designios, porque no les interesa lo que hacemos, esto es, andar en bici alegremente sin más.


Y luego están los creídos, los que van sobrados, los que están de vuelta de todo, los arrogantes que no están para pararse a pensar en nada más que en su circunstancia, para hacer ostentación de la misma delante de los suyos. No les hace falta debatir ni rebatir, en una suerte de autocomplacencia obsesiva que les hace despreciar todo lo demás y a todos los demás.

Lejos de estas lógicas se encuentran, nos encontramos, los agnósticos de la bicicleta, es decir, aquellos que sólo somos capaces de "vender" aquello que hemos podido constatar, después de investigar y de experimentar todo lo profundamente que nos dan nuestras meninges y nuestras piernas. Es duro saber que no se sabe nada después de tantos años de interesarnos y de poner nuestras entendederas, nuestros medios y nuestra capacidad de acción para tratar de demostrar que la bicicleta tiene sentido en la ciudad y fuera de ella. Es duro pero a la vez compensa porque evita muchos entuertos y muchas desilusiones.

Para todas aquellas personas que sigan creyendo que esto es una guerra de sectas, un enfrentamiento cruento aunque sea en la dialéctica, sentimos comunicarles que unos cuantos, cada vez más, seguimos emperrados en oponernos radicalmente al alineamiento que algunos proponen en adeptos de las distitas facciones de algo que no sea el desarrollo sostenible de la bicicleta. A los que siguen agarrados a la santa iconografía y a los iconoclastas, suerte en sus cabezazos.

lunes, 2 de julio de 2012

¿Subcultural, suburbana? ¡Subyugante!

Aquí una representación de la imagen más suburbial y más subcultural de la bicicleta, de aquello que los puretas del rollo superintegrado y normalizado de la catedral centroeuropea tanto denostan en la búsqueda de la ordenación de la masa ciclista laica y desconocedora de la verdad.



No me malinterpretéis, no es un ataque furibundo al rollo CycleChic, de la gente sin estigmatizar que usa la bicicleta como vehículo de una manera natural, elegante, sin disfraces, etcétera. No. Es un canto al desparpajo, al salero y a la gracia de la gente que, con la excusa de la bicicleta, propone cosas divertidas, descaradas, cachondas.

Estamos en verano y hoy lo celebramos con esta canción con todo el prurito choni y macarra. Genuino. Genial. Gracias Todd por el regalo.

domingo, 1 de julio de 2012

Bici señuelo

Algunos animales y algunas plantas utilizan su vistosidad para atraer a sus víctimas o para alertar a sus  depredadores de su presencia. A veces para servir de cebo, otras para impresionar e intimidar a sus enemigos. En el mundo de la bicicleta pasa algo semejante. Hoy, por ejemplo, nos han presentado este ejemplar (las bicis se presentan, como las parejas).


Es propiedad de un artista al que ya le han robado 5 bicicletas en los últimos años y que ha decidido hacer una acción autodefensiva aprovechando su talento.

La bicicleta en sí no vale gran cosa, pero le sirve para desplazarse como cualquier otra dando, además, la nota colorista y avisando de su presencia allá donde esté.


- ¡A ver quién es el "salao" que se atreve a robarme ésta! - nos comentaba orgulloso de su obra.

Hay otros que prefieren un buen candado o un aparcamiento seguro, nuestro hombre ha optado, además, por llamar la atención y personalizarse una bicicleta que solo él es capaz de conducir orgulloso, sin pasar vergüenza y sin tener ni un asomo de sentido del ridículo.

¡Viva la bicicleta policromática! ¡Abajo el mimetismo! ¡Exhibe tu bici con atrevimiento, con desparpajo y hasta con ostentación si hace falta!