martes, 1 de enero de 2013

Los años que viviremos peligrosamente

Peligro. Un término que encierra en sí mismo una bomba, toda una carga de profundidad. Cuando alguien define algo como peligroso, directamente le está asignando un efecto dañino en potencia, que se asocia a una posibilidad cierta de que la cosa acabe mal. Eso, que en sí mismo no entraña mayor maldad, utilizado para poner en cuestión determinadas prácticas se puede volver realmente pernicioso y puede provocar encadenamientos y asociaciones de conceptos que llevan implícitas lógicas tremendistas.


Es lo que le pasa al acto de andar en bici. Está demostrado estadísticamente que la práctica de andar en bici a diario en desplazamientos rutinarios es una de las formas más seguras de desplazarse por el número de contingencias que pueden ocurrirle a la persona que lo hace a lo largo de su vida. El índice de siniestralidad o de accidentalidad es exponencialmente más bajo que, por ejemplo, el que arroja el uso del coche. Y hablamos de estadísticas por kilómetros recorridos, sabiendo que el coche es capaz de recorrer muchos más kilómetros en un solo viaje.

Riesgo de accidente asociado a diversos medios de transporte (base=100),
 “Metodologia d'avaluació de propostes en l'àmbit de la mobilitat ocupacional”, 
Generalitat de Catalunya, Consell de Treball, Econòmic i Social de Catalunya, 2008.
 
Según estos datos, andar en bici es hasta 30 veces más seguro que viajar en coche y, sin embargo, la práctica ciclista se cataloga invariablemente como peligrosa y el hecho de conducir un coche, por más que es el provocador de la mayoría de los siniestros (también de los ciclistas), nadie lo define como peligroso.

¿Peligro o "periglo"?

Conviene repasar la etimología del término peligro para darse cuenta que su procedencia es bastante más noble y menos siniestra que su producto.
La palabra peligro viene del latín periculum (prueba, tentativa, ensayo y después también riesgo), que, primero como "periglo", acabó conformándose en el vocablo actual. La palabra latina se forma sobre la raíz indoeuropea per- (intentar, arriesgar) que da verbos en latín como experiri (ensayar, experimentar) y vocablos como peritus, peritia, experientia o experimentum, que han dado lugar a perito, pericia, experiencia o experimento.
Así, lo que empezó siendo un ejercicio de tentativa, de ensayo, de experiencia, ha degenerado con el transcurso del tiempo y con el concurso de los intereses de los que alimentan la cadena del miedo en algo dañino, evitable, desaconsejable, maligno.

Este es el sustrato ético en el que nos movemos, que va cambiando el sentido del lenguaje y, con él, el de nuestras acciones para orientarlas hacia enfoques interesados en jugar con el miedo, que da muchos más réditos que el libre albedrío y la simple emoción de vivir ensayando, intentanto y arriesgando ¿por qué no?

El mundo es de los valientes...

... pero está lleno de timoratos y son ellos los que dominan las encuestas y se dejan arrastrar por los que los mantienen amedrentados a su merced. Triste pero real. El que arriesga pierde, reza el dicho que sustenta esta teoría.

Sin embargo, sólo el que arriesga gana y la ganancia de la que hablamos cuando hablamos de moverse en bici es realmente importante: beneficios en salud, en tiempo, beneficios económicos, beneficios para nuestro entorno, para los demás, para nuestro trabajo, para nuestra forma de relacionarnos, para nuestro estado de ánimo... demasiado como para no apostar en ello.

Cada vez somos más los que estamos convencidos que una vida sin riesgos es una vida insulsa, que sólo a través del experimento se llega al descubrimiento y que la experiencia es la madre de la ciencia, más si se practica de una manera tan recalcitrante y tan reconfortante como ésta. Bienvenido peligro.


Espero vivir y convivir muchos años peligrosamente, muchos más porque el solo hecho de haber elegido un medio de locomoción activo me dará al menos 5 años más de esperanza de vida que a los pasivos motorizados. Y os aseguro que además de peligroso, va a ser intenso, emocionante y divertido. ¿Quién da más?

2 comentarios:

  1. Muy buena la comparativa de peligrosidad de los diversos medios de transporte. Estoy buscando la fuente a ver si se sabe realmente cómo la han hecho.

    Ciertamente el estudio comparte muchas de las impresiones que personalmente se pueden tener, aunque si hay base científica fundada...¡perfecto!

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  2. Lo que ocurre es que 13 de esos 13 accidentes ciclistas... la leche se la lleva el ciclista. Pero de los 100 del coche, ¿cuantas leches se lleva el conductor?

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