martes, 30 de julio de 2013

Be traffic my friend

Todos recordamos la sibilina utilización del discurso del mediático Bruce Lee por parte de una de las multinacionales del automóvil para vender quién sabe qué. Coches calculo. Lo importante del mensaje que lanzaba era la sabiduría que encerraba. "Be water my friend" venía a decir que, para vencer los miedos, para interactuar de manera satisfactoria frente al medio pretendidamente hostil, hay que ser como el agua, capaz de adoptar las formas, adaptándose a las circunstancias, fluyendo, acomodándose, huyendo de rigideces y de normas estúpidas. Porque si no chocarás.



Toda una enseñanza que aplicada al tema de la circulación es una de las claves del éxito. Así de sencillo. Si todos fuéramos capaces de fluir, sin miedos, de manera consciente, con dignidad, con respeto y con agilidad todo funcionaría de otra manera. Pero para eso hace falta un quinto sentido del que por aquí andamos muy escasos: la empatía. La capacidad de ponerse en las circunstancias de los demás y comprender su posición, respetándola.

Aquí no. Aquí todos tenemos una excusa para transgredir la norma, para infringir nuestra voluntad a los demás, para deshacer la armonía en nuestro propio beneficio y perjudicar a todos los demás. Aquí todos tenemos pecado y no dejamos de exhibirlo con cierto orgullo.



De la capacidad de ser tráfico por parte de todos dependerá que la circulación sea más plácida, más segura, más agradable y más eficiente. Así pues, libera tu mente y sé tráfico amig@ mí@, sé tráfico.


lunes, 29 de julio de 2013

La acera es un carril bici que el ayuntamiento aún no ha pintado

Acera Peatonal nos comparte estas dos evidencias de que el asunto de la circulación de las bicicletas por las aceras es en Zaragoza (como en muchas otras ciudades españolas) un tema que cada vez es más preocupante.



Sin comentarios.

domingo, 28 de julio de 2013

Flotador obligatorio hasta los 18 años

¿Se imaginan? Sería un escándalo. Pero ¿por qué? ¿No se están dando demasiados casos de personas ahogadas entre los bañistas? ¿O es que ahogarse está comprendido entre los riesgos inherentes al “bañismo”? O casco obligatorio para los peatones o para los pasajeros de los automóviles si son menores de edad, porque está demostrado que la probabilidad de tener una lesión en la cabeza es mayor que, por ejemplo, andando en bici.

No. Ha de ser a los ciclistas o, mejor, a los que andan en bici, porque para los ciclistas ya se hizo obligatorio hace unos años (único país en Europa) aunque no haya servido para reducir la siniestralidad entre el colectivo. Los que andan en bici en este país han de ser castigados ejemplarmente por su atrevimiento y qué mejor que martirizarlos haciéndoles cargar con medio melón todo el día con la excusa de que así se autoprotegen o, mejor, “les autoprotegemos”.


Este Estado, el Estado Protector, ha decidido, desoyendo cualquier normativa europea y las recomendaciones de usuarios y expertos de dentro y fuera de sus fronteras, poner flotador a todos los ciclistas en vez de calmar la marejada que tiene montada en el tráfico urbano o enseñarles a nadar con prudencia y destreza. Sobre todo a los menores de edad, que serán los que decidan dentro de unos años. Creen que con eso van a salvar alguna vida y sospechan que con eso van a disuadir a algún alma cándida de utilizar la bicicleta. O a muchas, que es como mejor se reducen los accidentes. De hecho, si no anduviera nadie en bicicleta, nadie sería atropellado.

Es como si para prevenir que la gente se ahogue, en vez de enseñarles a nadar, se les obligara a llevar un flotador “salvavidas”. ¿Cuántos bañistas habría?

Este país ha perdido el Norte a la hora de gestionar la realidad de la bicicleta, tanto en medio urbano como fuera de él, y ha decidido desmarcarse del resto del mundo, inventándose un nuevo marco normativo que resulta más que sospechoso. En vez de disuadir a la gente de que utilice el automóvil y reordenar las ciudades para reducir la peligrosidad vial, van y castigan a los que intentan aportar, con su práctica, un poco de calma en el tráfico.

Está claro que las bicicletas no interesan, que las personas que nos movemos en bicicleta no interesamos, porque se quiere mantener a toda costa el dominio del automóvil en las ciudades intacto. El problema, el verdadero problema y la causa de la gravedad de los mal llamados accidentes en nuestras ciudades siguen siendo los automóviles, su velocidad y su tiranía en la ordenación vial. Hasta que no nos demos cuenta de esto, todas estas medidas no serán más que parches molestos que no pararán la sangría en la estamos envueltos.

martes, 23 de julio de 2013

Miedo al medio: una estrategia equivocada

El medio es el fin. Esta debería haber sido la consigna que centrara la misión de mejorar las ciudades para sus habitantes. El medio ambiente, el espacio común a preservar, a mejorar, a reconquistar después de años de haber renunciado al mismo en favor de su uso meramente circulatorio o de aparcamiento.

La calle es el medio, la calle debe ser el fin. Y sin embargo, hemos consentido que se usurpe ese espacio y que se prostituya su función para dar cobertura a las necesidades que los automóviles han ido exigiendo durante todo un siglo. Y creíamos que así nos iba bien.

Lo que no sospechábamos mientras rendíamos pleitesía al todopoderoso automóvil es hasta qué punto iban a llegar sus exigencias o que éstas eran simplemente insaciables y que iban a cambiar drástica y casi irreversiblemente las condiciones de esa calle hasta hacerla casi exclusiva para el uso y el abuso automovilístico.

Tanto es así que ahora, después de tantas décadas de dominio, ocupación e intimidación, ya nos parece normal y hasta justificable aducir miedo a la calle, al tráfico cuando nos proponemos andar en bici, a pie, en moto o en patines. Miedo al medio.

Foto: Victor Bezrukov

Y por eso nos conformamos con las veredas, con las esquinas, con los márgenes de las calles. Y andamos peleando en ellos como si no pudiera ser de otra manera. Porque hemos renunciado al medio, al centro de la calle, al centro del carril.

Nos hemos hecho marginales, miserables, abyectos. Y así nos parece también normal mendigar un pequeño espacio donde sea para que nos dejen circular a nosotros también en exclusividad, como si fuera lo mejor que se pudiera conseguir. Una red de pasillos en vez de hacernos acreedores del derecho de usar la calle con dignidad y con entera libertad, por el medio.

¿Hasta cuándo vamos a seguir compadeciéndonos? ¿Hasta cuándo vamos a seguir perpetuando este orden de cosas? ¿Hasta cuándo vamos a seguir pagando las consecuencias?

lunes, 22 de julio de 2013

Excusatio non petita...

CARTA ABIERTA de BICICLISTAS DE CORELLA 
en relación al ACCIDENTE MORTAL DEL CICLISTA 
el 7 de JULIO de 2013

Todos estamos consternados por el desgraciado accidente que costó la vida a un chaval de 11 años el pasado 7 de julio. Las redes sociales están sirviendo a muchas personas para dar su opinión sobre el tema con toda libertad. No soy muy amigo de estas redes, prefiero el contacto personal y el intercambio de opiniones sosegado. Lo escrito, tal vez porque queda ahí y porque carece de la expresividad y cercanía de la conversación directa, impone más, resulta más contundente y menos matizable. No he querido hablar por respeto a la familia, amistades, compañeros del cole y, en general, a las personas (o sea, todos) que todavía tenemos encogido el corazón por lo que pasó. Pero en esta ocasión voy a dar mi opinión porque se ha aludido y acusado directamente, tanto a “Biciclistas de Corella” como a mí mismo.


-Es posible, solo posible, que el accidente no se hubiese producido si en el cruce de Fermín Arteta con Yerga hubiera habido señal de STOP, tanto horizontal como vertical.

-Es posible, solo posible, que el accidente no se hubiese producido si la señalización de la calle Fermín Arteta hubiera avisado de que el conductor se acercaba a un cruce con una calle preferente, que esa calle cuenta con un carril bici y que éste es de doble dirección. Todos estos datos, presentes o no en la señalización, los conocen todas las personas que se desplazan por Corella en cualquier medio. Y el conductor no era un recién llegado.

-Es posible, solo posible, que el accidente no se hubiese producido si los niños no hubieran estado circulando por un carril en contradirección (es algo común en muchos otros lugares y a lo que nos hemos habituado con naturalidad y civismo) y de forma despreocupada, algo absolutamente comprensible porque estaban circulando por una calle secundaria de tráfico normalmente pacificado donde no esperaban, por razones obvias, grandes sobresaltos.

-Es posible, solo posible, que el accidente no se hubiese producido si los cuatro niños hubieran llevado luz de posición en la parte delantera y luz de posición y catadrióptico rojos en la parte trasera.

-Es posible, solo posible, que el accidente no se hubiese producido si, además de luces, los niños hubiesen llevado prendas reflectantes.

-Es posible, solo posible, que el accidente no se hubiese producido si en vez de las 21:55 horas hubieran sido las 15:00 horas y la visibilidad hubiese sido total.

-Es posible, solo posible, que el accidente no se hubiese producido si todos los pasos de cebra, incluidos el que hay dos metros antes del ceda al paso del cruce entre Fermín Arteta y Yerga y otros dos metros más allá del carril bici de la propia calle Yerga, fuesen sobreelevados, lo cual habría obligado al conductor a reducir la velocidad.

-Es posible, solo posible, que el accidente no hubiese sido tan grave si los cuatro niños hubieran llevado casco, o al menos los dos atropellados, y lo hubiesen llevado bien colocado para poder absorber, aunque fuera mínimamente, el fuerte y fatal impacto.

-Lo que sí es seguro, ABSOLUTAMENTE SEGURO, es que el accidente no se habría producido si un coche no hubiera circulado por la calle Fermín Arteta a excesiva velocidad y/o si no se hubiera saltado un ceda al paso.

Por supuesto que opino que hay que mejorar la señalización, el diseño de los carriles, la formación y concienciación de los ciclistas, su visibilidad con luces y prendas reflectantes cuando cae la tarde o es de noche: todo lo anterior ya lo hemos pedido como asociación en distintos momentos. Pero lo que es incuestionable, ABSOLUTAMENTE INCUESTIONABLE, es que aunque llevemos armadura integral, las señales y pasos de cebra sean perfectos y tomemos todas las precauciones, poco podemos hacer como peatones y ciclistas ante máquinas que circulan a gran velocidad. Yo también soy conductor y sé de la responsabilidad de conducir un vehículo motorizado. Está demostrado que cuando un ciclista resulta herido en un accidente es, en un alto porcentaje, porque un coche lo ha atropellado por velocidad excesiva y/o imprudencia. Desgraciadamente, el accidente del 7 de julio es un caso más. Ojalá sea el último.

Toñó Peña, Vicepresidente de Biciclistas de Corella

domingo, 21 de julio de 2013

Tú atropella ciclistas que nosotros te cubrimos las espaldas

Así de fácil. Si vas conduciendo tu automóvil y te das el "susto" de atropellar un ciclista, tranquilo que nosotros estamos aquí para que eso no suponga un disgusto para ti y para tu economía. Terrible.

sábado, 20 de julio de 2013

A la "Motor City" no le llega ni para encender los semáforos

La catedral de la industria del automóvil, cuna del poderío automovilístico norteamericano, fabricante del sueño de ubicuidad, del coche en serie, del utilitario para todos, de la movilidad motorizada democratizada, de la apisonadora de ciudades, de la dispersión y de la tiranía del vehículo automóvil con motor de explosión ha hecho crack.

Detroit tampoco ha sido capaz de sobrevivir al sueño americano, al capitalismo devorador y devastador, deslocalizador y depravado. Ha perdido más de 1 millón de habitantes en las últimas décadas y se ha declarado en quiebra después de reconocer unos cuantos miles de millones de deuda que la tienen estrangulada. Tanto que ya no enciende ni los semáforos por no pagar la luz que consumen.


Resulta realmente simbólico, alegórico de lo paradójico de este mundo y significativo del futuro que acecha a muchas urbes que han crecido desmesuradamente y que ahora presentan una suburbialización decadente difícil de gestionar.

El coche no es el paradigma ya ni siquiera en el Detroit de la Ford, la General Motors y la Chrysler, aunque ellas no se verán afectadas por la bancarrota de la ciudad, curiosamente.

jueves, 18 de julio de 2013

Sembrar miedo alrededor de la bici

Presentar el uso de la bicicleta como algo riesgoso, aventurado, casi peregrino en condiciones normales es un empeño en el que anda enfrascada demasiada gente. Demostrar que el tráfico es peligroso e indeseable para los ciclistas, dar eco y amplificar cualquier noticia o suceso por anecdótico que sea siempre que sirva para mantener latente la fragilidad del ciclista: un golpe, una caída tonta, un atropello, una gamberrada, un robo... todo sirve para reforzar la idea de que la bicicleta es insegura y su utilización temeraria.

Medios de comunicación, investigaciones médicas, estadísticas de accidentalidad, encuestas y consejos procedentes de aseguradoras, imágenes de bancos, anuncios de refrescos, campañas de compañías telecomunicaciones o de lencería, todos utilizan la bicicleta como recurso y como reclamo, pero siempre para vender una realidad bucólica, bohemia o baladí, bobalicona en definitiva. Porque todos ellos saben, y eso bucea en nuestro subconsciente gracias a sus sibilinos mensajes, que la realidad es otra: la realidad es cruel y peligrosa. Sobre todo para los que toman la descabellada decisión de tirarse a la calle en bici.


Pero ¿a quién beneficia vender que la bici es peligrosa?

Esa inocente e inofensiva máquina que se mueve a pedales. Pues sí, esa es la que por el mero hecho de montarla nos pone en peligro. Acojonante y, sin embargo, real para algunos.

Los primeros encargados en vender esta idea, curiosamente, son muchos pretendidos precursores y proselitistas de la bici. Son ellos los que, gracias a la ñoñería y la mojigatez de planteamientos tales como que un anciano o un niño nunca podrían enfrentarse al tráfico de los endiablados automovilistas, nos quieren convencer de que la única oportunidad que tiene un ciclista de sobrevivir es alejado del tráfico. Da igual por donde pero lejos de los malvados coches, camiones y autobuses, además de las innombrables motos, que se pelean por arrollarles a la que se pongan delante de ellos. Y así promulgan la construcción de vías ciclistas exclusivas separadas de ese tráfico y, por qué no, la circulación por aceras.

De esta visión participan, como no podía ser de otra manera, los grupos que forman el lobby del automóvil. Así asociaciones de conductores, autoescuelas, aseguradoras y, por supuesto, constructores de vehículos y accesorios, compañías petroleras, gestores del tráfico y otros cuerpos para-automovilísticos.

Perpetuar la idea de que el tráfico rodado, pesado, agresivo y dominante es inherente a la sociedad, a la ciudad y a la movilidad interurbana es, pues, una misión que sirve para consolidar e incrementar, si cabe, la tiranía del automóvil como uno de los ejes centrales que sustentan un sistema basado en la dispersión. la deslocalización, la globalización, la hipermovilidad, el consumo y la agresión.

Ignorar esto o presentar lo contrario como marginal o ridículo es prácticamente lo mismo y sólo sirve para alimentar el monstruo insaciable del automovilismo. Dar cobertura a esta cultura del miedo es participar en este circo, aunque vendamos bicicletas.

Carriles bici, cascos, chalecos reflectantes, timbres y otras vainas del estilo sólo son juguetería al servicio del dominio del coche en nuestras vidas. Aténganse a las consecuencias.



Lectura recomendada

lunes, 15 de julio de 2013

¡No más víctimas de las ciclovías deficientes!


El asunto empieza a ser insoportable porque las consecuencias son fatales. Lanzar personas en bicicleta alegremente por caminos que fomentan la encerrona, que son difícilmente transitables y que multiplican los riesgos ciertos de sufrir un accidente grave e incluso mortal es una responsabilidad que, aunque muchos representantes estén dispuestos a hacerlo, una sociedad no se lo puede permitir.

Esos corredores que pretendidamente sirven para transmitir seguridad a los ciclistas inexpertos o a los miedosos del tráfico, en su inmensa mayoría y en las modalidades y casos que se han decidido implementar en nuestras ciudades son una temeridad.

Estrechas, ilógicas, apartan a los ciclistas del tráfico rodado y los invisibilizan, obligándoles a reinterpretar las normas de circulación y proponiéndoles encuentros con los motorizados desde trayectorias imposibles de gestionar por ninguno de los actores. Vías que fomentan la circulación en contradirección sin más justificación que ofrecer un pasillo seguro son una trampa que ya demasiadas veces se ha revelado como mortal, pero que nadie (o demasiada poca gente) está denunciando o recomendando desmantelar.

Pues hay que hacerlo y concretando, porque si no estaremos fomentando un nuevo estilo de ciclismo urbano, más allá incluso del ciclo-peatonal: el del ciclista suicida bienaventurado y con cobertura legal. No podemos estar dispuestos a comentar más crónicas del estilo "le atropelló pero el ciclista tenía prioridad". No lo podemos consentir. Es demasiado grave.

Estas vías fomentan la imprudencia confiada, que es la más peligrosa de todas. Sólo el que ignora el peligro es capaz de demostrar un atrevimiento mayor ante el riesgo, por más cierto y demostrable que éste sea. Lo que muchos llaman la "percepción de seguridad" que aportan estas vías es lo que multiplica su peligrosidad y lo que trae consecuencias más graves en las colisiones. La falta de prevención hace que los usuarios de estas trampas no vayan precavidos y se expongan ignorantes a riesgos terribles.

¿Un ejemplo?



Sí, efectivamente, es el carril bici en el que se produjo el golpe mortal en Corella hace unos días. ¿Por qué?
  1. Porque es bidireccional (en una calle de un sólo sentido: de derecha a izquierda según se muestra en la imagen).
  2. Porque es estrecho (poco más de 1 metro para dos direcciones).
  3. Porque es obligatorio (como se recuerda en la información que acompañó su implementación).
  4. Porque todo eso es imposible de predecir visto desde una calle perpendicular (justo por la que circulaba el automóvil en el suceso relatado y que presuntamente no respetó el ceda el paso, aunque no informa de la circulación bidireccional de ciclistas).
¿Cómo se puede anticipar la circulación de ciclistas en contradirección desde esta perspectiva? ¿Qué consecuencias puede tener todo ello? ¿En qué trampa mortal estamos "invitando" a meterse a los ciclistas en estas circunstancias? ¿Quién es el responsable de todo esto?

Extracto del folleto informativo sobre normas para circular en bici en Corella (fuente: bicilibre)

sábado, 13 de julio de 2013

No hace falta tomar tantos riesgos...

... para tener un accidente.

Este es el eslogan que ha utilizado la asociación de aseguradoras francesas para alertar a los ciclistas de que tomen sus precauciones para evitar accidentes, mostrando la cara más impresentable de sus actitudes. Y este es el video que han editado para la ocasión. Una buena pieza.



Visitando la web que han hecho para la campaña nos encontramos además con una revisión de las situaciones donde más frecuentemente los ciclistas se ponen en riesgo y con unas recomendaciones para cada caso.

Riesgo #1 - Comerse una puerta


Recomendación: circula por el centro del carril


Riesgo #2 - Menospreciar la intersección


Recomendación: sigue las normas y especial atención


Riesgo #3 - Saltarse un semáforo en rojo


Recomendación: respeta las señales y semáforos


Riesgo #4 - Atraparse en el ángulo muerto


Recomendación: sé consciente de que no te ven


Riesgo #5 - Circular a oscuras sin luces


Recomendación: hazte ver


Aunque siempre nos quedará vender miedo

Todo bien si no llegan a caer, como no podía ser de otra manera, en la debilidad en la que interesadamente caen todas las aseguradoras: magnificar los riesgos y sobredimensionar las prevenciones. Así en el apéndice de la página nos adornan con datos que les sirven para demostrar que andar en bici es peligroso e incluso mortal y que luces, reflectantes, timbre y casco son algo más que recomendables, como, y eso no les hace falta decirlo porque se sobreentiende, un buen seguro de vida y otro de responsabilidad civil. O varios. Total tarde o temprano te la vas a dar...

viernes, 12 de julio de 2013

Lamentarlo no es suficiente

Aunque es lo menos que se puede hacer al conocer la terrible noticia de la consecuencia fatal de un atropello que se produjo hace unos días cuando un coche arrolló a unos chavales que circulaban por un carril bici de Corella, la ciudad que más ha apostado por este tipo de infraestructuras de toda Navarra.

Faltan las palabras para expresar la angustia que nos sobrecoge a todos los que estamos todos los días trabajando y peleando por que la gente utilice cada vez más la bicicleta como medio de locomoción, de manera segura, sobre todo entre los más jóvenes.

Lejos de tratar de analizar las particularidades concretas del caso, tarea reservada a la Policía Foral de Navarra, un cuerpo que nos consta que ha hecho un esfuerzo especial en los últimos años en relación con la seguridad vial de los ciclistas, especialmente entre los escolares, el suceso reviste una especial relevancia por las circunstancias que lo rodean.

Lugar del suceso (Foto de Diario de Navarra)

Por un lado, un grupo de menores que circulan despreocupadamente en sus bicicletas por una calle de un pueblo mediano disfrutando de su periodo vacacional. Una calle que, además, cuenta con un carril bici. Una calle secundaria donde no haría falta semejante infraestructura pero que el celo y la vehemencia de muchos corellanos, especialmente los Biciclistas de Corella, consiguió que se implementara, para mejorar la visibilidad de los ya numerosos ciclistas urbanos.

Por otro, un automovilista joven que viaja confiado, sin atender demasiado a lo que sucede, porque normalmente no sucede nada.

Y, de repente, se produce el desastre. Un golpe fatal. Y en un segundo todo cambia y la normalidad se convierte en tragedia.

¿Qué más se puede hacer?

Desde luego lamentarse no sirve para arreglar nada. Para evitar que esto se vuelva a producir no basta con quejarse, por más alto y más veces que se haga. Hay que hacer algo más.

Está claro que no es una cuestión de carriles bici. Tampoco es una cuestión de si el chaval llevaba casco o no. O de si iban más o menos despistados. O de si ya casi era de noche y quizá no iban provistos de luces. No basta con eso.

Para prevenir futuros accidentes, sobre todo en medio urbano, no queda otra que trabajar sobre los automovilistas con mucha más contundencia que la que se está aplicando en la actualidad. Hay que remarcar una y otra vez la responsabilidad tremenda que se asume al conducir un coche, mucho más cuando se hace en poblaciones y hay que recordar que el peligro, el verdadero peligro en los accidentes lo aportan los automóviles, que con un simple golpe pueden resultar mortales.

Si queremos que nuestros pueblos y ciudades sirvan para ser vividos de manera segura y amable, necesitamos darnos cuenta de que los coches son los mayores obstáculos ante los que nos encontramos. Para conseguir que la gente disfrute de ese espacio común que es la calle, tendremos que desincentivar el uso del automóvil para algo que no sea imprescindible y está demostrado que la mayoría de los viajes que se hacen en coche en nuestras poblaciones, más si son medianas o pequeñas, son viajes que se podían haber hecho en cualquier otro modo.

Hasta que no seamos capaces de hacerlo, nos seguiremos encontrando con este tipo de desgracias con mayor o menor frecuencia. Lamentablemente.

jueves, 11 de julio de 2013

¿Y si no hubiera coches?

No. No nos ha vencido la ola de calor ni hemos sido abducidos por una secta de antiautomovilistas depravados. La cuestión es ¿qué pasaría con los ciclistas, los peatones, las aceras, los cascos, las ordenanzas y las leyes si no hubiera tantos coches?

¿A qué viene eso si no vamos a poder quitarlos? Pues sencillamente a tratar de analizar la realidad y la estrategia deseable sin trabajar condicionados por la predominancia y la prepotencia que le hemos concedido al automóvil. ¿Por qué? Porque es el propio automóvil y su uso excesivo el que supedita y coarta cualquier planteamiento y el que condena muchas veces a priori la objetividad y la neutralidad de las líneas de actuación posibles. Sólo si somos capaces de concebir la tesitura en la que nos encontramos y las propuestas que nos gustaría formular para sentar las bases de nuestras relaciones y nuestras ciudades en el futuro sin la influencia devastadora y fenomenal de los automóviles, estaremos en disposición de hacer algo que merezca la pena. Si no, siempre estaremos concediendo el dominio al automóvil y proponiendo actuaciones marginales. No es tanto una cuestión de ser valientes como de ser consecuentes.

Si queremos que caminar y utilizar la bicicleta se conviertan en modos preponderantes en la movilidad urbana ¿por qué no somos capaces de visualizar las condiciones objetivo y seguimos dejándonos influenciar tanto por los condicionantes presentes?

Mackinac, "la ciudad sin coches" - Foto tomada de Wikipedia

Por ejemplo: en todo lo tocante a la circulación y el casco. ¿Por qué seguimos consintiendo e incluso promoviendo un estilo circulatorio denigrante para las bicis y para los peatones? ¿Por qué seguimos aceptando las vías ciclistas que se siguen perpetrando en nuestros municipios? ¿Por qué seguimos tragándonos estadísticas de accidentalidad y seguimos protegiéndonos como si fuera algo inevitable o fuera propio de nuestra actividad? ¿Por qué no nos estamos rebelando como peatones y como ciclistas ante semejante ignominia? ¿Por qué seguimos tragando con argumentos como el del miedo, el del peligro y el del riesgo si ninguno de ellos está provocado por los modos de desplazarnos que hemos elegido sino por lo coches?

¿Hasta cuándo vamos a mantener esta actitud abyecta y condescendiente con la forma de vivir que nos está haciendo la vida imposible?

No hay que irse hasta la Isla de Mackinac en Michigan para comprobarlo. Cualquier ciudad en fiestas es un ejemplo más que suficiente de que otro orden de cosas es posible. La mía lo está ahora y es una gozada.

martes, 9 de julio de 2013

Hola, soy N, feliz falsedad

Hoy, día de mi cumpleaños, os obsequio con este regalo que nos hizo Copenhagenize ayer dentro de su doctrina y la de cada vez más gente de que ya basta de aceptar la tiranía del coche y sus consecuencias con la indolencia que nos caracteriza. Basta ya de engañarse y de engañarnos: el coche mata. Gracias por no usarlo más que cuando no queda otro remedio.
N'ko

If Car Commercials Were Based on Fact not Fiction - 001 from Ivan Conte on Vimeo.

lunes, 8 de julio de 2013

El mayor problema para viajar en bici es...

El transporte hasta el inicio y desde el final de nuestro viaje. Recuerdo como si fuera ayer, sobre todo cuando vienen estos días calurosos, que cuando éramos chavales (de eso hace ya unas décadas) la única oportunidad que teníamos para practicar el cicloturismo era agarrar nuestras bicicletas, cargarlas en la misma puerta de nuestra casa y salir desde ahí hasta donde nos aguantaran las fuerzas y nos diera tiempo. Y luego volver. Recuerdo que marcábamos en un gran mapa las rutas que íbamos “conquistando” a golpe de pedal y recuerdo cómo se fue configurando una flor con pétalos multicolores, los que representaban a otros tantos bucles grandes o pequeños que invariablemente nacían y morían en nuestra ciudad.

Con el paso del tiempo, la cosa fue mejorando. Primero, aprovechando las vacaciones de nuestros familiares en lugares más o menos desplazados, lo cual nos permitía hacer travesías más o menos largas, luego, haciéndonos acompañar por conductores desinteresados que nos posibilitaban la itinerancia y nos acomodaban el campamento, los hubo incluso que nos proveían de avituallamiento. Cuando hubimos completado las rutas a nuestro alcance (aunque nunca se acaben de completar), empezamos a desplazarnos, en coche, a otros emplazamientos y volvimos a repetir los pasos anteriores, primero bucles y luego también travesías.

Buses, trenes y aviones

La mayoría de edad y el verdadero calvario no lo conocimos hasta que no nos propusimos dar saltos más importantes en el mapa que conllevaban, necesariamente, tener que tomar largos trenes o vuelos. Fue entonces cuando descubrimos que la práctica del cicloturismo se puede convertir en un verdadero infierno. Largas peregrinaciones con grandes bolsas y cajas a cuestas, interminables negociaciones por las tasas abusivas que nos querían cobrar por nuestras bicis, disgustos tremendos al comprobar cómo trataban a nuestras queridísimas bicicletas, averías provocadas por dicho maltrato… el precio a pagar por disfrutar de unos días, unas semanas o unos meses pedaleando por lugares recónditos era muy caro.


Tantos fueron los inconvenientes, que, al final, cada vez que nos proponíamos un destino, una de las cosas que más nos disuadía era precisamente eso: la penitencia antes y después del viaje. Hasta que descubrimos dos cosas: la logística y la proximidad.

O proximidad y logística

Cuando te has ido a la otra punta del mundo para andar en bici lo que descubres es que las sensaciones a diezmil kilómetros no son muy diferentes a las que puedes experimentar a pocos kilómetros de tu casa. La emoción, la incertidumbre, la intensidad dependen más de la predisposición y de la actitud que de la distancia del destino. Lo único que las diferencia es la cultura de las gentes que habitan esos lugares. Por eso, muchas veces, tratando de buscar grandes experiencias remotas nos perdemos los tesoros que tenemos al alcance de la mano.

Pero si lo que buscamos es una mayor comodidad en los tránsitos, a lo que tenemos que recurrir es a simplificar nuestra logística. Claro que tendremos que pagar algo por ello, pero muchas veces nos va a compensar no tener que viajar arrastrando nuestras monturas por estaciones y aeropuertos. Podemos enviar nuestra bicicleta, podemos alquilar una bicicleta en destino o podemos mandar a recogerla cuando acabemos nuestra ruta. Esto nos aliviará mucho los ya de por sí cansinos pasos por áreas de espera, ventanillas, colas de embarque y puestos fronterizos.

Si es en nuestro entorno inmediato, hay múltiples empresas que nos pueden prestar estos servicios. Si necesitamos poner nuestra bici en otro lugar, hay también quienes se han especializado en el tema a unos precios realmente razonables. Pero nunca hay que desestimar la posibilidad de alquilar bici y equipajes en el destino, siempre que quien nos lo provea demuestre solvencia y calidad. Nosotros ahora usamos esta y disfrutamos como enanos.

jueves, 4 de julio de 2013

Sobre logística urbana a pedales

Llevamos muchos años tratando de encontrarle sentido a nuestras ciudades, para hacerlas más habitables, más sanas y más sostenibles y muchas veces no acabamos de hacernos con todo lo que ello implica. Nos llenamos la boca hablando de espacios públicos de calidad, de sostenibilidad, de respeto ambiental, de fomento de los aspectos sociales de la vida urbana y muchas veces nos olvidamos de las cuestiones relativas al transporte de mercancías, porque, simplemente, no somos capaces de visualizar otro formato, otro sistema que el que hemos ido heredando durante estas décadas de dominio motorizado privado y de concesiones a sus imperativos.

En otras ocasiones hemos tratado el asunto desde la perspectiva del reconocimiento de la valentía de unas cuantas iniciativas que han ido surgiendo y cuajando en nuestro entorno más o menos inmediato. Su valentía, el valor de sus propuestas, su carácter innovador, atrevido y hasta descarado. Hoy toca hablar en serio del asunto.


Resulta complicado pensar en el futuro de un sector que hace aguas por todos los lados, cuyo fundamento reside en apretar los eslabones de una cadena que ya soporta tensiones increíbles a un precio cada vez más ridículo y en minimizar la repercusión de la escalada de los combustibles y de las restricciones de circulación, y que, sin embargo, viene sufriendo unas fluctuaciones terribles en las últimas décadas provocadas por la deslocalización de la producción primero y la del consumo después.

En este escenario parece lógico y hasta exigible pensar que las bicicletas o los vehículos a pedales con tracción asistida deben tener un papel protagonista en el replanteamiento del transporte en la parte tocante a la ciudad consolidada, esa que se quiere preservar y mejorar, aunque sea en las zonas de acceso restringido a los automóviles de explosión. Y, sin embargo, cuesta pensar en ello como en una solución real.

¿Por qué es tan difícil el transporte a pedales?

Y que conste que hablamos de algo más que simple mensajería. Pues el tema de la distribución urbana de mercancías es tan complicada y, hasta la fecha, tan inviable por varios motivos:
  1. Falta de fiabilidad de los vehículos.- Si pensamos en sustituir furgos o camiones por bicicletas de carga y que estas asuman las tareas de aquellos, dependemos de que sean tan robustas, tan fiables y tan fáciles de reparar en cualquier sitio como los vehículos a los que tratan de reeemplazar, si no más. Y no lo son. La mayoría de los triciclos de carga que circulan por nuestras ciudades son caros, endebles y poco duraderos, además de ser complicados de reparar y de tener tecnologías todavía en desarrollo difíciles de reparar y de reponer. Esto obviando el vacío legal en el que se encuentran y las terribles dificultades que ello origina en la homologación de estos vehículos.
  2. Falta de confianza de los operadores de transporte.- Más en los tiempos que corren de caída del negocio y de revisión de sistemas, recortes y restricciones en todos los aspectos. Los grandes grupos que dominan el sector del transporte urbano ven la introducción de este tipo de vehículos como algo simpático pero poco fiable y poco eficiente, y los observan con una mezcla de interés, estupor y desconfianza, pero, salvo contados casos casi testimoniales, no mueven ficha a favor de esta opción aunque sea como solución parcial de "última milla".
  3. Falta de decisión de las autoridades municipales.- Sobre todo a la hora de condicionar el tránsito en las zonas de acceso restringido, vigilar su cumplimiento estrictamente donde se hace y, más que eso, tratar de construir nuevas formulaciones realistas y sensatas. Nadie se atreve a acotar zonas suficientes donde proponer unas nuevas reglas de juego consensuadas y mínimamente factibles.
  4. Falta de experiencia de los promotores de iniciativas independientes.- La mayoría de las personas que se embarcan en la empresa de repartir a pedales provienen del mundo de la bicicleta y no cuentan con experiencia suficiente en el sector del transporte, lo cual les hace presentarse como opciones demasiado riesgosas para las empresas que deciden confiarles sus cargas.
  5. Falta de experiencias exitosas de referencia.- En ninguna plaza de una mínima entidad ha habido una experiencia basada en un estudio serio y riguroso de demanda, bien cuantificado y bien implementado que cuente con estos vehículos como medio de transporte y que haya durado algo más de unos meses. A lo sumo hay compañías que los utilizan como taxis a modo de rickshaws o pequeñas iniciativas privadas casi testimoniales.
  6. Problemas operativos.- Si a todo esto le añadimos los problemas relacionados con la operativa de las actividades de carga, consolidación de la distribución, volcado de información, trazabilidad, tratamiento de incidencias, recogidas y devoluciones, además del celo de los operadores en ceder sus mercancías y el trato con el cliente a terceros, entenderemos que esto es prácticamente inasumible por alguien mínimamente cabal.
Ahora bien, siempre habrá un lugar honorable y una aportación incuestionable de todas y cada una de estas iniciativas atrevidas y la sospecha razonable de que algo de todo esto se puede hacer a golpe de pedal. Pero ¿alguien ha calculado cuántas bicicletas y triciclos de carga harían falta para dar servicio a todas las actividades económicas y a todos los particulares que pueblan esas zonas que se quieren preservar del tráfico motorizado?

Seguiremos trabajando en ello a pesar de que el mundo nos siga enseñando que esto no va a ser sencillo.

lunes, 1 de julio de 2013

No más basura para la bicicleta

Resulta casi contradictorio ya sólo proponerlo. Estamos tan acostumbrados a la basura que ya hemos pensado que es lo único posible y, para mucha gente, lo deseable. Basura para todo lo relacionado con la bicicleta. A saber:

Bicicletas basura

Empezando por las bicicletas que hemos decidido entre todos utilizar para la ciudad, porque otra cosa parece simplemente impensable. La gente ha asociado la bici urbana a una bici barata, normalmente en no demasiado buenas condiciones. Que frene y tenga ruedas es, a lo sumo, lo que muchos le piden. Otros ni eso. Llevar bicicletas de calidad se entiende como una especie de ostentación indecente e incongruente. Total te la van a robar...



Candados basura

El segundo elemento responsabilidad pura de las personas que pedalean en la ciudad. Proveerse de lo que se entiende como un sistema de seguridad, cuando menos disuasorio, es lo que todavía no acaba de entrar en las duras mollejas de los que pedalean. Una sirga o una cadena de ferretería es un reclamo para chorizos. Y ahí es donde, en contra de lo que muchos de esos infelices piensan, que tu bici sea una basura no disuade de su robo. Porque se roban bicis fáciles, no precisamente bicis caras. Al menos en la calle.



Aparcamientos basura

También conocidos como estructuras metálicas más o menos ocurrentes colocadas en la calle así, sin más. Si a la gente le cuesta, por norma general, gastarse más de 20 euros en un buen candado para atar su bici chatarra, ¿quién en su sano juicio plantearía la posibilidad de implementar aparcamientos cubiertos, cerrados y de pago? Pues eso. Una barra atornillada al suelo y a correr. Y luego a lamentarnos de que nos han robado la bici, nos la han vandalizado o simplemente le ha llovido encima.


Ciclovías basura

El apartado donde más basura se acumula de todos aquellos relacionados con la bicicleta. Llámese como se quiera, pero las vías que se han construido o pintado de manera masiva en nuestras ciudades no pasan ningún tipo de normativa de seguridad vial que se les quiera aplicar. Defectuosas es poco. La mayoría de las ciclovías habilitadas en nuestro país son simplemente peligrosas. Estrechas, intrincadas, inconexas, marginales, con ángulos y trayectorias imposibles. Lentas e intransitables con un mínimo de decencia y dignidad. Pero nos hemos hecho a ellas, como a que nos atropellen en los pasos de peatones (o de acera bici).

Bicis públicas basura

La guinda para todo este pastel de mierda la pusieron muchas ciudades empeñadas en demostrar que estaban haciendo una política pro-bici cuando pusieron a disposición de sus ciudadanos partidas de bicicletas para su uso en la calle. Todo un espectáculo que nos dejó absortos a todos y que el paso del tiempo ha demostrado lo que era: chatarra millonaria. Pero que la gente ha devorado con fruición.


Leyes basura

En un mundo tan decididamente residual y depravado, la autoridad competente no ha tenido ningún tipo de miramiento a la hora de proponer normativas basura, que propongan cualquier cosa, ya que habían comprobado que la chusma ciclista se lo tragaba todo y, si ellos no lo hacían, el público general, ese al que sólo le preocupan las cosas que les dicen que les tienen que preocupar, les pondría en su sitio.

"Sois basura" 

Ese parece ser el mensaje y, "después de haber tragado tanto residuo, sucedáneo y transgénico de la bicicleta ahora no os vais a poner dignos porque nadie os va a creer". El cuento del pastorcillo es viejo y se lo sabe todo el mundo, como el de la lechera. Así que ya sabéis: casco, carril y bici pública y dad las gracias que os los quitamos.

Pues no

Ya basta de tanta basura que se ha generado alrededor de las bicicletas bajo la supuesta intención de meterlas de cualquier manera en nuestras ciudades.

Porque lo que está provocando es un empobrecimiento del discurso ciclista, una desvirtuación de la potencialidad de la bicicleta, una desnaturalización de su uso y un raquitismo general en la propuesta ciclista, además de un incremento espectacular de la inseguridad y de la peligrosidad de la práctica ciclista, con unos daños colaterales indeseables e incalculables contra los peatones, que lo único que consiguen es favorecer el automovilismo como forma de movilidad dominante.

Sólo denunciando las deficiencias, exigiendo calidad y practicando la dignidad con la naturalidad y la simpleza propias de la bicicleta podremos construir las bases de una ciudad que incluya a los ciclistas, en vez de excluirlos y relegarlos a la marginalidad, como está sucediendo actualmente.