jueves, 28 de noviembre de 2013

Volver a aprender a montar en bici

Si creías que sabías montar en bicicleta simplemente porque lo habías hecho durante los últimos 10, 20, 30 ó 40 años sin ningún tipo de inconveniente o con los normales cuando te mueves por una ciudad, tengo malas noticias para ti. Las cosas han cambiado. Y mucho.

Si creías que manejarte con soltura en el tráfico, elegir tu itinerario más conveniente, hacerte con un sitio en la calzada, mostrarte visible y predecible para los demás, negociar bien las curvas, las rotondas y las intersecciones, saber anticipar las situaciones comprometidas o hacer maniobras de última instancia era suficiente para desplazarte a bordo de tu bicicleta en la ciudad, olvídalo.


Ahora las cosas ya no son como eran. Ahora tienes que aprender a andar por las aceras y por los carriles que antes evitabas por encontrarlos peligrosos, ahora tu velocidad está limitada a 20 kms/hora en estos y a 10 en los espacios peatonales. Ahora tienes que aprender a conducir en baldosas, losetas y otros firmes sin agarre, hacer maniobras en ángulo recto, acceder a pasos peatonales desde trayectorias imposibles, sortear peatones anárquicos e impertinentes, farolas, marquesinas o árboles.

Ahora vas a necesitar un casco para poder afrontar todos esos nuevos riesgos a los que te vas a exponer. Casco y un montón de paciencia, además de una buena cuenta corriente, porque van a perseguirte, van a acosarte y, cuando te pesquen, van crujirte a multas. Multas a tutiplén: por circular fuera del carril donde haya carril aunque sea intransitable, por hablar por el móvil, por no llevar timbre, por pasar cerca de los peatones, por tener conductas incívicas o imprudentes, sea lo que sea lo que eso signifique en el momento en que te paren.

Pero déjame que te diga que igual vas a tener suerte. Quizá te roben la bici en los próximos días o quizá, y sólo digo quizá, te veas involucrado en lo que se llama un accidente que no es otra cosa que la consecuencia natural de todas estas novedades que, para cuando te quieras enterar, será demasiado tarde. Con o sin casco porque me han dicho que el dichoso casco no sirve prácticamente para nada más que para evitar ese coscorrón que difícilmente te hubieras dado si hubieras seguido haciendo las cosas como sabías.

Estate atento. Porque todo esto que te he contado igual cambia en unas pocas semanas. A peor, me temo.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Nunca acabarás de flipar

Que la realidad excede a la imaginación más calenturienta lo podemos comprobar día a día. Pero hay días especiales en los que las pruebas de ello se agolpan como para demostrarnos que nuestro atrevimiento nunca será tan espeluznante como la vida misma. Para bien y para mal.


Hoy mismamente en apenas un cuarto de hora de navegación por la red me han atrapado dos noticias en los dos extremos más antagónicos de la flipadera de la movilidad, como demostraciones de las divergencias abismales que hay dentro de lo que quizá equivocadamente hemos dado por llamar el mundo civilizado.

Detenido por intentar recoger a sus hijos del colegio a pie

La primera noticia viene de la mano del siempre interesante blog The Urban Country. Nos relata el desquiciante caso de un padre de Cumberland County, Tennessee, que ha sido arrestado por la policía por tratar de recoger a sus hijos del colegio ¡a pie! Terrorífico. Doblemente terrorífico por ser real.

Según la norma de este colegio la forma única y obligatoria para recoger a los menores a la salida del colegio es hacerlo en coche, como si fuera un drive thru cualquiera de hamburguesería típica. Esto provoca filas de resignados padres y madres de más de una milla esperando su turno para recoger sus correspondientes paquetes.


El padre transgresor decidió saltarse el orden y apearse del coche para caminar hasta la puerta y reclamar a sus vástagos con la negativa de los encargados del colegio que, ante su insistencia, decidieron, con la mediación de la policía, llevárselo por delante. ¡Merecido! Por listo. ¡Alucinante a lo que es capaz de llegar la estupidez en la cultura del coche!

Carril para bicicantarines

En el otro lado de la balanza están esa pandilla de locos estrafalarios, únicos e irrepetibles, que son los holandeses. Esta vez la anécdota nos llega desde el mismísimo Amsterdam, capital de la cosa guay. Aquí han querido recoger dos tradiciones muy arraigadas entre sus habitantes como son cantar por la calle y andar en bici y han decidido reservar algunas ciclosendas para semejante maridaje, señales incluidas. Flipante es poco.


A cualquiera le ha dado en algún momento por entonar su canción preferida mientras pedaleaba, pero de ahí a dedicar una infraestructura a ello, para que la gente se explaye desinhibidamente a ello a pleno pulmón y a golpe de pedal hay un salto importante en términos de flipadera.

Estamos locos, no cabe duda, pero que cada uno elija qué tipo de locura prefiere... si puede.

lunes, 25 de noviembre de 2013

La paradoja del paradigma

En Rusia hace frío. Mucho frío. Pero no tanto como para descartar la bici. Sobre todo porque la congestión se ha puesto tan imposible que el coche ya no sirve para llegar a tiempo a las citas en el centro de la ciudad. Eso es al menos lo que piensa Nikolai Kiselyov. Por eso coge a diario su bicicleta para desplazarse y poder atender sus compromisos puntualmente.


No pasaría nada si Nikolai Kiselyov fuera una persona anónima, pero no lo es. Nikolai es el vicepresidente de Всероссийское Общество Автомобилистов que en cristiano viene a ser la sociedad para la protección de los derechos de los automovilistas de toda Rusia, miembro de la FIA (Federation Interationale de l'Automobile), entidad dedicada a defender los intereses del coche, también como opción de movilidad cotidiana. Casi nada.

Nikolai ha decidido moverse en bici porque ha descubierto que el coche es lento, caro y puede darle un disgusto cualquier día. Y no vive precisamente en Moscú o en San Petersburgo. Voronezh apenas tiene un millón de habitantes y aqueja los mismos problemas que las grandes urbes.

Coche es libertad

Que alguien dedicado a defender los derechos de los automovilistas opte por la bici es doblemente simbólico y significativo. ¿Qué pasaría si aquí los mandamases de la DGT, del RACC o de la Fundación Mapfre probaran a evitar los atascos de la misma manera? Seguro que nos lucía el pelo mucho mejor y no nos tendrían tan acochinados.

Manuales de supervivencia para ciclistas

Estamos teniendo noticias de la publicación de unos cuantos catecismos para ciclistas urbanos, resúmenes de recomendaciones para aquellas personas que quieran utilizar la bicicleta en la ciudad. Eso aparte de las ya habituales diatribas en los medios de comunicación escritos, tanto de firmas reconocidas como de autores anónimos. Cuando esto sucede, nunca es coincidencia. Es la prueba de que algo ocurre con los ciclistas urbanos y que es algo grave.

Vamos a atender hoy a las propuestas que provienen de las filas ciclistas. Tenemos por un lado a los que tratan de convencernos de que sólo la calzada y el respeto del código de circulación son el único camino posible para circular con seguridad en bicicleta. Sus máximos representantes: la Biciescuela Granada. Su fabuloso manual lo podéis consultar aquí.

Por otro lado y a modo de recomendaciones tenemos un par de propuestas: una, la de La Ciclería, una empresa zaragozana con vocación social y una interesante actividad formativa, y otra, la de Bizikleteroak, una de las asociaciones más activas y más cabales del panorama estatal. Ambas tratan de ayudar a contemporizar un poco en la insoportable situación en la que empiezan a encontrarse en las ciudades en las que operan, donde los ciclistas urbanos y sus prácticas han acabado por soliviantar a propios y a extraños.

¿Qué nos mueve a proponer manuales para el uso de la bici?

No vamos a entrar a valorar la conveniencia o la calidad de los distintos manuales o lo más o menos acertado de sus recomendaciones, porque cada maestrillo tiene su librillo y en esto de la bicicleta en la ciudad, por desgracia, hay doctrinas y doctrinarios para todos los gustos. Lo que nos tiene que hacer reflexionar es la necesidad concurrente de distintos colectivos distantes y no pertenecientes a un mismo movimiento de hacer estos manuales.

¿Tan mal ven su entorno y a sus convecinos y convecinas? Sin duda. Claro que para todos ellos es parte esencial de su misión instruir a sus usuarios, pero parece que hay algo más. Desde luego, ayuda mucho que la normativa relativa a la circulación ciclista sea deficiente y se esté dilatando angustiosamente la aprobación del nuevo Reglamento General de Circulación. Pero hay algo más.

Hay demasiados ciclistas en las aceras y demasiados ciclistas accidentados

La razón de fondo que subyace detrás de todas estas propuestas y las de otras entidades es la necesidad improrrogable de intervenir en una situación insostenible: la práctica del ciclismo en acera y en carriles bici deficientes y sus consecuencias, básicamente, el malestar de los peatones y la gran accidentalidad de los ciclistas sobre todo en las intersecciones con la calzada.

Quizá la cosa de la bicicleta no sea tan sencilla en las condiciones en las que hemos decidido proponerla, es decir, sin poner cortapisas a los coches y sin cambiar la estructura y ordenación del tráfico tal y como había sido concebido para ellos. Pero parece que unos manuales y unos manifiestos no vayan a ser suficientes para resolver el asunto. Como tampoco lo van a ser los cursos de adiestramiento ni las campañas que muchos han iniciado estos últimos años.

Esto requiere algo más y es cuestionar de verdad el coche como paradigma de la movilidad urbana y tomar medidas que de verdad disuadan de su uso, lo que generará espacios, oportunidades y condiciones para que otros modos de desplazamiento sean posibles y su conducción sea natural, intuitiva, cómoda y segura. Mientras tanto, todo se quedará en iniciativas testimoniales e intentos bienaventurados. Nos vale como parche pero no arregla las causas del pinchazo.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Peatones ¿una especie a proteger?

Sí. Eso es lo que afirmaba el otro día el titular del periódico regional de mayor tirada de esta parte de la tierra en su portada, haciendo referencia a una serie de medidas que el Gobierno de Navarra va a tomar para mejorar la seguridad de los viandantes frente a los coches sobre todo en los pasos peatonales. Nada nuevo.

Lo que sí es nuevo es la forma de presentar a un colectivo que, como tal, no existe porque representa a la mayoría de la ciudadanía y la mayoría no necesita representantes porque es diversa, no es consciente de su pertenencia a un colectivo y por tanto no tiene sentido grupal. Todo eso está reservado para las minorías. Ahora bien ¿qué nos ha llevado a tener que declarar especie protegida a la mayoría de la gente anónima que camina por las calles?

La transposición prodigiosa

Presentar a una parte de la fauna como especie protegida es, entre otras cosas, reconocer su indefensión, su fragilidad y su exposición a sus depredadores y a los peligros que acechan su extinción. Y es esto lo que sorprende: que la mayoría de nuestros congéneres se encuentren en peligro de extinción porque unos cuantos hayan decidido utilizar tanques para desplazarse habitualmente, incluso cuando no les hacen falta, y puedan aplastar a los demás, al parecer, inexorablemente.

Dar por sentado este estado de cosas nos lleva a tratar de remediar las consecuencias en vez de trabajar sobre las causas. Y así nos gusta buscar soluciones tales como calmar el tráfico, defender los pasos peatonales, semaforizar, hacer reductos peatonales a modo de reservas o, en último extremo, culpabilizar a las propias víctimas de sus despistes o de sus actitudes negligentes. Todo por no cuestionar el uso que se hace de los coches. Somos tremendos.

¿Defender a la mayoría de una minoría?

Hemos sido capaces de llevar las cosas hasta tal extremo en nuestra ofuscación por tratar de justificar la motorización que ahora nos encontramos preocupados por defender a la mayoría de unos cuantos. Y nos parece normal, nos parece correcto e incluso bueno. Somos terribles.

Sería justificable si habláramos de una minoría, como son los ciclistas, y estudiáramos su excepcionalidad y su supuesta exposición a sus depredadores, como lo han hecho los británicos ante la última oleada de ciclistas muertos en Londres, pero incluso puestos en esta tesitura serían discutibles medidas tales como atrincherarse en las aceras, tomando a los peatones como rehenes. Pero hacerlo poniendo a la mayoría como víctimas es demencial, aunque no menos real.


La única situación en la que se trata de proteger a la sociedad civil en su mayoría de unos cuantos asesinos es la guerra o el terrorismo. ¿Son semejantes? Pues quizá mucho más de lo que estamos dispuestos a reconocer, quizá porque es una realidad que hemos hecho demasiado cotidiana y convivimos con ella con naturalidad impasible. De hecho, terrorismo, guerra y motorización tienen en común que unos cuantos con muchos medios tratan de amedrentar a los demás imponiendo su idiosincrasia violentamente, para arrebatarles su espacio y dominarlo.

¿Condición humana?

¿Homo homini lupus? ¿El hombre es un lobo para el hombre? Pues parece que sí. ¿Si no cómo se entiende la actitud de unos cuantos ciclistas invadiendo alegremente y no sin cierta insolencia los espacios de la mayoría peatonal? Somos lo peor.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Las bicicletas no son para estos tiempos

Esa es la conclusión que se ha extraído entre muchos de nuestros representantes y gestores en muchos ayuntamientos de este país. Así al menos lo expresan los del Ayuntamiento de Santiago de Compostela según escribía La Voz de Galicia este sábado: Las bicicletas no son para esta época. La crisis no permite manejar ideas de este tipo.

De la ciudad ciclabilizada

Cierto. Las bicis han sido, para muchos ayuntamientos, un capricho de los tiempos de las vacas gordas y ahora que tocan las vacas flacas no saben entender cómo enfocar la bicicleta si no es desde el despilfarro. Así muchos de nuestros políticos han clausurado el presupuesto para la bicicleta simplemente porque no son capaces de ver más allá de los sistemas de bicicletas públicas o de los carriles bici, ni de ver que el incremento de usuarios de la bicicleta en la ciudad ya no depende de ellos.

La imagen que acompaña el artículo del rotativo galego es especialmente elocuente. Un ciclista con pintas circulando por una acera angosta flanqueado por un lado por una esbelta y elegante caminante y por el otro por un par de berlinas de lujo. El mensaje subliminal es claro: no tenemos dinero para vosotros, ciclistas desarrapados, pero sí para nosotros.

A la ciudad ciclista

Sin embargo y gracias a dios (o a otros políticos con algo más de recorrido y de perspectiva), hay ayuntamientos donde la cosa se ha enfocado como debería haberse hecho desde un principio, es decir, sentando las bases en la educación.

Así el Ayuntamiento de Hernani ha propuesto un programa para ir "Al instituto en bicicleta", que lo acompaña de unos talleres formativos para aprender a andar por la calzada. Más lento y menos efectista que el ciclismo infraestructural, pero mucho más efectivo y de mayor calado.

Pasando por la ciudad cicleatonal

En otros lugares, donde el tema de la bicicleta ya se ha convertido en un berenjenal, lo que tratan es de ser diplomáticos y de deshacer entuertos con más voluntad que otra cosa, porque el cariz que han tomado los acontecimientos ya es suficientemente enconado y preocupante.

El ejemplo más claro es Zaragoza con su ya larga experiencia de ciclismo de acera y los intentos repetidos de tratar de reconducir el tema de la manera más razonable posible.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

¡Más madera!

Es lo que parecen estar esperando muchos a nuestro alrededor. Que vuelvan los tiempos locos, que sigamos devorando las ciudades, nuestro entorno y el planeta otra vez con la voracidad de los años pasados. Parece que fuera la única manera de recuperar la confianza social, económica y casi me atrevería a decir que personal. Es normal, llevamos tanto tiempo arrastrados por la vorágine que ya no se nos ocurre que otra forma de hacer las cosas sea posible, o recomendable.


Un ejemplo lo tenemos en las ciudades y en su organización del espacio al servicio de la tiranía del automóvil. Ahora que la falta de actividad ha dejado las infraestructuras sobredimensionadas infrautilizadas, cuando no obsoletas, en vez de aprovechar la oportunidad que representa la disminución del tráfico para reconfigurar ese orden y empezar a construir lo que debería ser un nuevo modelo de movilidad, nos empecinamos en esperar que vuelva el tráfico a los niveles que justificaron esas dimensiones. Las declaraciones del concejal del Ayuntamiento de Málaga en este sentido no dejan lugar a dudas.

El problema es que no es un caso aislado. En la mayoría de las ciudades los encargados de gestionar el tráfico siguen aferrados al modelo de hipermotorización y, aunque no sean tan explícitos o no lo publiquen abiertamente, siguen aprovechando estos momentos de crisis para, en vez de reconocer que otra cosa es posible, demostrar que el tráfico fluye perfectamente por las arterias urbanas y que no hay riesgo alguno de colapso y se siguen preparando para una deseada subida del caudal de automóviles, como símbolo inequívoco de recuperación, de retorno a la senda del progreso y del crecimiento inevitable e inexorable.


Lo peor es que ni siquiera a nivel planetario las grandes potencias, encabezadas por China, están dispuestas a reconocer que este camino a lo único que nos lleva es a la destrucción del mundo. En la reunión de las Naciones Unidas en torno al Cambio Climático hemos sabido que no sólo no se va a revisar el deficiente Protocolo de Kioto sino que se ha incrementado la cantidad de CO2 emitida en un 60%, respecto a ese índice. Todo sea por el progreso. ¡Más madera, por favor! ¡Que no pare la máquina!


miércoles, 13 de noviembre de 2013

Atropéllame y huye, por favor

La crónica de sucesos de incidentes en los que se ven involucrados ciclistas últimamente presenta un modelo entrañable que es el de la huída del atropellador, sobre todo cuando el "accidente" reviste gravedad. Quizá es en parte una influencia cultural estadounidense, donde el "hit & run" (allí tienen nombres para todas las nuevas tendencias) es una práctica habitual.


Que los automovilistas lo hagan a estas alturas de dominio insolente e impune del motor en la lógica del tráfico ya casi no nos sorprende, porque nos hemos ido acostumbrando a sus despropósitos homicidas que aunque excepcionales son por desgracia repetidos, pero que lo hagan también los energúmenos que andan en bici es totalmente inadminisble. Y no precisamente por hacer un agravio comparativo, que lo es, sino más bien porque los que prescribimos la bicicleta lo hacemos desde una perspectiva según la cual la bicicleta es un vehículo amable que favorece la empatía y mejora el entendimiento y no al revés.

En el noticiario negro de la bicicleta de ayer se recoge una crónica que resume esta situación en su extremo más grave, pero es más habitual de lo que parece ver este tipo de actitudes irresponsables con la posterior huída (cuando no el enfrentamiento con la víctima) y es necesario condenarlas con una especial contundencia porque son especialmente contraventivas de la ejemplaridad que deberíamos profesar los que andamos en bici.

Si queremos que se nos tenga en cuenta y queremos que se nos respete, debemos respetar nosotros primero y debemos ser escrupulosos y exigentes a la hora de exigir, primero a los nuestros, que sean modélicos a la hora de comportarse, sobre todo con los más débiles, en nuestro caso los peatones.


Así pues, amigo ciclista, si vas a atropellarme cuando vaya caminando tranquilamente por la acera, huye después porque si no seré implacable a la hora de perseguirte y condenarte.

Glamour y bicicleta

No la bicicleta no da necesariamente elegancia ni aporta atractivo por el mero hecho de montarla.

Dicho esto, hay que dejar constancia de que cada vez hay más gente con glamour que anda en bicicleta y cada vez hay más gente que anda en bicicleta con glamour.

Glamour entendido como una elegancia especial que exhiben muchas personas que transmiten una actitud, una seguridad y una soltura que las hace atractivas.



Indudablemente son personas que se cuidan y que cuidan los detalles, pero, más que eso, son personas que tienen una forma de moverse, una forma de estar, una presencia que las hace especialmente atractivas.


A ese tipo de personas, la bicicleta les sienta bien y, normalmente, cuando este tipo de personas eligen la bicicleta como vehículo aciertan, y aciertan en la manera de utilizarla, hacen de la bicicleta una extensión de su persona, forman con sus bicicletas un solo ente, una unidad mágica, sensual, distinguida pero terriblemente natural, inconfundiblemente normal, sin exageraciones, sin desatinos, sin pasar desapercibidas pero sin dar la nota.



Esa discreción brillante, esa sensualidad sugerente, esa conjunción armoniosa, esa elegancia indiscutible también está presente entre los que andan en bici. Y cada vez más. Gente que hace lo que cree y cree en lo que hace y en cómo lo hace. Gente que aporta dignidad, clase, estilo.


No te cansas nunca de verlos pasar.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Castigar o consentir a los ciclistas

De acuerdo con la lógica de la situación en la que nos encontramos actualmente, fruto de una política basada en hacer las cosas pronto y mal, pareciera que la problemática de la bicicleta dependiera de la actitud que ahora le toca tomar a la autoridad competente para resolver el entuerto en el que se encuentran sus usuarios, después de muchos años de haber sido utilizados como marionetas para vender una pretendida intención verde por parte de unos cuantos desaprensivos que se han dedicado a hacer cosas sin más estrategia que la visibilidad que publicitara sus esfuerzos por lo que ellos entendían que era la movilidad sostenible.

O dicho de otra manera, ahora que hemos conseguido que la gente se monte en las bicis de cualquier manera sin haber pensado que ello podría traer consecuencias, nos encontramos con un problema con el que no contábamos (porque realmente no contábamos con que la gente fuera a apostar en serio por la bici).

Por eso ahora, después de no haber hecho nada en serio por cambiar el sistema de la movilidad urbana y en general de no haber hecho nada por mejorar el ecosistema urbano, después de haber relegado a las bicicletas a corredores horribles o haberlas dejado vagar por aceras, ahora la disyuntiva parece que sólo se redujera a elegir entre la permisividad o la persecución, reforzando la estrategia consumada durante todo este tiempo consistente primero en ningunear a los ciclistas abandonándolos a su riesgo y ventura en medio de un tráfico orientado a los motorizados o en carriles bici intransitables y después en culpabilizarlos de las consecuencias de todo ello, incluidos los accidentes que sufrían.

¿Cuál es entonces la decisión correcta? ¿Castigarles por sus pecados o perdonarles porque no saben lo que hacen?


La política de hechos consumados tiene estas consecuencias: acabas inevitablemente encontrándote en atolladeros en los que nadie había pensado o en los que la culpa la acaban teniendo las víctimas y no los verdaderos responsables. Una teoría conspiratoria encajaría perfectamente para explicar cómo deshacerse de invitados incómodos, pero vamos a descartarla por esta vez, aunque sea más un ejercicio de constructivismo bienaventurado que otra cosa.

Ninguna de las dos

La única forma de resolver la desagradable situación en la que nos encontramos, con los ciclistas entre la espada y la pared, no es ni perseguirlos ni ignorarlos, es tomárselos en serio. Pero más que a los ciclistas, debería ser tomarse en serio la ciudad y a la ciudadanía. 

Parchear una situación descabellada y totalmente deficiente no sirve más que para conservar las premisas que la provocaron. Para cambiar las cosas no basta con mirar a otra parte o poner remedios a las consecuencias, hay que atacar a las causas. No basta pues con hacer normas nuevas, reconstruir carriles bici o poner más aparcabicis, hay que afrontar la construcción de una ciudad que vuelva la mirada a las personas y que refuerce la recuperación de la calidad de los espacios públicos.


En esa ciudad los coches no pueden nunca ser bienvenidos, porque son los principales responsables de la inseguridad, la violencia y la peligrosidad vial. Más bien tienen que ser condenados a un uso totalmente excepcional, debidamente justificado y necesariamente caro. Si no, todo lo que intentemos se quedará en algo simbólico o marginal, pero nunca tendrá posibilidades de cuajar de una manera digna y permanente.


En esa ciudad la ciclabilidad no se puede medir en kilómetros de carril bici, en número, usuarios o viajes de bicicletas públicas o en cantidad de aparcabicis sembrados en la calle. La movilidad sostenible no puede consistir en peatonalizar zonas aisladas, en tener o no tener tranvía o zona azul, ni en dar unas cuantas charlas o hacer unos cuantos actos en la Semana Europea. La visión debe ser más integral y debe centrarse en una estrategia encaminada a desplazar al coche como opción conveniente en la locomoción urbana. No podemos conformarnos con las migajas que deja en la ciudad el coche después de franquear su paso, tenemos que aspirar a una mejora integral de las condiciones de habitabilidad y accesibilidad de nuestras ciudades y eso pasa por reducir el uso del coche de una manera contundente, imprescindible e improrrogable.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Observando la evolución ciclista

Es lo que debería hacer un Observatorio de la Bicicleta. Es lo que debería haber en cualquier ciudad que se precie de hacer algo por la bici con un mínimo de juicio, con un mínimo de transversalidad y con un mínimo de participación. Para que la cosa de la ciclabilidad no quede en un mero ejercicio de voluntarismo, de escaparatismo, de posibilismo o de propagandismo. Contando con los agentes involucrados se puede dilucidar más y mejor. Si se quiere. O se puede cumplir el expediente administrativo. Todo depende de las intenciones del Ayuntamiento que lo convoque.

El que nos convocó ayer fue el Ayuntamiento de Pamplona, dentro de esa estrategia que recoge la Agenda 21, uno de cuyos objetivos centrales en esta ciudad recogido en el Pacto de Movilidad firmado hace ya casi 10 años, era, explicitamente, favorecer el incremento de usuarios de bicicletas como medio de transporte, en la siempre difícil tarea de restar viajes automotorizados en el seno de la ciudad.


La sesión consistió en un repaso más o menos atropellado de los distintos aspectos que afectan a una política de desarrollo de la bicicleta o, más bien, a la política de desarrollo de la bicicleta que ha llevado a cabo este ayuntamiento, que no se diferencia casi nada a la que han llevado otros ayuntamientos de esta parte del mundo, si obviamos algunos matices.

Carriles bici deficientes e inconexos, capitalizando los kilómetros de las nuevas urbanizaciones, contabilización de aparcabicis por miles, vagas estimaciones desactualizadas de usuarios e intenciones, las bicis públicas presentadas como una obligación cumplida, el registro casi ignoto, una biciescuela testimonial y algunas campañas, días y semanas más o menos aisladas. Eso junto con una normativa incomprensible y desconocida, el calmado de un tráfico que no disminuye, un buen montón de accidentes sin mayor gravedad y los peatones indignados.

Un balance más bien pobre para ya casi 10 años de presunta estrategia ciclista que se ha hecho a golpe de mando y sin contar con ninguna recomendación, haciendo caso omiso a los avisos y desoyendo el clamor público. Después de 9 años y pico de silencio administrativo y acción blindada desde la cúpula del partido en el poder, de ignorar mandatos parlamentarios regionales, propuestas comarcales y mociones mayoritarias del pleno municipal, esto parece más un ejercicio de consuelo demagógico que otra cosa.

Pero no vamos a dinamitar lo que puede ser el embrión de una figura imprescindible que coordine los esfuerzos de las distintas áreas municipales afectadas (tráfico, urbanismo, mobiliario urbano o medio ambiente) contando con las iniciativas y el criterio de otros agentes involucrados tales como la DGT, el gobierno regional, las universidades o las imprescindibles asociaciones de usuarios.

Esperemos que el futuro depare mejores y más participadas propuestas que las que hemos presenciado esta última década. Ahí estaremos, aunque sea para ser la voz que dé la paliza recordando que esto se trata de restar coches y de no discriminar a los peatones. Aunque moleste a los que quieren sólo celebrar el crecimiento ciclista.

martes, 5 de noviembre de 2013

Negar la evidencia

Nos gusta engañarnos. Muchas veces es la única manera de hacer una situación soportable o al menos mínimamente comprensible para nuestras entendederas. A todos nos gusta pensar que la cosa pinta de nuestro color, nos ayuda a soportarnos y a soportarlo. Pero muchas veces, quizá demasiadas, nos engañamos inconscientemente y entonces es cuando la cosa reviste un cierto peligro, porque entonces confundimos la realidad con nuestra visión y ésta con nuestras intenciones.

El ser humano es intencional, en mayor o menor grado, pero vive movido por sus motivaciones y sus objetivos y condicionado por su raciocinio y sus instintos. El caso es que muchas veces las ganas de conseguir algo nos hace ver las cosas de modo diferente e interpretar la realidad de tal manera que nos resulte ventajosa. Así vemos nuestros objetivos más cercanos, más alcanzables y nos sentimos más motivados para conseguirlos. Pero muchas veces nos engañamos y engañamos a los demás.

Es lo que pasa con el problema de las bicicletas en la ciudad. Ante la dificultad mayúscula de combatir el dominio del automóvil en la lógica del tráfico, muchas personas han preferido inventarse un nuevo orden e invadir espacios que estaban reservados sólo para los peatones. Tanto es así y tal ha sido la confluencia de intereses con los propios automovilistas y con las autoridades, que veían atónitas el proceso, que la cosa ha dado la vuelta hasta tal punto que lo lógico es impensable y lo prohibido es lo habitual. Pedalear por las aceras es un claro ejemplo de esto.


Nadie quiere reconocer cuál es la realidad: un viario y unas normas pensadas para que el abuso del automóvil sea la opción más conveniente. Nadie quiere reconocer que es el coche el que molesta, el que condiciona, el que pone en peligro a los demás, el que ocupa el espacio, el que contamina, el que mata. Nadie quiere reconocer que la bicicleta sólo puede tener una oportunidad si es capaz de hacerse valer en las calles, en unas calles con menos coches, con menos violencia vial, con menos actitudes intimidatorias, con menos miedo. O al menos muy pocos.

Y así justificamos lo siguiente: la invasión de las aceras, la necesidad de hacer carriles exclusivos para cada modo de desplazamiento, el miedo, el instinto de conservación, la fragilidad de las personas y la necesidad de protección y de percepción de seguridad. Y no nos damos cuenta de que, incluso con todo eso, la cosa no cambiará fundamentalmente, porque siempre llegaremos al final del camino protegido y volveremos a reproducir el argumento.

Negar la evidencia no nos va ayudar a cambiar la realidad, por más dura, más asentada y más cruel que esta sea, más bien al contrario, va a permitir mantenerla. Sólo cuando seamos capaces de asumir la realidad podremos empezar a cambiarla.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Cuestión de espacio

Hay que insistir. Nunca es suficiente cuando de lo que se trata es de denunciar una injusticia flagrante. Más cuando está generalizada y oficializada. Así que vamos a insistir otra vez en lo mismo: la utilización del coche no sólo es intimidatoria y peligrosa respecto a cualquier otro modo de desplazarse y terriblemente contaminante y consumidora de energías no renovables, sino que es formidablemente abusiva por consumir un espacio excesivo y hoy en día injustificable e insoportable.

Cuesta darse cuenta de ello cuando llevamos varias décadas conviviendo con el problema, pero se hace evidente cuando se ejemplifica prácticamente. He aquí el ejemplo:


La evidencia está ahí. Las consecuencias de esta tiranía, las estamos sufriendo con resignación. ¿Hasta cuándo?

Fotografía de Mikael Colvile-Andersen

sábado, 2 de noviembre de 2013

Diálogos ciclistas

Os reproduzco a continuación el diálogo que suscitó esta imagen de hiperrealidad cotidiana entre dos ciclistas en una red social, respecto a la situación que se vive en nuestras ciudades con las bicicletas y las actitudes aconsejadas para evitarlo, poniendo como ejemplo la circulación por la calzada del ciclista "cazado" por "el ojo que todo lo ve" en la tercera imagen.



- Va dejando hueco y ahí cualquier conductor que se acerque por detrás ya no ve el ciclista, ve el hueco y se pone a hacer complejas operaciones matemáticas que le anulan el raciocinio para saber si cabe o cuando puede rebasarle y perderle de vista, esto suele ocurrir en la próxima intersección o espacio vacío entre los coches aparcados en los que el ciclista hace una leve curva en la trazada y se desplaza 30 o 4o cm más a la derecha y entonces ya está el lío o el accidente... La culpa es del conductor del coche sin embargo es uno de esos casos en los que el ciclista puede participar activamente en mejorar su seguridad no cediendola al resto de los conductores (o peatones).

- Hay una cuarta opción: ¿Por qué los coches han de tener 3 carriles y las bicis ninguno...? Yo dejaría dos carriles para coches en dirección única y uno para ciclistas en doble dirección, mas las dos aceras para peatones. ¿Resultado? Todos contentos y más conductores de coche que se pasan a ciclistas. Y menos polución!

- Mejor, el carril que le quitamos a los coches se lo damos a los peatones, reducimos el volumen de coches y creamos un carril contra dirección (si es necesario) y el que queda que sea compartido entre coches y bicicletas..

- No entiendo porqué los peatones han de tener las dos aceras y un carril(?). Mi solución me parece más equitativa. Yo soy peatón, ciclista y conductor de coche. Cuando voy por la acera de peatón no quiero bicicletas. Cuando voy de ciclista, por mi carril bici, no quiero ni peatones ni coches. Cuando voy con el coche no quiero ni bicicletas ni peatones, por no ponerlos en peligro (si hay los respeto, pero mejor cada uno en su sitio!) No es más equitativo? ...

- Yo tampoco quiero coches, pero en las calles, no se trata de ser equitativos. El elemento principal a cuidar es el peatón. En nuestra cultura las aceras nunca son suficiente anchas y a las aceras de las fotos les vendría bien una ampliación. Los carriles de doble sentido para ciclistas son muy peligrosos, si es necesario un solo carril contra-dirección (y esperar que los ciclistas lo usen solo para ir contra dirección) y el espacio que queda lo puede compartir perfectamente el resto de vehículos, con las mismas reglas (con alguna excepción para dar prioridad a la bicicleta donde sea necesario sin que por eso se vea menoscabada la seguridad) y lo más sencillas posible huyendo del ruido que produce el exceso de señalización, normativo y de segregación, la ciudad acaba siendo más segura y más amable, bastante complejas son ya las calles con los tráficos peatonal y el transporte público segregados.

- La mezcla de bicicletas y vehículos a motor no la veo muy segura: si se produce un alcance, y en un tráfico denso de ciudad es inevitable, el ciclista siempre lleva la peor parte: su piel es su propia carrocería, no hay igualdad de oportunidades. Sin contar que, como estamos viendo estos días, no se respetan las distancias de 1,5 metros en los adelantamientos. Prefiero un carril bici, eso si, segregado de vehículos a motor y de los peatones, que son la parte débil frente a ciclistas y coches.

- Un carril-bici no te va a llevar de puerta a puerta, igual necesitas esto:
http://es.scribd.com/...


Manual de conducción de la bicicleta

- Ya, ... , pero cuantos más carriles bicis tengamos, (miremos a paises como Dinamarca, etc.), más gente se quitará el miedo y se apuntará a la bici. Si nosotros no presionamos, ¿quien si no lo hará ...? Gracias por la información, ...

- La mayoría de esa gente que se quitará de en medio serán peatones y usuarios del transporte público, también habría que preguntarse de donde viene ese miedo que ha propiciado que nos encasqueten el casco a la fuerza, porque donde se están pegando los ciclistas un buen número de hostiones es en los carriles bici y en las aceras. Y más carriles bici no nos acerca a Dinamarca, etc, tenemos como ejemplo Sevilla en España (que concentró el tráfico ciclista en unas pocas calles y también ha incrementado algo pero ha tocado techo), Frankfurt en Alemania (que a pesar de su interesante reparto modal tiene menos ciclistas que cuando sólo tenía cuatro tramos de carriles bici y muchos de sus ciclistas circulan por las aceras),... etc
Presionar en ese sentido está siendo más perjudicial que beneficioso, habría que presionar en otro sentido.

- Me estas hablando de países que ya tienen consolidada una "coexistencia pacífica" entre peatones, bicicletas y automóviles", como Berlin, donde casi no se precisan carriles bicis, pero me temo que en nuestro país los vehículos a motor y los peatones consideran a los ciclistas como unos "intrusos", como a un estorbo, a los que hay que adelantar cuanto antes o al que hay que echar fuera, lo que produce situaciones de peligro en el tránsito. De acuerdo que lo ideal sería que fuéramos a esta coexistencia pacífica, pero que esto costará tiempo y muertos y, mientras tanto, yo me apunto a los carriles bici, siempre claro que existan, y si no pediré que se construyan ... llámalo instinto de supervivencia, si quieres ...

- Haces bien en entrecomillarlo: "coexistencia pacífica" (entre peatones y ciclistas muy pacífica no es). Este año y el pasado no he tenido tiempo de estudiarme los datos de Berlin pero en 2011 con 10 ciclistas muertos, la mayoría relacionados con un carril bici, sea por atropello o porque en dos casos se estamparon contra una farola y un semáforo circulando por un carril-bici,... de todos modos yo no me refería a Berlín, y me tomaría con precaución que es lo que pretendemos para nuestras ciudades que parece que podemos convertirlas en Amsterdam o Copenhague pero en el mejor de los casos nos quedaremos como Frankfürt donde han convertido la circulación en bicicleta en un infierno. Y aquí tenemos a Valencia, que gracias a su política "en favor" de la bicicleta han conseguido un tráfico motorizado mucho más agresivo hacia los ciclistas que una ciudad como Madrid que tiene fama de ser el eje del mal en cuanto a la circulación ciclista, en la capital donde a pesar de que su volumen de tráfico puede ser abrumador y muchas de sus calles son un avispero se circula en bici mejor, si sabes comunicarte con el resto de los conductores, ser predecible y gestionar tu espacio, que otras ciudades con fama de pro-ciclistas que te mandan a la acera o te presionan para que abandones la calzada.

Y lo dejo aquí. No quería enfangarme en un intercambio de comentarios estéril que no nos lleva a ningún lado. Sólo pretendía puntualizar respecto al ejemplo de las fotos que no debemos dejar huecos que inviten a adelantarnos incorrectamente, saber gestionar correctamente nuestro espacio para que los adelantamientos que nos hagan sean seguros y que podemos participar activamente en nuestra propia seguridad. Veo diariamente a muchos ciclistas circulando por la calzada de forma que están invitando a ser adelantados mal, los automovilistas no deberían comportarse así pero es la realidad que nos toca vivir en este preciso instante e insisto, nosotros podemos hacer algo por cambiar esa situación sin esperar a que los demás nos lo resuelvan o a las intervenciones que hagan en nuestras ciudades quién sabe cuando.

- Yo también lo dejo. Creo que he expresado suficientemente claro que mi "instinto de supervivencia" me lleva a no intentar ser pedagógico y cambiar las tendencias de los conductores de vehículos a motor, y que solo aspiro a ir por mi carril donde los haya, sin meterme en las aceras de los peatones a ser posible, ni tener que lidiar con los imprevisibles coches en su terreno. Tenemos convicciones diferentes, la vida es así, pero tan amigos! ...

Por cierto, tengo mucho respeto por los peatones: un tio abuelo mío murió a los pocos dias de ser atropellado por un ciclista ...

- Te equivocas si crees que pretendo ser pedagógico con los conductores de vehículos a motor, y tampoco pretendo cambiar tendencias. Son personas que se han examinado de unas reglas y aunque en algunos casos no las siguen a rajatabla es fácil e instantaneo (y necesario si se quiere servir correctamente al instinto de conservación) condicionar su comportamiento que es lo contrario de circular pegado a la derecha, como dictan las ordenanzas de muchas ciudades. Hay una evidencia que se suele cumplir, "si te han adelantado demasiado cerca igual es porque circulas demasiado a la derecha"...

Un diálogo representativo del subdesarrollo en el que nos encontramos en los temas relacionados con la bicicleta. Resulta difícil imaginar este tipo de disputas tan concienzudas, tozudas y acaloradas en lugares donde la bici es normal, y no precisamente en Holanda o Dinamarca, sino en India, Japón o China. Seguimos siendo lamentablemente "ciclismiquis", seguimos siendo extraordinariamente ñoños y adoctrinadores, seguimos siendo preocupantemente intransigentes en nuestra marginalidad. Tenemos mucho por hacer. En fin, seguiremos trabajando.

viernes, 1 de noviembre de 2013

¿Cuál es el objetivo de la "ciclabilización" de las ciudades?

¿Es la ciclabilización en sí misma? es decir ¿consiste en convencer a la gente a que use la bici y ya está? En las ciudades que venimos de una proporción de ciclistas habituales mínima o, cuando menos, simbólica todo lo que sea aumentar parece que fuera incuestionable. Sin embargo, algo empieza a cuestionarse respecto a la bondad de la bicicleta sin más condiciones, especialmente en aquellas poblaciones de marcado carácter peatonal,, especialmente en aquellas poblaciones de marcado carácter peatonal.

Las bicicletas empiezan a molestar, incluso en localidades donde no representan ni un 6% del total de los desplazamientos ciudadanos. Y no precisamente a los coches, aunque también.


Está claro que las bicicletas no contaban cuando se fue haciendo el reparto de prebendas en la circulación de personas que se ha ido consumando en las últimas décadas. Las bicicletas siempre han sido el hermano menor, el pobre, el despotenciado en un mundo dominado por motores y flanqueado por peatones. Nunca han sido realmente bienvenidas desde que perdieron su presencia hace ya casi un siglo. Eran sinónimo de regresión, de fracaso, de subdesarrollo.

Hoy queremos reincorporarlas de una manera forzada y no acertamos. Entre otras cosas porque nos hemos ocupado tan fervientemente de dotar a los coches de todo tipo de privilegios y facilidades durante tanto tiempo que ahora nos parecen incuestionables los principios de la motorización, que podríamos resumir en tres: autopistas urbanas, aparcamiento a discreción y promoción del miedo.


Sin cuestionar estos principios, cualquier intento de introducir otro tipo de medio de transporte es una temeridad. Es lo que ha ocurrido con la promoción de la bici. Si tratamos de meter las bicis en ciudades donde no hemos restado oportunidades y privilegios a los coches, nos vamos a encontrar en el atolladero en el que nos encontramos hoy.

Nadie "en su sano juicio" al que se le antoje que la bicicleta puede ser un medio de locomoción interesante se atreve a jugarse la vida poniendo en cuestión la prioridad de los automóviles en el tráfico y ocurre lo que ocurre: que no se cuestiona ni un momento la posibilidad de circular por la calzada y acaba invadiendo las aceras.


Esto en ciudades donde no hay peatones más que en las islas peatonales no tiene mayor trascendencia, porque en realidad las aceras son elementos casi decorativos o infrautilizados, pero en poblaciones donde la gente acostumbra a desplazarse a pie se convierte en un problema de primer orden. Esta es una cuestión que los centroeuropeos y muchos "ciclo-ombliguistas" de aquí no alcanzan a entender. Pero es una cuestión central.


Así cuando se consigue "convencer" a cantidades significativas de gente a que utilice la bicicleta se encuentran invariablemente con el mismo problema: los peatones vuelven a ser las víctimas del victimismo ciclista. Y reaccionan.

Pero se sigue evitando afrontar la problemática de fondo. La verdadera oportunidad para que la "ciclabilización" sea efectiva y aporte beneficios para una ciudad viene de despotenciar la motorización dominante. Si no es poco menos que tratar de vestir una virgen desvistiendo otra... o algo así. Y es entonces cuando la "ciclabilización" se convierte en algo perverso y hasta no deseable.


Fotogramas de la película "Bandoleros ciclistas", rodada en Vitoria-Gasteiz.