sábado, 23 de agosto de 2014

Estrategas de la bicicleta

Regresamos satisfechos de un par de jornadas intensas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, donde ha tenido lugar un curso monográfico sobre la bicicleta que bajo el título Vías para ciclistas ¿realidad o ficción? Ha servido para poner sobre la palestra, una vez más, la situación de la bicicleta desde diferentes perspectivas y para debatir y cuestionar algunos aspectos que rodean a un desarrollo que tiene distintos niveles, distintas velocidades y distintas particularidades dependiendo del escenario en el que está teniendo lugar.

Lo que ha quedado claro, después de dos jornadas donde el debate y el diálogo han sido tan ricos o más que muchas ponencias, es que la bicicleta está madurando en nuestro entorno y se está consolidando como una opción de movilidad y que está empezando a superar esa adolescencia alocada y calenturienta y empieza a tener un poso interesante. Empieza.

Hemos pasado ya los tiempos de las actuaciones puntuales, de las oportunidades de oro, de las bicis públicas del IDAE, de la emoción después de años de reivindicaciones sin eco, de la tontuna. Ahora que hay algunas cosas hechas, más mal que bien, pero que se pueden ver y se pueden explicar, toca hacer evaluación y sentar las bases para que el desarrollo de la opción ciclista se consolide en nuestras ciudades y en las conexiones entre ellas. En esas ciudades en las que algunos de sus responsables creen que han hecho la tarea porque han sembrado unos cuantos carriles bici, unos cuantos aparcabicis o unas cuantas bicis públicas.


La necesidad de una Estrategia de la Bicicleta

Ha llegado el momento de hacer una Estrategia de la Bicicleta, con mayúsculas. Un plan común que marque objetivos a medio y largo plazo y que aborde los distintos campos en los que la bicicleta tiene que representar una herramienta que contribuya a hacer que nuestro entorno sea más amable, más agradable, más sensato y más divertido.

Una Estrategia que dibuje un mapa y que incardine a la bicicleta en las distintas áreas de actuación en las que debe ser tenida en cuenta y debe sumar. Una Estrategia inteligente e interesante, deseable pero alcanzable, ambiciosa pero lógica. Una Estrategia incluyente y participada.

Debemos ser capaces, todos los que trabajamos por que la bicicleta tenga oportunidades, de sumar fuerzas y apoyar la elaboración de un marco común de actuación, que persiga unas líneas y trate de alcanzar unos objetivos y que, sobre todo, coordine y aproveche los esfuerzos puntuales para que no queden aislados y generen sinergias y para que los asuntos relacionados con el desarrollo de la bicicleta como medio de transporte superen estúpidos apropiamientos, oportunismos, atribuciones y protagonismos tontos.

Hemos de ser conscientes de que no hay un único modelo de movilidad ciclista y que lo que hace falta, ahora que la crisis a azotado la lógica imperante en las últimas décadas, es tratar de tener un consenso que mire más allá de localismos, púlpitos y celos y que defina qué es lo que tiene que pasar en los próximos años para que la bicicleta consolide una tendencia que ya es una realidad y que trabaje desde los distintos ámbitos afectados para conseguirlo.



Terrenos de juego múltiples y simultáneos

Necesitamos para ello superar diferencias y protagonismos tontos y contar con todos los que se quieran sumar y que puedan aportar: desde usuarios a fabricantes, desde funcionarios a profesionales, desde políticos a técnicos, desde comerciantes a periodistas, desde planificadores a trabajadores, desde jóvenes a mayores. Esto va más allá de un simple organismo (sin despreciar la importancia de los organismos), debería ser casi un movimiento. Y no debería ser compulsivo, ni convulsivo. O más bien sí, pero siempre teniendo en cuenta unos principios y sin perder el norte. 

Debería ser más bien un juego donde deberían jugar muchos participantes y que tuviera lugar de manera natural en los distintos terrenos en los que la bicicleta pinta y debe pintar mucho más: en la escuela, en la consulta médica, en la mesa de la cocina, en el comedor, en la cafetería, en la calle, en el despacho, en el Parlamento, en el pleno del ayuntamiento, en la judicatura, en la prensa, en una conversación... en cualquier parte y promovida por cualquiera, sin permiso.

No es un asunto simple, desde luego, pero eso no debe desilusionarnos.