lunes, 1 de diciembre de 2014

Era todo broma, amigos y amigas ciclistas

A veces se te queda cara de tonto cuando tratas de analizar por qué se han hecho (y se hacen) tantas chapuzas en las actuaciones que pretendidamente iban encaminadas a beneficiar el uso de la bicicleta. Tratas de creer que es fruto de la inexperiencia propia de países donde las bicicletas dejaron de formar parte del imaginario colectivo, dando paso a todo el universo de la "autodominación", esa que ha marginado al resto de modos de transporte en favor única y exclusivamente de aquellas personas que elijan el coche como medio de locomoción.

Los bienintencionados, los confiados o simplemente los inocentes hemos creído ver una incapacidad entre los gestores de la cosa pública y entre muchos de sus asesores allegados, pero va a ser algo más porque ni así se entiende tanta torpeza. Parece mentira que en un mundo donde el conocimiento y la experiencia se propaga de una manera tan viral los responsables de hacer facilidades para bicicletas hayan sido tan tercos como para desoir todo y hayan insistido una y otra vez en cometer errores.

Es por esto que, cuando pasa el tiempo y se suceden los despropósitos de manera tan obstinadamente reincidente, la conclusión que se extrae es inevitable: se hacen adrede.

No puede ser otra. Todas las barbaridades que se han hecho para las bicis, empezando por la mayoría de los carriles bici, siguiendo por la implantación de bicicletas públicas en ciudades no aptas para novatos y acabando por las campañas de promoción, se han concebido para demostrar que esto de la bici es ridículo, sobre todo comparado con el coche.



Porque cuando se hace algo con un poco más de criterio, sea de manera consciente o involuntaria, se puede observar cómo la cosa funciona y consigue el objetivo de incrementar el número de bicicletas y, lo que es más importante, disuadir del uso del coche al hacerlo más incómodo. Bien sea a través del calmado de tráfico, como de la desmotorización de areas urbanas, de la reducción de zonas de aparcamiento, de los peajes urbanos o de carriles bici y aparcamientos bien estructurados en zonas especialmente conflictivas.

¿Por qué entonces, a la vista de los resultados, no se siguen utilizando estas herramientas y se retorna a la denigración y la desnaturalización de la bicicleta? Pues va a ser porque es intencionado.

De hecho muchos de los responsables que continúan en sus cargos y otros tantos ya retirados lo confiesan abiertamente. Nadie creía que lo de la bici iba en serio, creían que era una broma pesada, una tendencia pasajera, una demanda marginal, una locura tonta. Y seguían actuando, como si no pasara nada, para favorecer a toda costa al coche.

Es hora de cambiar estas tornas. Aunque, a la vista de la inacción por parte de los políticos y de muchos técnicos y de su falta de olfato, va a haber que esperar a un cambio cualitativo entre los encargados de gestionar la cosa pública, para que sean capaces de mirar a otra parte que no sean los intereses creados y para que sean capaces de mantener el pulso firme para construir una realidad más humana, más democrática y más saludable en todos los sentidos. Seguiremos empujando en ese sentido.

2 comentarios:

  1. Si fuera una broma, sería una broma realmente pesada, pero no lo es. Circular por según qué sitios no solamente es peligroso, en algunas zonas es imposible circular, si nos atenemos a la anchura mínima que ellos mismos han redactado en "sus normas" de circulación para bicicletas. Y a pesar de todo, seguimos circulando y cada vez somos más.

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  2. Castellón de la Plana es un claro ejemplo de la incapacidad e incompetencia demostrada por los técnicos responsables de estas vías destinadas a las bicicletas.

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